Durante décadas, en la cripta de una pequeña iglesia austríaca, los visitantes se encontraban con el cuerpo sorprendentemente entero de un sacerdote. Sin vitrinas climatizadas ni tratamientos modernos, el torso del llamado “capellán secado al aire” desafiaba el paso del tiempo. Algunos decían que se trataba de un milagro; otros, de una momificación natural provocada por las corrientes de aire del lugar. Nadie lo sabía con certeza. Hasta ahora.
Un equipo multidisciplinar de científicos ha resuelto el misterio. En un estudio publicado en la revista Frontiers in Medicine, se detalla que el cuerpo pertenece a Franz Xaver Sidler von Rosenegg, un sacerdote aristócrata fallecido en 1746. Y lo más impactante es cómo fue conservado: con una técnica de embalsamamiento completamente desconocida hasta la fecha, que consistía en introducir por el recto materiales absorbentes como astillas, tejidos y ramas, junto con una sustancia química de gran poder deshidratante: el cloruro de zinc.
Una iglesia y un cuerpo con historia
La momia se encuentra en la iglesia de St. Thomas am Blasenstein, en la Alta Austria. Desde hace más de un siglo, los habitantes del pueblo conocían la existencia de ese cuerpo conservado de manera singular, pero no fue hasta tiempos recientes que se aplicaron tecnologías modernas para estudiarlo. La identidad del cuerpo fue finalmente confirmada gracias a análisis forenses, datación por radiocarbono y estudios de isótopos estables, que encajaban perfectamente con los datos biográficos de Sidler.
El sacerdote tenía entre 35 y 45 años cuando murió y medía alrededor de 1,76 metros. Su esqueleto no presentaba signos de trabajo físico intenso, lo cual concuerda con su vida clerical. Además, el análisis químico de sus tejidos reveló una dieta rica en proteínas animales y cereales centroeuropeos, lo que sugiere un nivel socioeconómico alto, como cabría esperar de un miembro de la nobleza eclesiástica.

Una causa de muerte que deja huella en los pulmones
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es el diagnóstico póstumo de una tuberculosis pulmonar activa. El análisis histológico mostró calcificaciones características de esta enfermedad en los ganglios linfáticos y una cavidad con restos de osificación en el lóbulo inferior del pulmón derecho. Este tipo de lesiones son consistentes con una infección crónica avanzada, y los autores del estudio sostienen que “esta última puede haber causado una hemorragia pulmonar aguda que probablemente fue la causa de la muerte”.
El estilo de vida del sacerdote también dejó huellas visibles. Sus dientes presentaban signos de desgaste compatibles con el uso habitual de una pipa, y sus pulmones mostraban pigmentación por antracosis, causada por la inhalación prolongada de humo. Aunque esta condición en sí no es letal, es un indicio de exposición continua al humo de tabaco o de fuego abierto, como era común en la época.

Una técnica de embalsamamiento sin precedentes
El dato más llamativo de la investigación es la técnica de conservación del cuerpo. A diferencia de los procedimientos tradicionales, en los que se abre el abdomen mediante incisiones, en este caso los materiales fueron introducidos por vía rectal. El análisis del contenido abdominal reveló una mezcla de astillas de madera de abeto y pícea, fragmentos de ramas, telas de lino, cáñamo y lino, y restos de objetos decorativos como una cuenta de vidrio que posiblemente pertenecía a un rosario.
Además, el análisis toxicológico indicó niveles muy elevados de zinc en los tejidos, especialmente en forma de cloruro de zinc, una sustancia higroscópica conocida por sus propiedades deshidratantes. Según los autores del estudio, “esta mezcla de materiales absorbentes y desecantes químicos fue probablemente la clave para la excelente conservación del tronco del cuerpo”.
Este procedimiento, inédito hasta ahora, parece haber sido una práctica sencilla pero eficaz de embalsamamiento, posiblemente utilizada de forma local y transmitida oralmente, sin dejar registro escrito. El hecho de que la cara y las extremidades estén mucho peor conservadas que el torso refuerza la idea de que la intervención se centró en el interior del abdomen, y no en un tratamiento superficial del cuerpo.

¿Por qué embalsamarlo así?
El estudio sugiere varias razones por las que se pudo aplicar esta técnica. Una de ellas es que se preparara el cadáver para su traslado, algo común en el contexto religioso de la época. Otra posibilidad es que se quisiera evitar la propagación de enfermedades asociadas a los “miasmas”, una creencia común antes del desarrollo de la microbiología.
Hay indicios de que existieron tradiciones similares en otras regiones de Europa. Por ejemplo, en Inglaterra, durante el siglo XVIII, algunos carpinteros-embalsamadores ofrecían servicios baratos de conservación con aserrín y brea, aunque no se han documentado procedimientos tan sofisticados como el hallado en St. Thomas. El equipo que estudió la momia considera que esta técnica “puede haber sido más común de lo que se pensaba, pero pasada por alto en otras momias debido al colapso del abdomen durante la descomposición”.
Un hallazgo con implicaciones mayores
La importancia del descubrimiento no se limita al caso concreto de Sidler. Este hallazgo reabre el debate sobre las prácticas de conservación cadavérica en Europa Central, donde los estudios sobre momificación son escasos en comparación con otras regiones como Egipto o Sudamérica. Además, demuestra el valor de aplicar tecnologías actuales —como la tomografía computarizada, la espectrometría de masas y los análisis de isótopos— en el estudio de restos humanos históricos.
El estudio también destaca por su enfoque multidisciplinar. Participaron especialistas en medicina forense, toxicología, histología, antropología, conservación de patrimonio y arqueología. Gracias a esta colaboración fue posible reconstruir con detalle la vida, muerte y conservación de un individuo que, hasta hace poco, era solo un cuerpo silencioso en una cripta olvidada.
El caso de Sidler también es una muestra del poder de la ciencia para desmontar mitos. Durante muchos años, se atribuyeron supuestos milagros al cuerpo bien conservado del sacerdote. Ahora sabemos que no fue un milagro, sino el resultado de una técnica tan eficaz como desconocida que permitió conservar su cuerpo durante casi tres siglos.
Referencias
- Nerlich AG, Hofer P, Panzer S, Lehn C, Wimmer J, Nowak O, Musshoff F y Peschel OK (2025). The mystery of the “air-dried chaplain” solved: the life and “afterlife” of an unusual human mummy from eighteenth century Austria. Frontiers in Medicine. https://doi.org/10.3389/fmed.2025.1560050.
Cortesía de Muy Interesante
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