La muerte, el luto y el duelo infantil en el Imperio romano: así lloraban los romanos a los que morían jóvenes

En el mundo romano, la muerte era un hecho omnipresente y, al mismo tiempo, una experiencia cuyo dramatismo de veía matizado por la edad, el género, la condición social y las expectativas de vida. Entre las múltiples formas de nombrar y representar el final de la existencia, entre los romanos destacó la noción de mors acerba, la muerte que ocurría antes de tiempo, en una edad temprana de la vida. A través de la literatura, las inscripciones funerarias y otros testimonios históricos, es posible reconstruir cómo se conceptualizaba la muerte infantil y juvenil, y cómo se vivían el luto y el duelo en un contexto en el que la mortalidad temprana era frecuente. Este recorrido muestra que la amargura de la muerte temprana derivaba, sobre todo, por las expectativas truncadas de quienes perdían la vida antes de llegar a la edad adulta.

La metáfora del fruto verde: la vida truncada antes de madurar

Desde la antigüedad, los autores latinos emplearon la comparación entre el ser humano y el fruto del árbol para reflexionar sobre la vida. Así, mientras que los frutos maduros caen de forma natural, los verdes requieren un acto de fuerza para ser arrancados. Cicerón y otros escritores usaron esta imagen para expresar que la muerte de los jóvenes era equiparable a un desgarro violento y antinatural, frente a la aceptación de la muerte que llegaba con la vejez.

El adjetivo acerbus, que, en origen, describía el sabor agrio del fruto inmaduro, pasó a designar lo cruel, lo doloroso e intempestivo. Aplicado a la muerte, evocaba no solo la prematuridad del final, sino también la pérdida de oportunidades, la frustración de los planes futuros y la intensidad del sufrimiento de aquellos que sobrevivían al infante fallecido.

En la literatura romana, desde Plauto hasta Virgilio, pasando por Ovidio, Séneca y Quintiliano, acerbus aparece vinculado tanto a la experiencia de quien muere como a la de quienes lo lloran. La muerte podía ser amarga porque arrebataba una vida prometedora, porque había sido dolorosa en lo físico o porque dejaba a los vivos sumidos en un pesar desgarrador. La amargura, desde este punto de vista, aludía tanto al difunto como al vínculo emocional roto.

Familia romana
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Mors acerba en los epitafios: la voz de quienes sobreviven

Aunque, en proporción, no sean numerosos, los epitafios latinos que incluyen el término acerbus ofrecen un acceso directo a las expresiones de dolor por la muerte prematura. La mayor parte de ellos procede de la península itálica de los siglos I y II d.C. Las inscripciones, además, aparecen en una amplia gama de soportes, desde urnas cinerarias hasta sarcófagos.

En la epigrafía latina, acerbus se asocia sobre todo a mors (muerte) y funus (funeral), pero también a expresiones como dies acerba o fatum acerbum, fórmulas que refuerzan la idea de un destino que truncó la vida demasiado pronto. Los epitafios transmiten que la amargura no solo recaía sobre el difunto, sino también sobre los padres, los cónyuges o los amigos que conmemoraban la pérdida. Así, las inscripciones mencionan las “lágrimas amargas” (lacrimae acerbae), las “quejas amargas” (acerbae querimoniae) y los “lutos muy acerbos” (acerbissimus luctus).

En algunos casos, el epitafio deja constancia de que el fallecido “no causó amargura en vida, salvo con su muerte”, una forma poética de subrayar la bondad del difunto y la injusticia de su pérdida. En otros, la metáfora del fruto se menciona de forma explícita, como en la inscripción dedicada por Domitias Tatias a su hija, que compara su muerte con la caída súbita de una manzana aún verde.

