La hermética fábrica de Arizona que expone las contradicciones del plan de Trump para impulsar una nueva “edad de oro” en EE.UU.

Fuente de la imagen, Bloomberg vía Getty Images

  • Autor, Faisal Islam
  • Título del autor, Editor económico de la BBC

Entre los cactus del desierto de Arizona, a las afueras de Phoenix, se está levantando un extraordinario conjunto de edificios que configurarán el futuro de la economía global y del mundo.

El bullicio de las nuevas construcciones no sólo está creando una fábrica especializada en los semiconductores más avanzados del mundo. Con el tiempo, producirá en serie los chips más modernos.

Este trabajo se realiza por primera vez en EE.UU., y la empresa taiwanesa que está detrás promete gastar miles de millones más en este país para evitar la amenaza de aranceles a los chips importados.

Es, en mi opinión, la fábrica más importante del mundo, y la está construyendo una empresa de la que quizá no haya oído hablar: TSMC, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company.

Fabrica el 90% de los semiconductores avanzados del planeta. Hasta ahora, todos se fabricaban en la isla de Taiwán, a 160 kilómetros al este de China continental.

El chip de Apple de tu iPhone, los chips de Nvidia que alimentan tus consultas ChatGPT, los chips de tu ordenador portátil o de tu red informática, todos están fabricados por TSMC.

Sus instalaciones de Arizona, conocidas como “Fab 21”, están estrechamente vigiladas. No se permiten papeles en blanco ni dispositivos personales por si se filtran diseños. la fábrica alberga parte de la propiedad intelectual más importante a niveles globales y el proceso para fabricar estos chips es uno de los más complicados e intensivos de la fabricación mundial.

La fábrica de TMSC en Arizona.

Fuente de la imagen, Bloomberg vía Getty Images

Por eso son sumamente celosos de los secretos que guardan en su interior. Importantes clientes, como Apple y Nvidia, confían en esta empresa para salvaguardar sus diseños para futuros productos.

Pero después de solicitarlo durante meses, TSMC permitió a la BBC echar un vistazo a partes del proceso de lo que algunos sostienen es la fabricación más crítica, cara, compleja e importante.

El símbolo de la política de Trump

El presidente Trump parece pensar que sí. A menudo menciona la fábrica de pasada.

“TSMC es la más grande que hay”, ha dicho. “Perdimos poco a poco el negocio de los chips, y ahora está casi exclusivamente en Taiwán. Nos lo robaron”. Este es uno de los estribillos habituales del presidente estadounidense.

La reciente decisión de TSMC de ampliar sus inversiones en EE.UU. en otros US$100.000 millones es algo que Trump atribuye a sus amenazas de imponer aranceles a Taiwán y al negocio mundial de los semiconductores.

La ampliación de las instalaciones de Arizona, anunciada en marzo, es -en su opinión- el ejemplo perfecto de sus políticas económicas, en concreto la de animar a las empresas extranjeras a trasladar sus fábricas a Estados Unidos para evitar los elevados aranceles.

Donald Trump y C.C. Wei.

Fuente de la imagen, Bloomberg vía Getty Images

China también observa con atención los avances. La destreza de Taiwán en la fabricación de chips forma parte de lo que su gobierno denomina “Escudo de silicio”, contra una temida invasión.

Aunque la estrategia original era hacer que Taiwán fuera indispensable en este campo de tecnología crítica, las dificultades de la cadena de suministro durante la pandemia cambiaron el cálculo porque depender de un solo país se vio como un riesgo mayor.

China reclama Taiwán como territorio propio, pero la isla se considera independiente de la China continental.

Así pues, muchas corrientes de la economía mundial, de la vanguardia tecnológica y de la geopolítica fluyen a través de este único emplazamiento, y en él reside la contradicción esencial de la política económica y diplomática de Trump.

Él ve esta planta como el ejemplo de America First (EE.UU. primero), y de la salvaguarda de la superioridad económica y militar sobre China.

Sin embargo, la fabricación de estos modernos milagros miniaturizados en la frontera de la física y la química depende intrínsecamente de una combinación de las mejores tecnologías de todo el mundo.

El lugar más limpio de la Tierra

Greg Jackson, uno de los responsables de las instalaciones, me hace de guía llevándome de un lado a otro en un carrito de golf. Las fábricas son casi un calco de los centros de TSMC en Taiwán, donde se formó.

“Yo diría que estas instalaciones son probablemente de las más avanzadas y complicadas del mundo”, afirma.

“Es toda una dicotomía. Hay chips muy, muy pequeños con estructuras muy pequeñas, pero se necesitan estas enormes instalaciones con toda la infraestructura para poder fabricarlos… la complejidad y la cantidad de sistemas necesarios son asombrosas”.

En uno de los edificios, los trabajadores se ponen ropa protectora antes de cruzar un puente que se supone que crea el entorno más limpio de la Tierra, necesario para proteger la producción de estos extraordinarios transistores microscópicos con los que se fabrican los microchips que lo sustentan todo.

Konstantinos Ninios, ingeniero, me muestra algunas de las primeras producciones de TSMC Arizona: una oblea de silicio con lo que se conoce como “chips de 4 nanómetros”.

Una lámina de silicio.

Fuente de la imagen, Getty Images

“Esta es la oblea más avanzada que hay ahora mismo en Estados Unidos”, explica. “Contiene entre 10 y 14 billones de transistores… Todo el proceso consta de entre 3.000 y 4.000 pasos”.

Si pudiéramos reducir nuestro cuerpo a la misma escala y meternos dentro de la oblea, las distintas capas parecerían calles y rascacielos muy altos.

