La primera revisión sexenal del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), programada para julio de 2026, ya activó al gobierno y al sector privado. Para los empresarios, se trata de un momento decisivo: blindar la competitividad de América del Norte y consolidar a México como un socio estratégico en la economía global. A través de las consultas abiertas por la Secretaría de Economía, los organismos empresariales empiezan a trazar lo que llaman su “piso mínimo”, una agenda que pasa por certidumbre jurídica, reglas claras, atracción de inversiones y cadenas de valor más sólidas.
El Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce) asume un papel central. Su presidente ejecutivo, Sergio Contreras, recordó que el mecanismo de consultas, abierto por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos y la Secretaría de Economía, permitirá a empresas, organizaciones y ciudadanos plantear propuestas antes de la revisión conjunta. El COMCE, como parte del “Cuarto de Junto”, llevará la voz de la industria mexicana con el respaldo de expertos que han acompañado negociaciones anteriores.
Para el Comce “Hecho en México” debe convertirse en un sello de confianza regional. La propuesta va más allá de un lema publicitario y busca que las manufacturas mexicanas —que representan 90% de las exportaciones— se identifiquen en el mundo con calidad y contenido regional. Según estimaciones del Atlas de Complejidad Económica de Harvard, México puede sumar hasta 123,000 millones de dólares en exportaciones en rubros como semiconductores, equipo médico, celulares y medicamentos empacados.
El organismo empresarial ya cuenta con un diágnostico de los temas críticos y la visión empresarial rumbo a la revisión del T-MEC, en el cual están las reglas de origen, los aranceles al acero y aluminio y la agroindustria. También preocupa el uso recurrente del Mecanismo de Respuesta Rápida en materia laboral, que debería aplicarse con evidencia y no como herramienta de presión.
En el mismo se propone crear un capítulo en el T-MEC sobre minerales críticos como litio, grafito y tierras raras, claves para semiconductores, baterías y energías limpias. México, productor relevante, podría así consolidarse como socio estratégico de una Norteamérica más verde y tecnológica.
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) coincide en la urgencia de blindar la competitividad. Para este organismo, las consultas deben ser incluyentes, transparentes y con la participación de todos los sectores. Su presidente nacional, Juan José Sierra, insiste en que el T-MEC respalda más de 17 millones de empleos y un tercio del PIB mundial, por lo que las reglas no pueden definirse a puerta cerrada.
Coparmex enfatiza la necesidad de atraer inversión hacia energía, minería, infraestructura y agroindustria, tras una misión empresarial a Canadá que confirmó el interés de ese país en fortalecer la cooperación. El organismo también pide integrar a las mipymes en las cadenas regionales y garantizar un marco regulatorio que dé certeza en materia digital, ambiental y de propiedad intelectual.
Otros actores empresariales refuerzan la agenda. La Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) advierte sobre el riesgo de que Estados Unidos endurezca las reglas de origen y utilice la Sección 232, que se refiere a tarifas de importación establecidas por el presidente de Estados Unidos para proteger la seguridad nacional, basadas en investigaciones del Departamento de Comercio, como medida proteccionista. Su llamado es a negociar con realismo y con base en los problemas de la industria, tomando en cuenta a las micro y pequeñas empresas.
La Confederación de Agentes Aduanales de la República Mexicana (CAAAREM) recuerda que el T-MEC ya transformó la dinámica fronteriza y considera que ahora es momento de presentar propuestas prácticas para mejorar los procesos aduaneros. Su presidente, José Ignacio Zaragoza, habilitó un micrositio para que más de 800 agentes registren ideas que modernicen la operación comercial.
La voz de la manufactura de exportación, organizada en el Consejo Nacional Index, aporta otra visión. La principal preocupación son los aranceles estadounidenses que podrían dañar la integración productiva regional. Humberto Martínez Cantú, presidente de Index Nacional, afirma que el organismo mantiene un cabildeo intenso en Washington y contacto permanente con legisladores para mostrar a México como socio estratégico y no como competidor.
Index recuerda que el sector IMMEX genera 62% de las exportaciones nacionales y que su red de 18 asociaciones y una oficina en Estados Unidos está lista para apoyar la revisión con propuestas técnicas.
La Secretaría de Economía, bajo el liderazgo de Marcelo Ebrard, también anunció un proceso nacional de consulta en las 32 entidades. La instrucción de la presidenta Claudia Sheinbaum es escuchar a gobiernos locales, cámaras y empresas para identificar prioridades según el perfil de cada estado.
Hasta ahora se han recibido miles de aportaciones en plataformas digitales y correos. Estas serán sistematizadas para detectar coincidencias y definir la posición mexicana.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) considera que las consultas públicas abiertas en México y Estados Unidos marcan el arranque formal de la revisión del T-MEC. Para el país, este proceso es clave para impulsar una agenda de apertura e integración regional y llegar mejor preparado a la revisión de julio de 2026.
El think tank propone aprovechar las audiencias en Estados Unidos para movilizar a los aliados de México en ese país: empresas mexicanas con operaciones relevantes allá, corporaciones estadounidenses con presencia en México, legisladores influyentes, cámaras empresariales, centros de investigación y gobiernos estatales.
Cortesía de Expansión
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