La historia del vínculo olvidado entre España y la Basílica de Santa María la Mayor, el lugar donde descansará eternamente el papa Francisco

En pleno corazón de Roma se alza uno de los templos más antiguos y venerados del cristianismo: la Basílica de Santa María la Mayor (Basilica di Santa Maria Maggiore). A simple vista, sus muros encierran siglos de arte y devoción, pero pocos saben que este lugar —donde el papa Francisco ha pedido ser enterrado— guarda una profunda e histórica conexión con España.

No se trata solo de un vínculo espiritual. Esta basílica, consagrada a la Virgen María y considerada la primera iglesia dedicada a ella en Occidente, ha sido durante siglos un puente entre la fe romana y la monarquía española. La relación comenzó a forjarse en el Renacimiento, cuando la monarquía hispánica emergía como la gran defensora del catolicismo y Roma era el epicentro del poder espiritual de la cristiandad. Desde entonces, capillas, reliquias, patronazgos e incluso títulos honoríficos han tejido una red de vínculos que culminan, ahora, con el deseo de Francisco de descansar allí para siempre.

Felipe II y el nacimiento del patronazgo español

El 7 de octubre de 1647, el papa Inocencio X, respondiendo a la petición del rey de España Felipe IV, instituyó mediante la Constitución apostólica Sacri Apostolatus la llamada Obra Pía de Santa María la Mayor. Este acuerdo establecía, como veremos, el otorgamiento de una renta anual al cabildo de la basílica a cambio de que se celebraran oraciones y actos litúrgicos en honor de la monarquía española.

Desde entonces, los reyes españoles no solo financiaron restauraciones, encargaron obras de arte o enviaron emisarios religiosos, sino que también integraron a esta iglesia dentro de su propio imaginario devocional. La Virgen María, en su advocación como “Salus Populi Romani”, se convirtió en una figura venerada en la Corte española y en los territorios ultramarinos del Imperio.

La Capilla Sixtina de la Basílica de Santa María la Mayor, una obra tardorenacentista diseñada por Domenico Fontana bajo el papa Sixto V, refleja la devoción mariana de la época. Aunque no fue construida con apoyo directo de la monarquía española, la basílica recibió importantes donaciones de los Reyes Católicos, como el oro para su techo artesonado. Isabel y Fernando, al igual que sus sucesores Habsburgo y Borbones, consideraron esta iglesia un símbolo de su estrecha alianza con el papado.

Felipe II, como patrón oficial de la Basílica de Santa María la Mayor desde 1551, consolidó la influencia de la monarquía española en Roma y reforzó el culto mariano con un legado artístico y espiritual que perdura hasta hoy
Felipe II consolidó la influencia de la monarquía española y reforzó el culto mariano con un legado artístico y espiritual que perdura hasta hoy. Fuente: Wikimedia/Christian Pérez

La Virgen de las Nieves: de Roma a América

El culto a la Virgen de las Nieves, basado en la leyenda de una nevada milagrosa que marcó el lugar exacto donde debía erigirse la basílica, fue abrazado con entusiasmo en la España del Siglo de Oro. La historia, que remonta al siglo IV, resonaba con fuerza en una sociedad donde lo sobrenatural y lo político se entrelazaban constantemente.

La devoción cruzó el Atlántico junto con los misioneros y colonos españoles. Pronto, numerosas iglesias en México, Perú, Filipinas y otras posesiones adoptaron esta advocación mariana. Hoy día, pueden encontrarse parroquias dedicadas a Nuestra Señora de las Nieves desde Andalucía hasta los Andes, un legado directo del culto mariano romano impulsado por la Corona.

Esta extensión del culto demuestra que Santa María la Mayor no era vista como un templo más, sino como una especie de “centro mariano” desde donde irradiaban las formas de piedad más queridas por los españoles. Las ceremonias organizadas allí por embajadores y órdenes religiosas hispánicas eran comunes hasta bien entrado el siglo XIX.