Manipulación de átomos

TSMC se fundó a instancias del gobierno taiwanés en 1987, cuando se encargó a Morris Chang, ejecutivo de chips, que pusiera en marcha la empresa. El modelo consistía en convertirse en una fundición dedicada a los microchips que fabricara diseños de otras empresas. El éxito fue rotundo.

El motor del avance tecnológico es la miniaturización de las características más pequeñas de los chips. Hoy en día, su tamaño se mide en milmillonésimas de metro o nanómetros. Este avance ha permitido que los teléfonos móviles se conviertan en smartphones, y ahora está marcando el ritmo de la implantación a gran escala de la inteligencia artificial.

El proceso requiere una complejidad y un gasto increíbles gracias al uso de “luz ultravioleta (UV) extrema”. Esta luz se utiliza para grabar los intrincados bloques de construcción de nuestra existencia moderna en un proceso llamado “litografía”.

La dependencia que el mundo tiene de TSMC se sustenta en una maquinaria altamente especializada del tamaño de un autobús, que a su vez procede casi en su totalidad de una empresa holandesa llamada ASML.

Estas máquinas disparan luz ultravioleta decenas de miles de veces a través de gotas de estaño fundido, lo que crea un plasma que luego se refracta a través de una serie de espejos especializados.

El proceso de fabricación de cada oblea de silicio, casi totalmente automatizado, se repite miles de veces por capas a lo largo de meses para formar la oblea de chips de silicio de 4 nm, que tiene el tamaño de un disco de vinilo y que cuesta US$1 millón.

“Imagínese si una partícula o una mota de polvo cayera en esto”, me dice incrédulo el Ninios. “Los transistores no funcionarían. Así que todo esto está más limpio que los quirófanos de los hospitales”.

Cautela en Taiwán

Taiwán no tiene un acceso especial a las materias primas, pero posee los conocimientos necesarios para ir años por delante de otras empresas en el intrincado proceso de producción de estos componentes atómicos de la vida moderna.

Algunos miembros del gobierno taiwanés se muestran cautelosos a la hora de expandir la frontera de esta tecnología fuera de la isla. Trump no tardó en afirmar que la decisión de la empresa de traer su tecnología puntera a Estados Unidos se debía a sus políticas económicas.

Aseguró que esto no habría ocurrido sin el palo de los aranceles que pretendía imponer a Taiwán y a los semiconductores. Las personas con las que hablo en TSMC se muestran diplomáticas al respecto.

Pero gran parte de esto ya estaba previsto y subvencionado por la Ley de Chips de la administración del expresidente Biden.

Joe Biden y varios operarios de la fábrica de TSMC.

Fuente de la imagen, AFP vía Getty Images

En la pasarela de acceso al edificio hay fotografías que muestran la visita de Biden en 2022, con la construcción envuelta en las barras y estrellas y una pancarta que dice A future made in America (un futuro hecho en EE.UU).

“La cadena de suministro de semiconductores es global”, afirma Rose Castanares, Presidenta de TSMC Arizona.

“En este momento no hay un único país que pueda hacerlo todo, desde los productos químicos hasta la fabricación de obleas y el embalaje, por lo que es muy difícil montar todo de forma rápida”.

Cadenas de suministro alternativas

En cuanto a la cadena de suministro de semiconductores, los aranceles no ayudarán.

La cadena de suministro se extiende por todo el mundo. Ya sean las obleas de silicio de Japón, las máquinas que se requieren de los Países Bajos o los espejos de Alemania, se necesitan todo tipo de materiales de todo el mundo.

Ahora podrían tener que afrontar gastos de importación.

Dicho esto, la jefa de TSMC se apresuró a confirmar la ampliación de la planta estadounidense en un acto con Trump en la Casa Blanca.

En las últimas semanas, la élite tecnológica estadounidense -desde Tim Cook, de Apple, a Jensen Huang, de Nvidia- se ha puesto a la cola para contar al mundo que TSMC Arizona producirá ahora muchos de los chips de sus productos estadounidenses.

La industria mundial de chips es muy sensible al ciclo económico, pero su tecnología punta goza de márgenes muy saludables, lo que podrían amortiguar algunos de estos aranceles.

Morris Chang.

Fuente de la imagen, Bloomberg vía Getty Images

Existen en esta historia muchos subtextos geopolíticos. La fábrica se sitúa en el centro de la estrategia estadounidense para ganar supremacía tecnológica, de inteligencia artificial y económica sobre China.

Tanto el gobierno de Biden como el de Trump han desarrollado políticas para intentar limitar el acceso chino a la tecnología de semiconductores: desde la prohibición de exportar a China las máquinas de ASML hasta la nueva legislación para prohibir el uso de chips de IA de Huawei en software o tecnología estadounidense.

El presidente de Taiwán, Lai Ching-te, instó esta semana a democracias como Japón y Estados Unidos a desarrollar cadenas de suministro alternativas para contrarrestar a China.

Sin embargo, no todo el mundo está convencido de que esta estrategia funcione.

Los tecnólogos chinos han sabido sortear las prohibiciones para desarrollar tecnología autóctona competitiva. Y Bill Gates afirmó recientemente que estas políticas “han obligado a los chinos a avanzar a toda velocidad en la fabricación de chips y todo lo demás”.

Trump quiere que TSMC Arizona se convierta en la piedra angular de su edad de oro estadounidense. Pero la historia de la empresa hasta el momento es posiblemente la máxima expresión del éxito de la globalización moderna.

Así que, por ahora, se trata de una batalla por la supremacía tecnológica y económica mundial, en la que la tecnología de fabricación taiwanesa, parte de la cual se está trasladando ahora al desierto de Arizona, es el activo fundamental.

Línea gris.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Cortesía de BBC Noticias



Dejanos un comentario: