El 22 de mayo no es una fecha que figure en los calendarios oficiales, pero para los entusiastas de las criptomonedas es una jornada casi sagrada. Se trata del Bitcoin Pizza Day, el día en que, en 2010, un programador llamado Laszlo Hanyecz intercambió 10.000 bitcoins por dos pizzas de Papa John’s. Lo que entonces fue un modesto gasto de 41 dólares, hoy se evalúa en más de mil millones. Esta transacción es recordada no solo por su valor monetario en retrospectiva, sino porque simboliza el primer uso conocido de una criptomoneda para adquirir bienes reales. Una pizza que inauguró una nueva era económica.
Este año, la efeméride se ha celebrado con repartos de pizza en más de veinte ciudades del mundo, recordando aquel momento fundacional de una revolución financiera. Sin embargo, detrás de esta anécdota culinaria se esconde una pregunta sin resolver que sigue alimentando debates en todo el planeta: ¿quién fue el verdadero creador de Bitcoin?
El precio de una idea
Pocas ideas han tenido una relación tan directa con el tiempo como el Bitcoin. En 2010, diez mil unidades apenas compraban comida rápida. Hoy, esa misma cantidad representa una fortuna que supera el PIB de varios países. Esta desmesura no solo es una anécdota financiera: es el reflejo de una evolución cultural y tecnológica que pasó de lo marginal a lo sistémico.
Para entender su significado, hay que viajar al origen. El 31 de octubre de 2008, en medio de una crisis económica global, un misterioso personaje bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto publicó un documento en un foro especializado en criptografía. Allí presentaba su propuesta: un sistema de dinero electrónico entre pares, sin intermediarios ni bancos centrales. Era el acta de nacimiento de Bitcoin.
Desde ese momento, Nakamoto se convirtió en una figura tan influyente como esquiva. Nunca reveló su identidad, y cuando el proyecto ya estaba en marcha y ganaba tracción, desapareció. Dejó tras de sí un legado de código, ideales libertarios y un monedero con un millón de bitcoins que jamás ha sido movido.

Nakamoto, ¿genio solitario o grupo encubierto?
Desde su desaparición, el mundo ha especulado sin descanso sobre quién se oculta tras el seudónimo. Algunos creen que se trata de un genio solitario, un programador dotado tanto de habilidades técnicas como de visión filosófica. Otros apuntan a un colectivo de desarrolladores, o incluso a agencias gubernamentales que habrían creado Bitcoin como experimento geopolítico.
Entre las teorías más intrigantes figura la posibilidad de que Elon Musk, el magnate detrás de Tesla y SpaceX, pudiera ser el autor del documento fundacional. El estilo de escritura, la visión tecnológica y la ambición transgresora se alinean con su perfil. Otros sospechosos incluyen a expertos en criptografía, académicos e incluso figuras del entorno de inteligencia estadounidense.
Pero quizá lo más desconcertante sea que, con toda la tecnología de vigilancia disponible, con el internet diseccionado hasta sus rincones más oscuros, nadie haya logrado desvelar con certeza la identidad de Nakamoto. Y eso es, precisamente, lo que mantiene vivo el mito.
La revolución que comenzó con una pizza
Más allá del misterio, lo cierto es que la primera compra con bitcoins —esa humilde pizza— fue el punto de partida de una transformación radical. En solo una década y media, las criptomonedas pasaron de ser una curiosidad para informáticos a un vehículo de inversión global, con millones de usuarios y un valor de mercado que compite con los gigantes de la economía tradicional.
Pero, como suele ocurrir con las revoluciones, lo que comenzó con ideales descentralizados y espíritu comunitario, ha derivado en una industria plagada de especulación, estafas y contradicciones. Las criptomonedas, lejos de ser solo un fenómeno financiero, son también un espejo de nuestras tensiones políticas, sociales y éticas.
Hoy, Bitcoin no es tanto una moneda como una declaración de principios. Es una herramienta de resistencia en países con economías inestables, una inversión volátil en los mercados occidentales, y un tema de conversación inagotable en foros de internet. Y en el centro de todo, flotando como un espectro en la nube, permanece la figura de Nakamoto.

Mr. Nakamoto, de Benjamin Wallace
En Mr. Nakamoto, publicado recientemente por la editorial Pinolia, el periodista Benjamin Wallace convierte la búsqueda del creador de Bitcoin en una crónica apasionante, cargada de suspense y reflexión. Con un estilo que recuerda a las mejores novelas de no ficción, Wallace entrelaza la historia de la tecnología con un retrato casi detectivesco del siglo XXI: un mundo donde los héroes llevan seudónimos, las pistas están en líneas de código y los millones de dólares se evaporan o multiplican en pantallas.
El libro no solo explora el misterio de Nakamoto, sino que radiografía la evolución de un ideal. Wallace nos lleva desde los foros crípticos de los cypherpunks hasta las oficinas relucientes de Silicon Valley, pasando por islas utópicas, hackers libertarios y teorías conspirativas que rozan lo delirante. A lo largo del camino, dibuja con precisión los perfiles de quienes se han obsesionado con encontrar al hombre detrás del mito.
Con cada capítulo, el lector se adentra en los dilemas filosóficos y tecnológicos que plantea Bitcoin: ¿puede una creación ser más grande que su creador? ¿Puede el anonimato ser un acto de generosidad radical o un escudo ante la responsabilidad? ¿Y qué sucede cuando una utopía se convierte en mercado?
Mr. Nakamoto es, en definitiva, mucho más que una biografía sin rostro. Es una meditación sobre el poder, la identidad y el precio de las ideas. Wallace no resuelve el enigma, pero nos deja con una certeza inquietante: en un mundo donde todo se rastrea, el mayor misterio de la era digital sigue intacto.

Cortesía de Muy Interesante
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