La histórica ciudad de Carmona o el ejemplo perfecto de convivencia entre pasado y presente

En una España repleta de patrimonio, hablar de un pueblo como Carmona podría parecer veneración de un simple extracto de toda nuestra historia peninsular. Sin embargo, la importancia de este lugar reside en el propio carácter de la localidad y en su filosofía arqueológica. El descubrimiento a finales del siglo XIX de una necrópolis romana de enormes dimensiones reavivó el corazón cultural de una villa que resultó ser el idilio de cualquier historiador. Carmona es, hoy por hoy, un ejemplo de convivencia entre un patrimonio único y una sociedad que hace de su legado histórico parte de su día a día.

En nuestra vida diaria estamos rodeados de patrimonio, ya sea cuando caminamos entre los edificios históricos de nuestras ciudades o a la hora de expresarnos con el lenguaje que ha ido evolucionando a lo largo de los siglos. El derecho, la ética, la estructura de la sociedad y de los lugares forman parte de un legado histórico que ha hecho de nuestra existencia una ecuación de progreso de factores inabarcables.

No obstante, cuando nos referimos al patrimonio muchas personas tienen la idea de que este término solamente engloba a los yacimientos o resquicios estudiados de antiguas civilizaciones que nada tienen que ver con el avance de nuestros tiempos.

Tuma de Servilia en la necrópolis de Carmona
La necrópolis romana está formada por el Mausoleo Circular, el Anfiteatro, la Tumba del Elefante y la Tumba de Servilia (en la imagen), una casa romana del siglo I con un patio porticado con el influvium (piscina para la lluvia) en el centro y la estancia del sarcófago en un lateral. Foto: Juan Manuel Román.

Es más, en numerosas ocasiones se contrapone la conservación material de los restos pretéritos con el desarrollo del presente, arrojando así un conflicto que siempre termina en la eterna disputa entre lo público, lo perteneciente al pueblo y a su historia, y lo privado, aquello que atañe al individuo y a sus propias aspiraciones personales, que un día fueron también las ambiciones de los hombres y mujeres que construyeron el pasado.

Donde pasado y presente se funden

El pasado ocupa espacio, es valioso, en ocasiones indeseable, se materializa en patrimonio, insiste en enterrarse en nuestra esencia y en reaparecer cuando menos nos lo esperamos. ¿Podemos encontrar un lugar cuya relación con su herencia cultural sea colaborativa y saludable? Sí, Carmona.

Esta localidad sevillana de 29.000 habitantes tiene esa anhelada simbiosis entre su presente y su patrimonio. Un pueblo que se considera a sí mismo como un museo que se renueva constantemente. Recorrer sus calles es tener el privilegio de poder sentir las diferentes épocas por las que ha atravesado nuestra península abrazando las costumbres diarias de sus ciudadanos.

Vista de Carmona desde el Alcázar de Abajo
De origen tartésico, el Alcázar de Abajo (Carmona) fue ampliado sucesivamente por fenicios, cartagineses, romanos, musulmanes y cristianos, quienes terminaron de dar forma a este complejo defensivo casi inexpugnable. Fue restaurado entre 1973 y 1975. Foto: Juan Manuel Román.

Con más de 5.000 años de antigüedad, la villa de Carmona es un cuadro con pinceladas de cada época. Su marco, un gran recinto amurallado de origen tartésico, delimita el casco histórico y arroja una idea sobre todas las culturas que han ido amoldando una ciudad que nunca ha dejado de estar habitada. Ahora, la batalla de este pueblo de hermosas tradiciones, descubrimientos y edificaciones es la de convertirse en Patrimonio de la Humanidad.

Rocío Anglada es una de las cuatro arqueólogas municipales de su ayuntamiento. Desde el año 1993, ayuda a traducir la historia a la actualidad y a comprender este entorno de yacimientos inagotables. Cuando le preguntamos por lo que hace tan especial a este pueblo, enseguida se refiere a su modo organizativo, a la forma de vida que ha hecho de Carmona un ejemplo de implicación y entrega en la conservación de sus joyas patrimoniales.

Junto con sus compañeros, los expertos y los empleados de los museos, ha logrado definir un mapa que permite conocer de una manera más o menos clara todo aquello que se puede encontrar en el centro histórico de la ciudad antigua, e incluso más allá de la misma.

Protegiendo el patrimonio

Esta situación ha dado lugar a que Carmona tenga un funcionamiento inusual a la hora de admitir la realización de obras particulares o empresariales. Desde hace muchos años, este pueblo cuenta con un seguimiento arqueológico minucioso que obliga a realizar excavaciones preventivas en todos los lugares que vayan a ser construidos.

Excavaciones arqueológicas preventivas en Carmona
Las excavaciones arqueológicas preventivas (en la imagen) sirven para proteger el yacimiento. Foto: Juan Manuel Román.

