La importancia de saber esperar (Parte 2 de 2)

Un patrimonio sólido no se construye de la noche a la mañana. Toma muchos años: toda nuestra vida productiva. El tiempo es el mejor aliado de las inversiones. Es clave, por lo tanto, saber esperar.

En la primera parte hablé sobre esto y sobre el concepto de la gratificación diferida. Expliqué el famoso experimento del malvavisco y algunas de sus conclusiones.

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Lamentablemente, la gente hoy está muy acostumbrada a lo contrario: a la gratificación inmediata. Tener todo hoy y pagarlo después. Un claro ejemplo de esto es el enorme éxito y la importancia que han tenido, desde hace muchos años, las promociones a “meses sin intereses”. Son esenciales para la supervivencia de muchísimos comercios. Hoy ya no se podría concebir una venta especial como “El Buen Fin” sin esta posibilidad.

Claro que estas promociones tienen ventajas para los que saben manejar su dinero. Pero también grandes inconvenientes: muchos terminan usando el dinero que ganan hoy, para pagar las mensualidades de algo que ya compraron en el pasado.

¿Cuál es el problema de esto? Que uno tiene menos dinero disponible para otras cosas que pueden ser más importantes. Restan capacidad de ahorro, que es necesaria para construir patrimonio.

Debo enfatizar algo importante, porque me han acusado de “satanizar” al crédito incluyendo los meses sin intereses. Son una herramienta que nos puede ayudar, pero que mal utilizada, también nos puede dañar.

Yo he comprado, como todos, a meses sin intereses. Alguna vez lo he hecho bien y otras mal. He aprendido de esos errores. La primera vez que lo hice me di cuenta perfectamente que parte del dinero que recibía estaba comprometido: tenía que usarlo para pagar la mensualidad. Eso me obligó a restringir mi gasto en una época en la que ganaba poco. Fue una sensación muy desagradable para mí. Experimenté tener un presupuesto aún más ajustado, esa falta de libertad. Incluso tuve que dejar pasar una oportunidad importante, por falta de liquidez.

Entendí entonces que el problema no es la herramienta, sino la cultura, la mentalidad y los paradigmas que nos han creado como sociedad.

Cuando era chico, los “meses sin intereses” no existían. Mis abuelos tenían una mentalidad distinta. Ellos construyeron un patrimonio desde cero, gracias a un manejo muy cuidadoso del dinero que ganaban (incluso, era demasiado conservador, porque a ellos les tocó vivir una guerra). Pero lo lograron, gracias a cuatro ingredientes fundamentales: cultura, tiempo, constancia, disciplina. Quizá valdría la pena añadir mentalidad.

¿Te has dado cuenta de qué significa ahorrar? Es, curiosamente, hacer exactamente lo opuesto: pagar hoy y comprar después (una vez que tengo el dinero en mano). De esta manera no le estoy robando dinero al futuro: estoy poniendo dinero hoy para construir ese futuro que quiero tener. Ese es un cambio de mentalidad importante y pienso que muchas personas se beneficiarían de ello.

Esto tiene además otras ventajas: si tus metas o tus necesidades cambian, siempre tienes la posibilidad de reasignar esos recursos que has ahorrado. Eso te da mucho más flexibilidad financiera y una sensación muy grata de libertad.

Pero si en cambio tienes tu dinero comprometido en pagar los “meses” de lo que ya compraste, tienes poco margen de maniobra porque tu dinero ya está atado.

¿Eso significa que el crédito es malo? No necesariamente. Como mencioné: es una herramienta que te puede ayudar, si la utilizas con cuidado.

Te doy un ejemplo: mi casa la compré con una hipoteca de 15 años. Pero fui inteligente y la terminé de pagar en poco más de cinco años. ¿Cómo le hice? Cada mes pagaba más de mi mensualidad. Ademas, usaba parte de mi ahorro, aguinaldo, bonos y otros ingresos irregulares para hacer abonos a capital. Destinaba a mi crédito lo más que podía, pero sin descuidar ni dejar de lado mi ahorro para el retiro. Eso además me ahorró un montón de dinero en intereses.

Quiero terminar enfatizando el poder de la gratificación diferida, de saber esperar. Nos da libertad, flexibilidad, opciones. Es la clave para construir patrimonio: lo único que necesitamos es ahorrar una porcentaje fijo de nuestro ingreso cada mes e invertirlo en un portafolio a largo plazo, eficiente y de bajo costo. Durante toda nuestra vida productiva: 40 años.

Cuando uno empieza, el dinero es poco y el crecimiento parece escaso. Pero a medida que vamos juntando más (y se suman los rendimientos), el rendimiento se potencia. De eso se trata el interés compuesto: es exponencial. Claro, en el camino hay ciclos, minusvalías y volatilidad: por eso es tan importante que nuestro portafolio sea adecuado a nuestra tolerancia al riesgo. El que lo entiende y sabe esperar, recibirá una gran recompensa.

Cortesía de El Economista



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