Sarcófago infantil romano
Sarcófago infantil del siglo IV d.C., Inv. 31436. Fuente: Musei Vaticani

Quiénes eran los muertos acerbos

La aplicación de acerbus a una determinada muerte implicaba, más que un criterio de edad rígido, una cuestión de percepción. En la literatura, se usaba con más frecuencia para referirse a los varones adultos jóvenes, situados en el umbral de sus carreras, matrimonios o vidas públicas, que a los niños pequeños.

Sin embargo, en las inscripciones fúnebres, el término se aplica con frecuencia a los adolescentes, los niños e incluso los lactantes. Esto refleja una sensibilidad diferente en los contextos familiares y domésticos respecto a aquellos de elite. De entre los epitafios que especifican la edad, la mayoría corresponden a personas de entre 5 y 24 años, aunque no faltan ejemplos de bebés fallecidos antes de cumplir un año.

Familia romana
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El posible funus acerbum: funerales distintos para muertes tempranas

La expresión funus acerbum (funeral acerbo) plantea la cuestión de si existió un tipo de funeral específico para enterrar a los fallecidos de forma prematura. El comentarista tardoantiguo Servio decía de estos funerales que eran nocturnos y que se realizaba a la luz de las antorchas. Según esta fuente, se realizaba especialmente en el caso de hijos bajo la potestas paterna o de vástagos de los magistrados, con el fin de evitar la contaminación ritual de la casa. Otros autores antiguos, como Séneca o Tácito, también vinculan la muerte temprana con la celebración de funerales rápidos o discretos.

No obstante, tal interpretación no está libre de polémica. Algunos especialistas consideran que los funerales de los niños pudieron carecer de determinados elementos presentes en las ceremonias fúnebres de los adultas, como la oratio fúnebre en el foro o largos periodos de duelo femenino. Una inscripción del siglo I a.C. procedente de Puteoli, por ejemplo, confirma que los funera acerba tenían prioridad para acceder a los servicios funerarios públicos. Esto podría indicar, quizás, un reconocimiento especial más que un desprecio.

Familia romana
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El luto y el duelo: entre el dolor privado y la ceremonia pública

El estudio de la muerte prematura en Roma muestra la importancia de diferenciar entre el duelo emocional, por un lado, y el luto ritual y público, por otro. El dolor de los padres podía ser intenso incluso cuando las normas reducían o limitaban las manifestaciones públicas de duelo, sobre todo en el caso de niños de corta edad, para los que las leyes romanas establecían tiempos de luto más breves o casi inexistentes. Las fuentes jurídicas y literarias pueden transmitir la impresión de que las muertes infantiles se trataban con cierta frialdad. Los epitafios y otros testimonios arqueológicos, sin embargo, desmienten esa idea: revelan expresiones de un duelo íntimo y sincero que no siempre resultaba visible en la esfera pública.

Memoria, consuelo y persistencia de la “muerte amarga”

La mors acerba funcionaba como una categoría cultural que legitimaba la expresión de dolor y, a la vez, ofrecía un marco para aceptar la muerte de los más jóvenes. Algunos epitafios intentaban consolar a los supervivientes recordando que incluso los hijos de los reyes y poderosos morían jóvenes, o que la muerte era universal. Sin embargo, la mayoría de las inscripciones fúnebres subraya la singularidad y la intensidad de la pérdida. En este sentido, la “muerte amarga” se convirtió en un patrón de medida del dolor, frente al cual otras pérdidas podían parecer menores.

La categoría misma de la muerte acerba reforzaba la percepción de que estos fallecimientos eran emocionalmente devastadores. En última instancia, llorar a quienes morían jóvenes era, para los romanos, un acto de amor y de memoria, que podía manifestarse tanto en lágrimas silenciosas como en epitafios poéticos o funerales singulares.

Referencias

  • Hope, Valerie M. 2025. “The bitter taste of death: mourning for the young in ancient Rome”, en Karolina Sekita, y Katherine E. Southwood(eds.), Death Imagined: Ancient Perceptions of Death and Dying, pp. 119-142. Liverpool University Press, 2025.
OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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