La migración negativa que registra Israel por las familias que dejan el país tras la guerra desatada el 7 de octubre

    • Autor, Reda El Mawy
    • Título del autor,
    • Autor, Michael Shuval
    • Título del autor, Servicio Árabe de BBC News

Para una familia israelí los ataques liderados por Hamás el 7 de octubre de 2023 y la posterior guerra en Gaza fueron el punto de inflexión en su decisión de abandonar el país. Para otra familia judía en el extranjero, estos sucesos y un aumento del antisemitismo cristalizaron su deseo de mudarse a Israel.

Estos viajes opuestos se producen a medida que el número de personas que abandonan el país supera al de las que llegan, según la Oficina Central de Estadística de Israel.

En el apartamento de Nofar y Eyal Avidan en el piso 15 en Ramla, en el centro de Israel, una empresa de mudanzas empaca las pertenencias de la pareja en grandes cajas de cartón. Las etiquetas de envío dicen “Ottawa, Canadá”.

“No me arrepiento”, dice Nofar mientras alimenta a su hija de 7 meses, Shina. Ella usa la palabra “reubicarse”, un término utilizado por muchos judíos que abandonan Israel, lo que implica la posibilidad de regresar.

La palabra “irse” tiene mucho peso y puede sugerir dar la espalda a su patria.

Esta profesora de inglés de 39 años dice que ella y su marido ya habían estado pensando en mudarse al extranjero incluso antes de los ataques liderados por Hamás contra Israel en 2023.

Los ataques los empujaron a tomar una decisión, convenciéndolos de que era el momento adecuado para marcharse.

“Queremos algo diferente para nuestra familia, para Shina”, dice ella.

En busca de una vida pacífica

Mientras empacan los últimos adornos, Eyal, que es abogado, dice: “Estamos buscando algo más allá de la comodidad de nuestra casa, anhelamos una vida pacífica”.

Mientras planeaban su mudanza, visitaron Canadá, donde muchos de sus amigos ya se han establecido y donde no necesitarán aprender un idioma nuevo.

Una mujer rodeada de cajas de cartón mueve las manos mientras parece hablar con alguien. Sujeta la comida que le está dando al bebé sentado frente a ella en una trona.

“Soy una judía orgullosa y una sionista orgullosa, pero no deseo que mi hija sea definida como judía, sino como persona”, dice Nofar.

“Siento que Canadá le ofrecerá una oportunidad de vida igualitaria, más que Israel, porque en Israel hoy en día son los ultraortodoxos quienes reciben toda la atención [del gobierno]”, expone.

“Los políticos en Israel no están a favor de las personas trabajadoras que contribuyen a la economía… Somos la mayoría, y nos sentimos ignorados, invisibles”, añade.

Alude al gobierno de coalición del primer ministro, Benjamin Netanyahu, ampliamente visto como el más religioso y de línea dura en la historia de Israel, con partidos de ultraderecha y ultraortodoxos ejerciendo una gran influencia sobre políticas clave.

Algunos israelíes sienten que vivir en Israel siempre ha conllevado desafíos.

“Incluso antes del 7 de octubre, no podíamos ver ninguna perspectiva en nuestro futuro”, dice Nofar, que cree que la vida se ha vuelto más difícil desde el estallido de la guerra en Gaza.

Ella dice que no es normal tener que correr a un refugio o habitación segura cada vez que escuchan sirenas que advierten de un ataque con cohetes, “incluso aunque suceda solo una vez a la semana”.

“Criar hijos aquí en una guerra sin un final a la vista no es normal. Justo hace una hora, se dispararon cohetes contra Ashdod, no muy lejos de aquí. Hay mucha pena y dolor a nuestro alrededor”.

Se refiere al creciente número de cohetes lanzados por Hamás y otros grupos militantes desde Gaza contra ciudades israelíes desde el comienzo de la guerra.

Un hombre con polo gris y pantalones oscuros arrodillado mientras envuelve con cinta adhesiva un objeto grande en plástico de burbujas. Detrás de él, hay cajas de cartón y otro hombre.

Eyal teme que la sociedad israelí se haya vuelto “cada vez más violenta”, incluso desde antes de la guerra, y dice que ha visto comportamientos agresivos “en las carreteras, en espacios públicos, en bloques de apartamentos… y esto empeoró con la guerra”.

Las muertes en carretera aumentaron un 22% en 2024 en comparación con 2023, según la Oficina Central de Estadística de Israel (CBS).

El impacto del 7 de octubre en la sociedad

Según el Centro de Jerusalén para Asuntos de Seguridad y Exteriores (Jcsfa, por sus siglas en inglés), un centro de análisis, los ataques del 7 de octubre de 2023 tuvieron un profundo impacto emocional y en el comportamiento en la sociedad israelí.

En junio de 2024, una comisión del Knesset, el parlamento israelí, sobre la mujer y la igualdad de género escuchó que ha habido un aumento en las denuncias de violencia doméstica desde el comienzo de la guerra.

