Desde La Paz
La ciudad quedó casi desierta desde las primeras horas en la madrugada del domingo. No había transporte público, ni las típicas combis que dominan calles y avenidas, tampoco el teleférico que conecta distintos puntos de la capital, y un abrumador porcentaje de comercios cerraron sus puertas. A la vuelta del hotel donde este enviado se aloja, un par de pequeños almacenes estaban abiertos, pero sin clientes que pudieran comprar. A lo lejos, curiosamente, giraba la Vuelta al Mundo de un parque de diversiones que se podía ver desde una calle sin salida.
Las elecciones en Bolivia son de estricta participación obligatoria. Y queda claro que la mayoría de la gente vive muy cerca de los centros de votación. El personal que trabaja lejos de su casa debe procurarse una de las reducidas ofertas de movilidad. Las aplicaciones más utilizadas no están permitidas y para transitar de un lado a otro se requiere una autorización especial. Si alguien se atreve a desafiar esta norma, se le incauta el vehículo por 24 horas, recibe una multa y hasta puede ser arrestado.
Otro tanto sucede con la persona que no justifica su ausencia en los comicios. Por eso, si hubo aglomeraciones en La Paz – hecha la excepción de los centros de votación – se produjeron en los centros de atención para tramitar el documento que acredita la causa de impedimento para votar. Se vieron largas filas en los lugares que dispuso el Órgano Electoral. Hubo quejas por falta de certificados para completar y demoras en la apertura de los locales. Para que los afectados no perdieran la calma, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Óscar Hassenteufel, aclaró que disponían de un mes para tramitar el comprobante.
Al que no votó o no presente el documento que justifique su ausencia, le resultará imposible que lo atiendan en los centros de salud, bancos, gobernaciones y municipios. Una medida con consecuencias posteriores a la elección que debe ser de las más estrictas en la región.
Cortesía de Página 12
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