Francisco y la basílica de su corazón

Cuando el papa Francisco eligió esta basílica como su futura morada eterna, no fue un gesto improvisado. Su historia personal revela una larga y profunda relación con este templo. Desde sus años como arzobispo en Buenos Aires, Bergoglio mostró una devoción constante por la Virgen María, en especial por el icono bizantino de la Salus Populi Romani, que preside una de las capillas de la basílica. No es casualidad que, antes y después de cada viaje internacional, el papa argentino acudiera a rezar ante esta imagen.

Esta devoción, más íntima que política, ha adquirido ahora un carácter histórico. Francisco no solo pasará a la historia como el primer papa americano, sino también como el primer pontífice que elige descansar en Santa María la Mayor en lugar de las Grutas Vaticanas, donde yacen la mayoría de sus antecesores recientes.

Su decisión revaloriza este templo y, al mismo tiempo, vuelve a iluminar esa relación especial entre España y la basílica. No hay que olvidar que el monarca español ostenta aún hoy el título de Protocanónigo honorario de la Basílica de Santa María la Mayor, una distinción única que simboliza siglos de colaboración religiosa. La figura del rey, aunque ya sin funciones políticas en el templo, conserva este título como eco de un pasado en el que los destinos de Roma y Madrid iban de la mano.

Los Reyes Católicos impulsaron el mecenazgo de capillas y obras en Santa María la Mayor, afianzando la devoción a la Virgen y marcando el inicio del profundo vínculo entre España y esta basílica romana
Los Reyes Católicos impulsaron el mecenazgo de capillas y obras en Santa María la Mayor, afianzando la devoción a la Virgen y marcando el inicio del profundo vínculo entre España y esta basílica romana. Fuente: Wikimedia

Arte, diplomacia y eternidad

Durante los siglos XVI y XVII, mecenas españoles vinculados a la Corte dejaron su huella en la Basílica de Santa María la Mayor mediante donaciones de reliquias, cuadros, altares y misas perpetuas, financiadas desde Castilla y Aragón. Estas contribuciones consolidaron un lazo entre España y Roma que trascendía fronteras. En épocas recientes, este legado se ha visto reforzado por la participación constante de delegaciones diplomáticas españolas en los actos solemnes de la basílica.

Hoy, la historia da un nuevo giro. Con la muerte del papa Francisco, este templo se convertirá en su tumba. Y con ello, su elección añadirá un nuevo capítulo a la larga crónica de relaciones entre España y este santuario romano. Será el primer pontífice en más de tres siglos en descansar allí, en un espacio sagrado donde la historia española dejó su impronta mucho antes de que Bergoglio naciera. De hecho, siete papas ya están enterrados en esta basílica: Honorio III (fallecido en 1227), Nicolás IV (1292), Pío V (1572), Sixto V (1590), Clemente VIII (1605), Pablo V (1621) y Clemente IX (1669), el último papa enterrado allí hace más de 350 años.

Una basílica mariana en Roma, el último hogar del papa Francisco con una historia española
Una basílica mariana en Roma, el último hogar del papa Francisco con una historia española. Foto: Istock/Christian Pérez

Un templo, muchas memorias

La Basílica de Santa María la Mayor no es solo un lugar de culto. Es un símbolo de alianzas pasadas, de fe compartida y de una red de vínculos que atraviesa continentes. Y es que la historia de esta basílica es también, en cierto modo, una historia de España.

La memoria que encierra este lugar no pertenece solo a los romanos ni a los peregrinos actuales. También forma parte del alma histórica de un país que, durante siglos, hizo del catolicismo no solo su religión oficial, sino el núcleo de su identidad imperial. Y ahora, en una tumba futura que guardará al papa Francisco, esa historia vuelve a palpitar entre los muros de mármol, los frescos celestiales y los ecos de un pasado que se niega a desaparecer.

Cortesía de Muy Interesante



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