Una de las misiones científicas más importantes de nuestros tiempos se acaba de apagar para siempre, en el más absoluto sigilo, dejando a su paso importantes lecciones sobre el universo que nos rodea y nuestro lugar en el cosmos. Se trata de la nave espacial Gaia, el gran telescopio europeo que ha dedicado más de una década al estudio de nuestra Vía Láctea. Hace tan solo unos días, la Agencia Espacial Europea envió el comando final a la nave ordenándole que se apagara y, paralelamente, la redirigió hacia una “órbita de retiro”, donde permanecerá inerte hasta desintegrarse por completo. “Los datos recopilados por Gaia son un tesoro único para la investigación“, recuerda Johannes Sahlmann, uno de los científicos a cargo de este proyecto, durante la despedida final de este telescopio.
Gaia inició su aventura espacial en el año 2013, cuando se despidió de su planeta madre y emprendió un viaje de 1,5 millones de kilómetros hasta el conocido como punto de Lagrange L2, un lugar estratégico en nuestro vecindario galáctico en el que este tipo de misiones pueden un entorno gravitacional y térmico muy estable. Desde allí, esta nave espacial europea dedicó más de una década a cartografiar nuestra galaxia y a recopilar todo tipo de datos sobre el universo que nos rodea. Por ejemplo, logró crear el mapa más completo de nuestra galaxia, con información sobre más de 330.000 estrellas.
Gracias a este proyecto disponemos de un mapa detallado de nuestra galaxia, con información sobre más de 330.000 estrellas
Según explican los responsables de la misión, Gaia se ha tenido que apagar por falta de combustible para seguir operando. El telescopio realizó su última observación el 15 de enero de 2025. Después se inició una compleja coreografía de operaciones para ir apagando todos los sistemas de este aparato, enviar órdenes para evitar que se vuelva a encender en un futuro y, sobre todo, dedicar los últimos restos de combustible para alejar esta nave de su actual hogar y enviarla hacia una órbita de retiro. Esta decisión, afirman los expertos, está pensada para que esta región del espacio, donde ahora habitan misiones como el telescopio espacial James Webb o la misión Euclid, no esté abarrotada por misiones en desuso.
Mapa químico de la Vía Láctea. El color indica la metalicidad estelar. Las estrellas más rojas son más ricas en metales. / GAIA
La buena noticia es que, aunque el telescopio Gaia se haya apagado para siempre, los datos que ha recopilado en los últimos años darán lugar a publicaciones científicas durante muchos años más. En 2026, por ejemplo, se prevé la publicación del cuarto catálogo cósmico elaborado a partir de esta misión. Después se espera una entrega final aún más grande a partir de 2030 que, según explican los expertos, será clave para agudizar nuestra comprensión científica del cosmos. Mientras, también se está trabajando para recopilar todos los datos recopilados a lo largo de la vida de Gaia y publicarlos en abierto para que todo el mundo pueda acceder a su legado.
Durante su despedida final, antes de apagar definitivamente todos los comandos y cortar las comunicaciones entre la nave y el centro de control, los responsables de la misión enviaron varios mensajes de agradecimiento al telescopio Gaia. Por ejemplo, escribieron mensajes de despedida para sobrescribir el software que permitía el funcionamiento de la memoria interna de Gaia. También se grabaron los nombres de los más de 1.500 profesionales que han contribuido al éxito de esta misión, desde su lanzamiento hasta sus momentos finales. “Nunca olvidaremos a Gaia y Gaia nunca nos olvidará a nosotros“, afirma Uwe Lammers, director científico de esta histórica misión que ahora se apaga para siempre.
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Cortesía de El Periodico
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