La organización Madres en el Frente (Mothers on the Front) declaró: “Un hombre que regresa con postrauma – es algo que afecta a hogares enteros en Israel. Las respuestas violentas son, a veces, reprimidas y no tratadas, y las mujeres se avergüenzan de quejarse”.

Además, después de octubre de 2023, el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, de extrema derecha, aceleró las reformas para flexibilizar las leyes de armas, lo que desencadenó un aumento en las solicitudes de licencias de armas de fuego.

Desde entonces, los medios israelíes informan que ha habido más de 400.000 solicitudes, de las que poco más de la mitad recibieron una aprobación condicional.

El Jcsfa se encuentra entre los preocupados de que la creciente presencia de armas en las calles pueda fomentar la violencia armada.

Nofar y Eyal explican que también hay otros factores que han influido en su decisión.

“El costo de la vida se encareció, y tuvimos que pagar más impuestos desde que comenzó la guerra”.

Un camión naranja retrocede mientras Nofar, con su niña en brazos, y Eyal lo observan aproximarse.

A principios de 2025, los principales fabricantes de alimentos anunciaron una nueva ola de subidas de precios.

Y, si bien el costo de la vida se ha convertido en un problema en todo el mundo, un informe del club de naciones industrializadas de la OCDE en abril de este año decía que “el nivel de precios comparativo de Israel se encuentra entre los más altos de la OCDE”.

También ha habido aumentos de impuestos en Israel para ayudar a cubrir los costos de la guerra en curso: en enero de 2025, el IVA subió del 17% al 18%, y los empleados del sector público experimentan lo que se les ha comunicado que es una reducción temporal de salarios. (Esto no afecta a Nofar y Eyal, que trabajan en el sector privado).

Una tendencia que venía de antes

Danny Scherer, que supervisa la mudanza del apartamento de los Avidan, dice que comenzó a notar un aumento en el número de personas que abandonan Israel antes de los ataques del 7 de octubre.

Estima que su empresa pasó de gestionar 400 casos al año en 2022 a más de 700 a mediados de 2023.

Atribuye ese salto a la crisis de la reforma judicial que estalló en 2023 y provocó protestas masivas ese verano boreal.

El gobierno de Netanyahu logró implementar algunas de sus reformas, que tenían como objetivo limitar los poderes del Tribunal Supremo al restringir su capacidad para anular leyes, mientras daban al gobierno un mayor control sobre los nombramientos judiciales.

Los partidarios argumentaban que los jueces intervenían excesivamente en las decisiones políticas, mientras que los críticos consideraban las reformas como una amenaza a la democracia.

Scherer dice que una gran proporción de las personas a las que ayuda a mudarse son profesionales que tienden a ir a Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

Según la Autoridad de Innovación de Israel, que promueve la investigación y el desarrollo y el emprendimiento tecnológico, el número de empleados de alta tecnología en Israel disminuyó en 2024 por primera vez en al menos una década.

Entre octubre de 2023 y julio de 2024, aproximadamente 8,300 trabajadores de alta tecnología abandonaron Israel por un año o más, alrededor del 2,1% de la fuerza laboral del sector.

En general, el número de ciudadanos israelíes que abandonaron el país fue superior al número de personas que se mudaron a él entre 2023 y 2024, según la Oficina Central de Estadística de Israel (CBS), que procesa y publica datos oficiales.

En ese período, 82.700 se fueron, mientras que solo 60.000 llegaron.

“Esta es solo la tercera vez que esto ocurre desde la fundación del Estado de Israel hace 77 años”, dice el profesor Sergio Della Pergola, presidente de la Unidad Europea de Demografía Judía en el Instituto para la Investigación de Políticas Judías.

“Las dos primeras veces, a principios de la década de 1950 y mediados de la de 1980, las causas fueron principalmente económicas. Pero esta vez hay una combinación de razones: seguridad, guerra y, por supuesto, la economía, aunque hay otras razones acumulativas”, añade.

Él cree que esta tendencia probablemente continuará en 2025, aunque de forma menos marcada.

Una mujer, vestida de negro, junto a la olla en que cocina la comida para su familia.

El profesor Della Pergola dice que la invasión rusa de Ucrania en 2022 provocó inicialmente un aumento en la llegada de personas a Israel procedentes de esos países, ya que algunos huían de la guerra o del servicio militar obligatorio, pero la migración desde allí se ha vuelto a ralentizar.

La migración judía a Israel se conoce como Aliyah, y una mezcla de factores espirituales y económicos motiva a las personas a tomar la decisión de mudarse.

Para algunos, los ataques del 7 de octubre desafiaron la idea de que Israel es el máximo refugio seguro para el pueblo judío.

Otros dicen que el antisemitismo que experimentaron después de los ataques y la posterior guerra en Gaza los impulsó a mudarse a Israel.

