Desde Río de Janeiro
Dos semanas después del encuentro – medio casual, medio consciente – entre Lula y Trump, en los bastidores de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando prometieron volver a encontrarse, los dos presidentes han tenido una conversación telefónica por 30 minutos.
La conversación es importante, porque puede dar continuidad a la normalización entre los dos gobiernos, despues del tarifazo que los Estados Unidos impuso a Brasil, a comienzos de julio, del 50 por ciento de tarifas sobre los produtos exportados hacia EEUU.
El impacto de esas tarifas altísimas ha sido gradualmente neutralizado, sea por el apoyo que el gobierno brasileno ha dado a los sectores más perjudicados – especialmente sectores de la industria -, sea por la relativización que el propio gobierno norteamericano ha implementado, retirando gradualmente a varios sectores de la economía brasileña de las altas tasas que habían sido impuestas.
La llamada telefónica confirmó que la relación entre los dos presidentes ha pasado a ser directa, eliminando la acción de miembros de la familia de Bolsonaro, que intentaron instrumentalizar sus entonces relaciones directas con la Casa Blanca en contra de la condena y prisión de Bolsonaro. Éste se encuentra en prisión domiciliaria hace ya varias semanas y está cerca de ser condenado por el proceso de participación en el intento de golpe que buscaba impedir la toma de posesión de Lula para su tercer mandato.
En la conversación no se tocó ese tema, confirmando que esa intermediación ya no existe. Lula trató de centrar el diálogo en los temas tarifarios, buscando que el gobierno de Estados Unidos reduzca las que todavía existen y termine con las sanciones a miembros del gobierno brasileño involucrados en procesos judiciales, que hoy tienen prohibida la entrada a Estados Unidos.
Esas solicitudes de Lula no han tenido, hasta ahora, respuesta del gobierno estadounidense. A la vez, Trump ha nombrado a un asesor, Marco Rubio, que tiene un fuerte tono ideológico en contra de los países latinoamericanos – especialmente Cuba y Venezuela – para ser el interlocutor con Fernando Haddad, con el fin de dar continuidad a las negociaciones. Habrá que ver cuánto esto dificultará esa continuidad.
Fueron difundidas fotos de Trump, en una sala privada, oyendo el discurso de Lula en la ONU, que tuvo un carácter frontalmente opuesto al que hizo, enseguida, Trump, en la misma tribuna. En su discurso, Lula destacó la necesidad de que se abandonen las medidas de boicot y cerco comercial contra Cuba por parte de Estados Unidos.
Por lo tanto, cuando se afirmó que había una “buena química” entre los dos mandatarios, Trump ya conocía los términos del discurso de Lula. Aun así, pasó a apostar por las relaciones personales, directas, entre ambos.
Que prometen encontrarse personalmente, sea en una próxima reunión en Malasia, a fines de este mes, en el marco de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, o en la COP30, que se realizará en Belém do Pará, en el norte de Brasil, el próximo mes, para la cual Lula ha invitado a Trump, a pesar de las enormes diferencias entre ambos sobre los temas de esa reunión.
Por lo menos se ha confirmado, en la llamada que mantuvieron, que la “buena química” existe, por la confianza mutua que demostraron y por evitar temas que los oponían, como la amnistía a los golpistas y, especialmente, a Bolsonaro, y el tema de las Big Techs. Se supone que vuelvan a encontrarse, en Brasil, en Estados Unidos o en Malasia, como aventuraron en la amable conversación de media hora que mantuvieron.
Cortesía de Página 12
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