En Carmona es muy difícil hablar de hallazgos casuales, ya que todo el terreno está estudiado y tenemos un esquema claro de todo lo que nos podemos encontrar. El que descubre algo de casualidad es porque realiza obras sin permiso”, según Anglada.

La arqueóloga destaca, además, que este escenario no se suele dar debido a las restricciones del sistema y también al poco interés que existe por parte de organismos privados poderosos en imponer promociones de vivienda o grandes plantas de producción.

En otras ciudades de mayor envergadura, o en otras localidades con menor vigilancia arqueológica, hay constancia de que los bienes de interés cultural se ocultan en detrimento de las nuevas construcciones, pero aquí contamos con suficientes mecanismos de protección”.

Carmona cuenta con diversos lugares bien delimitados y de gran interés. Posee, entre otros muchos elementos, dos alcázares en pie, varias iglesias, monumentos, palacios y una necrópolis romana de enormes dimensiones descubierta a finales del siglo XIX que fue el epicentro de la cultura arqueológica que estaría por construirse a lo largo de las siguientes décadas.

Pero entender el itinerario de Carmona es ir mucho más allá de la guía turística. Comprender Carmona es interiorizar que cada resquicio de historia interseca con la propia existencia de las personas.

A simple vista, parece que nos encontramos ante la típica villa sevillana de carácter sociable y ameno, volcada en unas raíces que pueden parecer solamente católicas, pero que guardan en su gesto costumbres de las sucesivas culturas que han ido esculpiendo el carácter y la forma del lugar. En las calles de un pueblo tan avanzado a nivel económico, tecnológico y social, podemos observar con cierta sorpresa cómo los vecinos, habitualmente las mujeres de cierta edad, friegan a menudo el trozo de acera que va a dar a la puerta de su casa.

Esta tradición proviene de la época musulmana y pone de manifiesto que el patrimonio que define a Carmona, a Andalucía, a España, no es solamente aquel que se mantiene en pie o se desentierra, ni el que hace de la riqueza artística algo tangible y tasable, sino que permanece en la misma sociedad compartiendo espacio con las nuevas formas de vida y siendo ejemplo y base de todo lo que está por llegar y construirse.

La sociedad carmonense ha hecho del patrimonio parte de sus hogares, de sus paseos, de su forma de relacionarse con el entorno y, también, de su sustento.

Conviviendo con el pasado

Uno de los accesos más importantes de la ciudad antigua es la Puerta de Sevilla, la cual forma parte del Alcázar de Abajo. Esta fortificación, que en su día fue casi inexpugnable, se erige como una línea temporal de todas las culturas que han penetrado en el sur de nuestra península.

Puerta de Sevilla en la muralla de Carmona
La Puerta de Sevilla, antiguo acceso de la muralla de Carmona, es una de las entradas más importantes de la ciudad junto con la Puerta de Córdoba. Marca el inicio del casco antiguo de la ciudad. Foto: Juan Manuel Román.

Desde la época cartaginesa, pasando por la romana o la almohade, cada pueblo ha dejado su impronta en un singular bloque de piedra que definía el carácter, los avances y los caprichos de cada civilización hasta llegar a la actualidad.

La Puerta de Sevilla es una entrada hacia la historia y, al igual que en el resto de la muralla, varios locales y propiedades están adheridos a su superficie. No es poco común que muchas de las viviendas unifamiliares queden solapadas a esta fascinante fortificación que un día protegió a la ciudad.

Este es el caso de la vivienda de Julia, una joven estudiante carmonense. Ella nos muestra orgullosa las particularidades del hogar donde reside con su familia. Dentro del mismo se encuentran varios elementos interesantes. La misma muralla tartésica que envuelve la ciudad se mantiene como una de las paredes de su casa.

Además de este trozo de muro, Julia convive con un paño de la muralla almohade y con un trozo de un molino de aceite de la Edad Moderna. La vivienda, que fue construida hace algo más de veinte años, es objeto de estudio y archivo de los expertos, con los que la familia guarda una estrecha relación.

La muralla tartésica envuelve la ciudad de Carmona y forma parte de las viviendas. Por ejemplo, en la casa de Julia se mantiene como una de las paredes (imagen superior). Además, la joven convive con un paño de la muralla almohade y con un trozo de un molino de aceite de la Edad Moderna. Foto: Juan Manuel Román.

“Recuerdo que cuando era niña los arqueólogos visitaban mi casa”, comenta Julia. “Una vez, durante mi fiesta de cumpleaños, una parte del muro se estaba desprendiendo. Los arqueólogos nos dijeron que había sitios del patio por donde no podíamos pasar y mi madre se pasó toda la celebración atenta, vigilando cada paso que daban los niños invitados. Fue una locura”, evoca con sentido del humor.

Cortesía de Muy Interesante



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