La falsa polarización que propone el neoliberalismo

Desde Río de Janeiro

La polarización que propone el neoliberalismo entre estatal y privado, de acuerdo a esta visión del mundo, sintetizaría las alternativas de nuestro tiempo. Esta es una polarización que interesa al neoliberalismo, porque exige una esfera valorada (la privada), dejando como alternativa la esfera que destruyeron (la estatal) y ocultando la real (la pública).

Una confluencia de factores promovió la transición de una época histórica en la que el Estado desempeñaba un papel central (desde las reacciones a la crisis de 1929), alcanzando su punto máximo cuando Richard Nixon, presidente conservador de los Estados Unidos, declaró en 1971 que “Todos somos keynesianos”, reflejando la hegemonía de este modelo.

El diagnóstico expresado por otro presidente republicano, Ronald Reagan, apenas una década después, de que “el Estado dejó de ser la solución para convertirse en el problema”, coincidió con el agotamiento del período keynesiano del capitalismo, que desembocó en la estanflación, resultado del fin de la era del desarrollo a nivel global, combinado con los altos costos estatales de esa fase. 

La adopción de variantes del neoliberalismo por parte de la socialdemocracia europea (primero por Fançois Mitterrand en Francia, luego por Felipe González en España) consolidó la nueva hegemonía. 

En América latina, donde el nuevo modelo fue introducido por la dictadura de Pinochet y luego extendido a corrientes nacionalistas y socialdemócratas, se produjo un fenómeno similar. Primero por el PRI en México, seguido por el gobierno de Carlos Menem en Argentina, ambas corrientes de origen nacionalista. Luego les siguieron corrientes de origen socialdemócrata, como los socialistas chilenos, Acción Democrática en Venezuela y el PSDB en Brasil, entre otras.

Al mismo tiempo, el fin de la URSS y del campo socialista corroboró la descalificación del Estado, que aparecía como ineficiente, burocrático y corrupto. Como una de sus consecuencias a nivel teórico, junto con el retorno del liberalismo a nivel económico y político, también reapareció el concepto de “sociedad civil” como contrapunto al Estado, y a uno de sus correlatos, las ONGs.

La crisis política e ideológica de la izquierda, derivada de los reveses sufridos por el fin de la URSS y la redefinición ideológica de la socialdemocracia en dirección al neoliberalismo, puso en entredicho una serie de cuestiones, hasta entonces consensuadas, para las distintas corrientes.

La primera era una cierta visión evolutiva de la historia que, teniendo sus inicios en el comunismo primitivo, habría atravesado varios períodos históricos, marcados por diferentes modos de producción, hasta llegar a la transición del feudalismo al capitalismo y, de allí, apuntaría al socialismo y comunismo. Incluso diferentes concepciones del socialismo como, por ejemplo, la socialdemócrata y la comunista, asumieron esta temporalidad.

El fin de la URSS y del campo socialista supuso un duro golpe a la idea, hasta entonces vigente, de que “la rueda de la historia no gira hacia atrás”. Cualquiera fuera la evaluación que se hiciera del modelo soviético, desde este punto de vista no se podía predecir el fin de este modelo, reemplazado por la restauración del capitalismo. Algunas corrientes vaticinaban una salida por izquierda, con la restauración de los criterios leninistas del socialismo, mediante su democratización vía socialización y nacionalización de los medios de producción.

Pero todas las corrientes quedaron sorprendidas por la extinción de la URSS y la restauración pura y simple del capitalismo. En estas transformaciones lo que predominó no fueron los deseos democráticos del pueblo ruso, sino sus expectativas de consumo, inducidas por la propaganda occidental.

Combinando el triunfo ideológico del neoliberalismo y el fracaso del modelo estatista del socialismo soviético, el Estado comenzó a ser demonizado y culpado del estancamiento económico, los altos impuestos, la precariedad de los servicios públicos, la baja productividad, la falta de competitividad de las empresas estatales y los grandes gastos en un enorme número de funcionarios públicos, lo que reduciría la competitividad.

La hegemonía neoliberal, instaurada en el mundo desde las últimas décadas del siglo XX, implicó no sólo la generalización de la aplicación de políticas prioritarias para la estabilidad monetaria, con los correspondientes ajustes fiscales, sino también la hegemonía de los valores mercantiles, que comenzaron a multiplicarse en todos los países y esferas de la sociedad. 

Palancas centrales de esta difusión son los centros comerciales, la publicidad de las grandes marcas, la multiplicación de formas de marketing en esferas cada vez más amplias de la sociedad y el consumismo, con su cultura de la riqueza y el acceso a los bienes materiales como valores supremos de la vida. Nunca se había visto una extensión tan amplia de las relaciones comerciales en el mundo. Países que antes estaban relativamente limitados en relación con esta visión, como Rusia, se sumaron.

Todos ellos se inclinaron ampliamente hacia el mercado capitalista y sus estilos de consumo, proceso que venía ocurriendo incluso antes del fin de estos regímenes, uno de los factores detrás de su crisis final y que se consolidó con su desaparición. China abrió espacios al mercado como nunca antes lo había hecho. India ha avanzado rápidamente en su incorporación a la globalización. 

Las empresas estatales fueron privatizadas y lanzadas al mercado. Las inversiones en educación privada se han convertido en uno de los sectores más rentables del mundo, junto con los planes de salud privados, en cierta medida responsabilidad del Estado. 

Al colocar la polarización entre lo estatal y lo privado en el centro del campo teórico, comenzó a aparecer una lista de nuevas categorías en los debates y elaboraciones teóricas. Entre ellos “sociedad civil”, “ciudadanía”, “redes”, “emprendimiento”, “voluntariado”, “asociaciones”. “tercer sector”, “filantropía”, “exclusión e inclusión social”, reemplazando categorías como “clases”, “contradicciones”, “política”, “estrategia” o “Estado”.

Pierre Bourdieu y Loic Wacquant establecieron un marco que resume esta polarización, como una especie de campo teórico establecido por el neoliberalismo y que inundó los debates intelectuales y políticos, imponiendo su hegemonía mediante la acción sistemática de los grandes medios privados. Lo que llaman “vulgata planetaria” borra categorías como explotación, clase, capitalismo, dominación, desigualdad, alienación, en una acción exitosa basada en los medios de comunicación.

Se constituyó así un marco semántico, supuestamente científico, que descalificaba al Estado y, con él, a un conjunto de categorías que aparecían como obstáculos a la visión liberal y, en oposición, a una lista de categorías exaltadas como expresión de la libertad, del deseo, de la imaginación, del dinamismo y del futuro.

1000 NIÑAS WORLD VISION

Cortesía de Página 12



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