A lo largo de las décadas, el cine nos ha regalado frases tan icónicas que han trascendido la cultura popular. “Siempre nos quedará París” (Casablanca), “Que la fuerza te acompañe” (Star Wars), “Hasta la vista, baby” (Terminator), “Al infinito y más allá” (Toy Story), “Houston, tenemos un problema” (Apollo 13), son solo algunos ejemplos.
Dentro de este rubro, también se cuela otro diálogo enunciado por Tom Hanks en el clásico de 1994, Forrest Gump. Aunque hoy se consagra como una de las frases más populares y representativas de los 90, lo curioso es que solo fue filmada como un recurso y ni siquiera el director, Robert Zemeckis, le tenía fe. Hablamos de: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”.
Si recordamos, el filme narra las memorias del protagonista. A lo largo de esta travesía, vemos pequeños intercortes de Gump sentado en una banca de Savannah, Georgia, que sirven como hilo conductor de la historia. En los primeros minutos del metraje, el personaje dice la frase para iniciar una conversación. Lo curioso es que el equipo no tuvo grandes expectativas en su momento, sin saber que pasaría a la historia.
Tal como explicó el propio Hanks para el podcast CinemaBlend, él y Zemeckis se mantuvieron escépticos sobre si esto tendría algún peso en el resultado final. Lo que en un principio parecía un detalle menor, terminó por convertirse en el núcleo emocional de la película y dio pie a una reflexión que conectó con las audiencias del mundo. En pocas palabras, encapsuló la trama en un mensaje tan sencillo como poderoso.
“En Forrest Gump, todo lo que rodamos en el banco del parque en Savannah, Georgia, lo rodamos como recurso para una posible pieza narrativa. Yo le dije a Bob [Zemeckis]: ‘¿A alguien le va a importar este tarado sentado en un banco? ¿Qué es esto? Nadie sabe qué hay en esta caja'”.
Tom Hanks.
El rodaje de esas escenas fue sorprendentemente ágil: en tan solo un día y medio se filmaron trece páginas de diálogo, en las que Forrest relata episodios clave de su vida a extraños que se sientan a su lado. Zemeckis, siempre consciente de que el éxito cinematográfico suele depender de factores impredecibles, lo tenía claro durante la grabación. Eso sí, con sus ciertas cautelas, claro está.
“Terminamos rodando probablemente unas 13 páginas de diálogo en un día y medio. Estaba escrito en letreros. No los necesité después de un rato porque te entras en materia. Pero Bob dice: ‘No lo sé, es un campo de minas, Tom, un campo de minas. Nunca sabes con lo que se va a quedar la gente‘. Y eso terminó siendo, ya sabes… esa cosa”.
Pese a todo, siempre hubo un compromiso total por parte del actor y del cineasta. Aunque enfrentaron múltiples desafíos de presupuesto que amenazaron escenas clave, ninguno dudó en aceptar los riesgos. Por ejemplo, para sacar adelante la secuencia donde Forrest corre a lo largo de Estados Unidos, Tom Hanks y Robert Zemeckis tomaron una decisión audaz: financiar personalmente el rodaje.
“Robert dijo: ‘Bueno, esto nos va a costar X dólares’. Y no era barato. Yo contesté: ‘Ok’. Dijo: ‘Tú y yo vamos a repartirnos esa cantidad, y vamos a devolverlo a Paramount. Devolveremos el dinero, pero ustedes van a tener que compartir un poquito más los beneficios’. A lo que el estudio respondió: ‘Fabuloso, fantástico’. Y también fue positivo para nosotros”.
Y vaya que fue positivo. Al final, la película se volvió un éxito entre la crítica, consiguió seis premios Oscar, y se afianzó más de 600 millones de dólares en taquilla. Gracias a ello, y al acuerdo con el estudio, se estima que Hanks ganó cerca de 65 millones de dólares. Además de la frase, tampoco podemos negar lo icónico del soundtrack y la banda sonora a cargo de Alan Silvestri.
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Cortesía de Xataka
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