La física del ser y la física del devenir: dos maneras opuestas de entender el tiempo y que te harán ver el universo de otra forma

Si alguna vez has visto un vaso romperse, sabes que nunca se recompone por sí mismo. El tiempo, en nuestra experiencia diaria, avanza en una sola dirección. Sin embargo, las ecuaciones fundamentales de la física, desde las leyes de Newton hasta la mecánica cuántica, no parecen estar de acuerdo: para ellas, el tiempo puede avanzar o retroceder sin ninguna diferencia. Esto genera una desconexión entre cómo entendemos el universo desde la ciencia y cómo lo experimentamos en la vida cotidiana.

El físico Ilya Prigogine se enfrentó a esta paradoja y propuso una visión revolucionaria que colocaba la irreversibilidad del tiempo en el centro de la física. Según el reciente artículo de Hirokazu Maruoka, esta visión divide la física en dos enfoques opuestos: la “física del ser“, que ve el tiempo como reversible, y la “física del devenir“, que lo entiende como algo que solo avanza. Profundizar en esta dicotomía no solo nos ayuda a comprender el tiempo, sino también nuestra relación con la naturaleza y el cosmos.

La física del ser: una visión estática y reversible

La física clásica y la mecánica cuántica han sido pilares del conocimiento humano durante siglos. Estas teorías describen el universo a través de ecuaciones que son simétricas en el tiempo, lo que significa que funcionan igual si el tiempo avanza o retrocede. Por ejemplo, las leyes de Newton o la ecuación de Schrödinger permiten predecir el comportamiento de un sistema tanto hacia adelante como hacia atrás en el tiempo.

Este enfoque ha sido clave para desarrollar tecnologías modernas y predecir fenómenos naturales. Sin embargo, tiene una limitación importante: ignora la irreversibilidad del tiempo que observamos en la realidad. ¿Por qué un cubo de hielo se derrite, pero nunca vuelve a congelarse espontáneamente? Este tipo de preguntas queda sin respuesta en la “física del ser”.

La física del ser es definida por la simetría temporal, lo que significa que sus ecuaciones fundamentales permanecen invariantes bajo la transformación t → -t. Esto revela una desconexión entre la física clásica y los procesos irreversibles que dominan la naturaleza, como el aumento de la entropía.

Evolución de un sistema: de equilibrio a no-equilibrio y su retorno al equilibrio. Fuente: Hirokazu Maruokaa

La física del devenir: el tiempo como un proceso irreversible

La termodinámica, en particular su segunda ley, introduce un concepto fundamental: la entropía siempre aumenta en un sistema cerrado. Esto implica que el desorden crece con el tiempo, haciendo que ciertos procesos sean irreversibles.

Prigogine amplió esta idea con el concepto de estructuras disipativas, sistemas que se organizan a partir del desorden gracias al flujo continuo de energía. Un ejemplo son las corrientes de convección en un líquido calentado, que forman patrones ordenados a pesar de estar en un estado de no equilibrio.

La física del devenir, que se basa en la irreversibilidad del tiempo, está gobernada fundamentalmente por la termodinámica. Esta perspectiva no solo ayuda a entender procesos físicos, sino también fenómenos biológicos, como la vida misma, que depende de la energía que fluye constantemente en los sistemas vivos. La “física del devenir” de Prigogine invita a redefinir nuestra comprensión del cambio, el orden y el tiempo en el universo.

La entropía siempre aumenta en un sistema cerrado. Fuente: ChatGPT / Eugenio Fdz.

La relación entre humanos y naturaleza: de la separación al entrelazamiento

El enfoque estático y determinista de la “física del ser” no solo afecta nuestra comprensión del tiempo, sino también cómo concebimos nuestra relación con la naturaleza. En este modelo, el humano es un observador externo que actúa sobre la naturaleza desde una posición de control. Esta perspectiva se representa gráficamente en la imagen a de más abajo, donde el sujeto y el objeto están separados por una barrera cerrada. Aquí, la relación es unidireccional, jerárquica y basada en la dominación.

En contraste, la “física del devenir” propone una visión más dinámica e integrada, como se muestra en la imagen de más abajo. En este caso, los límites entre sujeto y objeto son abiertos, lo que permite una interacción bidireccional y entrelazada. El humano no es solo un observador externo, sino parte de un sistema mayor que lo incluye y lo influye.

Esta transición de un enfoque estático a uno dinámico refleja la idea de que la irreversibilidad y la complicidad entre humanos y naturaleza no son limitaciones, sino condiciones que hacen posible la vida. Este cambio de paradigma no solo redefine nuestra relación con la naturaleza, sino también cómo nos situamos dentro del cosmos.

Física del ser y física del devenir. Fuente: Hirokazu Maruokaa

El debate filosófico: Bergson y la crítica al tiempo estático

El trabajo de Prigogine está profundamente conectado con la filosofía de Henri Bergson, quien criticó la forma en que la ciencia trata el tiempo. Bergson distinguió entre el tiempo vivido, que es fluido y continuo, y el tiempo científico, que es fragmentado y medido en instantes separados.

Prigogine retomó esta idea para argumentar que la irreversibilidad y el cambio no son ilusiones humanas, sino características fundamentales de la realidad. Prigogine no buscó explicar la segunda ley como una simple aproximación dentro de la dinámica, sino que la tomó como una realidad física fundamental.

Esto refuerza la importancia de integrar el tiempo como un proceso irreversible en la física, no solo para describir mejor el universo, sino para comprender fenómenos complejos como la vida, la evolución y el cambio climático.

Repensando el tiempo y nuestra conexión con el universo

La distinción entre la “física del ser” y la “física del devenir” no es solo un debate técnico. Es una invitación a reconsiderar cómo entendemos el tiempo, la naturaleza y nuestra relación con el universo. La visión tradicional, basada en la reversibilidad, ha sido útil para explicar fenómenos simples, pero no es suficiente para abordar la complejidad del mundo real.

Aceptar el tiempo como un proceso irreversible nos permite comprender mejor nuestra conexión con la naturaleza y los procesos que sostienen la vida. El hecho de que seamos seres locales y limitados demuestra que nunca podremos encapsular completamente la realidad. En este sentido, la física del devenir nos acerca a la verdad científica y a una comprensión más profunda de nuestro lugar en el cosmos.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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