La frase de Leonard Cohen sobre la grieta y la luz que sigue inspirando después de su muerte

Hoy, hace exactamente nueve años, murió Leonard Cohen, poeta, cantante y probablemente el más extraño y fascinante de los cantautores del siglo XX. Un artista que, con su voz de terciopelo y papel de lija al mismo tiempo, ayudó a que existieran aventureros tan disímiles como Nick Cave, Bob Dylan o Tom Waits.

Incluso Stephen King homenajeó al canadiense al titular su último libro de cuentos con una frase inspirada en su canción del final “You Want It Darker”: Te gusta la oscuridad.

Elegir una sola canción de Cohen es una tarea imposible. “Avalanche”, favorita de Nick Cave; “Everybody Knows”; “Hallelujah”, su himno ecuménico capaz de emocionar tanto a ateos como a André Rieu; o sus guiños al amado Federico García Lorca (una de sus hijas se llama Lorca). La lista sería interminable.

Pero hay una letra sobre la cual nadie discute: Anthem.

Una canción que, desde su disco The Future (de 1992), sigue iluminando a nuevas generaciones con un verso que ya trascendió a Cohen:

“Hay una grieta, una grieta en todas las cosas.

Así es como entra la luz”.

Leonard Cohen, trovador y poeta, sus canciones perduran.

La canción que tardó diez años en escribirse

La palabra anthem significa “himno”, y Cohen tardó una década en escribir el suyo. Una década en la que lo reescribió tres veces, lo grabó y lo desgrabó, hasta que encontró lo que buscaba. Según contó el propio Cohen, componer una letra puede consistir en “pasarse madrugadas arrastrándote en calzoncillos sobre la alfombra y hasta tu escritorio buscando una palabra que, por ejemplo, rime con ‘naranja’”.

Anthem nació en un tiempo convulso: el muro de Berlín habían caído, las calles de Los Ángeles ardían tras los disturbios de Rodney King, y el mundo se movía entre guerras, fe y desilusión. En ese contexto, Cohen escribió un verso sobre la imperfección.

“Hay una grieta en todo: así es como entra la luz.”

El tema formó parte de The Future, un disco oscuro y político donde también estaban Democracy y Closing Time. Allí el canadiense mezcló Hiroshima, el amor, la drogas letales y lel sexo duro.

El resultado: una plegaria laica, mitad terrenal, mitad celestial.

Leonard Cohen dejó canciones imbatibles y fue el faro de muchos cantautores. Foto: AFP / Diego Tuson
Leonard Cohen dejó canciones imbatibles y fue el faro de muchos cantautores. Foto: AFP / Diego Tuson

Un himno imperfecto

La historia de Anthem también es una historia de amor. Cohen la trabajó durante años hasta que una noche se la mostró a su pareja de entonces, la actriz Rebecca De Mornay, quien -según contó después- lo animó a grabarla tal como sonaba en ese momento. Esa versión quedó como la definitiva. De Mornay figura como productora del disco.

El resultado fue un tema que combina lo sagrado y lo profano, como subrayó la revista New Yorker. En Anthem hay símbolos cristianos: palomas, campanas y redención, pero también una mirada judía, zen y humana.

Cohen fue capaz de cantar la fe desde la duda. Era, al mismo tiempo, Antiguo y Nuevo Testamento, recitado por un monje budista con alma de gitano errante.

Leonard Cohen, cantando en la edición 47 del Festival de Montreux, en 2013. Foto: Reuters/Valentin FlauraudLeonard Cohen, cantando en la edición 47 del Festival de Montreux, en 2013. Foto: Reuters/Valentin Flauraud

Una canción sobre la imperfección (y sobre nosotros)

Anthem es también un espejo. Porque, ¿de qué grieta habla Cohen?

De la grieta del matrimonio, de la fe, del país, del cuerpo, del alma. De todas y de ninguna. La grieta es lo humano: el error, la pérdida, el desencanto, la fisura por donde entra la luz.

El propio Cohen explicó que la canción no habla de soluciones, sino de aceptación. Que este no es el lugar donde hacemos las cosas perfectas: ni el matrimonio ni el trabajo ni el amor a Dios o al país. Todo está roto, y justamente ahí es donde entra la luz.

Por eso su frase es viral en redes, tatuada, impresa en tazas y posteada por influencers que quizás no sepan quién fue Cohen, pero intuyen que esa grieta también es la suya.

El legado de Anthem

Leonard Cohen, en 2008, durante su introducción al Salón de la Fama del Rock and Roll en Nueva York. Foto: EFE/Peter Foley
Leonard Cohen, en 2008, durante su introducción al Salón de la Fama del Rock and Roll en Nueva York. Foto: EFE/Peter Foley

Cohen murió el 7 de noviembre 2016, a los 82 años. Pero su verso sigue vivo, convertido en mantra y refugio.

Como escribió en otro de sus poemas:

“Financiaba mi depresión / viendo a Jesús, leyendo a Marx.

Falló mi pequeño fuego, pero aún brilla la chispa mortecina.”

Esa “chispa” es Anthem. Una canción que enseñó que la perfección no existe y que la belleza se cuela por los huecos. Que las grietas -como las personas- pueden ser sagradas.

Kevin Johansen, que grabó una versión milonguera de Everybody Knows, lo resumió así: “Cohen no es oscuro, sino luminoso. Como canta en Anthem: ‘Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz’. Es que Leonard invita, jamás obliga.”

Por eso, cada vez que suena Anthem o alguien vuelve a su letra, es como encender una vela, o mirar hacia adentro y a repetir, casi como esa letra, ese rezo pagano,

Cortesía de Clarín



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