Los que hacen el viaje inverso

En su pequeño apartamento en Ashkelon, unos 20 kilómetros al norte de Gaza, Simha Dahan está preparando una comida familiar tradicional para el Año Nuevo judío, Rosh Hashaná.

Media cabeza de carnero, prolijamente cortada, hierve a fuego lento en la olla.

“Solía prepararla con una cabeza de pescado en Mánchester, aquí uso una cabeza de carnero. La prefiero con la cabeza de pescado, pero la lengua está deliciosa”, dice, sosteniéndola en la mano.

La cabeza de carnero tiene muchas referencias simbólicas, una de ellas es la esperanza de estar “a la cabeza, no a la cola” del año venidero.

En el pasado, sus ocho hijas se reunían alrededor de la mesa de la cocina en su casa en Mánchester, en Reino Unido, para la celebración. Pero cuando Simha y su marido Meir se mudaron a Israel en agosto de 2024, cuatro se quedaron atrás.

Los miembros de esta pareja ultraortodoxa son judíos sefardíes, un término utilizado para referirse a los descendientes de judíos de lugares alrededor del Mediterráneo, incluidos España, Portugal y el norte de África.

Cuatro personas sentads en un sofá: un hombre y tres mujeres.

Simha nació en Francia y se mudó a Reino Unido en 1992. Más tarde se casó con Meir, quien dejó su Marruecos natal a los 14 años para unirse a una yeshivá, una escuela religiosa judía, en Mánchester.

Él es un shochet, un carnicero kosher, y regresa regularmente a Reino Unido para trabajar mientras espera una licencia para hacer ese trabajo en Israel.

Simha se ofreció anteriormente como voluntaria como doula, una asistente de parto judía, en Mánchester, un rol que espera desempeñar profesionalmente en Israel.

“Es una mudanza que siempre quisimos hacer, pero estábamos esperando que nuestras hijas mayores terminaran su educación”, cuenta Meir.

Simha dice que “el antisemitismo comenzó a crecer antes del 7 de octubre, pero se disparó desde entonces”.

Añade que en su comunidad “los hombres dejaron de usar la kipá [solideo judío] cuando salían” y ella o sus hijas no se sentían seguras para salir a altas horas de la noche.

“Cuando vi a gente con carteles que decían ‘Palestina Libre’ me sentí amenazada porque no sabía lo que significaba para ellos, cómo actuarían al respecto”, agrega, y explica que otra persona de su comunidad oyó lenguaje agresivo que amenazaba a los judíos.

Dice que la gota que colmó el vaso fue cuando su hija llegó a casa llorando después de que alguien con una camiseta de Palestina Libre le diera lo que describió como una “mirada sucia”, aunque no estaba claro si sabían que era judía.

El reciente ataque frente a una sinagoga en Mánchester ocurrió a poca distancia de su antiguo hogar, y dice que uno de los hombres que murieron era un cliente habitual de un supermercado donde ella solía trabajar.

Dos agentes de policía y otra persona en pie en una calle. Otra persona, vestida de blanco, arrodillada frente a ellos, trabaja en la escena del crimen en que se produjo el ataque a la sinagoga de Manchester.

Fuente de la imagen, Reuters/Phil Noble

Simha cree que Israel proporciona un nivel de seguridad y protección que los judíos no pueden disfrutar en ninguna otra parte del mundo.

“Puedo salir a cualquier hora de la noche sin miedo. Siempre hay soldados y ciudadanos armados que pueden intervenir y protegerte si algo sucede”, dice.

Pero ¿qué opina sobre vivir en un país en guerra, donde el 7 de octubre de 2023 militantes de Hamás y otras facciones armadas mataron a unas 1.200 personas y tomaron 251 rehenes?

Su nuevo hogar está a solo unos kilómetros de Gaza, donde los ataques israelíes subsiguientes han matado a más de 66.000 personas, según cifras del Ministerio de Salud gazatí

Su respuesta llega sin dudar: “No me importa. No tengo miedo, me siento segura aquí”.

Cuando se le pregunta qué piensa sobre los israelíes que han abandonado el país a causa de la guerra, responde: “Sé que algunos se fueron porque querían ganar más dinero o dicen que no se sienten seguros, pero no estoy de acuerdo con ellos”.

Y explica: “Cuando la sirena advierte de un ataque con cohetes, agarramos agua, vamos al refugio, seguimos las actualizaciones en el teléfono y salimos una vez que termina la alarma”.

Dice que se siente en deuda con Israel y que no le importaría que sus hijas fueran reclutadas para el frente, en Gaza o en otro lugar.

Dos de sus hermanos sirvieron en Gaza durante varios meses. “Es parte de conectarse con nuestra identidad judía en Israel”, indica.

Admite que extraña algunas partes de su antigua vida en Mánchester: amigos, hijas, nietos y su casa grande. Y aunque eligieron Israel como su hogar, dice que todavía se siente mancuniana (de Mánchester) y que su esposo se siente marroquí.

“Pero no me arrepiento”, concluye.

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Cortesía de BBC Noticias



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