Después de 14 años de la última entrega de Destino final, y no porque el público no se renueve, porque los fans de la saga han crecido de manera exponencial, la nueva Destino final: Lazos de sangre revive (si vale la palabra) la franquicia con un elenco nuevo, una sola cara conocida y diez personajes que saben que, tarde o temprano, les toca la muerte.
Y no: no están ni Alex ni Kimberley: el que regresa es William Bludworth, y si antes del estreno se ha difundido su presencia es más que nada porque Tony Todd, quien lo interpretó en películas anteriores, murió. Murió de verdad.
Esta Destino final, con la doble de riesgo de mayor edad en terminar quemada (en la ficción) y que va a ingresar al Libro Guinness de los récords, arranca con una secuencia que ronda los 20 minutos y transcurre en el pasado. Es 1968 y Paul lleva con los ojos vendados a su novia Iris a la inauguración de un restaurante en las alturas, The Sky View.
“No robes monedas de la fuente de agua”, le advierte un policía a un niño travieso, al pie de la torre. Y no va que Jaimito sube al ascensor con piso de vidrios junto a la pareja. “Sobreviviré”, le dice Iris a Paul cuando se pincha el dedo con una rosa, allí en las alturas. Bueno, lo que sucederá es digno de Infierno en la Torre, para los que saben del cine catástrofe.
No adelantaremos quién vive y quién no.
Ya en el presente Stefanie, una joven estudiante universitaria, tiene una pesadilla recurrente desde hace dos meses, que no le deja estudiar. Deja el dormitorio universitario, más que por convicción, por pedido de su compañera de cuarto, harta de que la despierte a los gritos, y va a visitar a su familia.
Termina encontrando que su abuela, a la que todos tildan de loca, que se ha aislado de todo para esquivar la muerte y vive en el medio de la nada, tuvo una premonición que salvo la vida de varios… cuyas vidas no tendrían que haber sido salvadas. Stefanie entiende de inmediato que su familia va a ser la que siga, en fila india, hacia la Muerte.
El baño de sangre, las muertes inverosímiles y los desafíos del destino (o de la Muerte, que es “incansable”, como prefieran elegir) se dan de la mano en esta película que no ahorra truculencias, pero que agrega una vuelta de tuerca al menos curiosa.
Es una nueva regla de supervivencia: los que se vean amenazados podrán elegir a matar a alguien para así para robarle sus años restantes de vida, lo que es novedoso con respecto a las películas anteriores.
Y bien decíamos que eran como diez indiecitos, e irán quedando menos, como ya saben los que disfrutaron y/o sufrieron las películas anteriores. Lo que puede originar una moneda de un centavo de dólar no tiene parangón con nada de lo que ustedes hayan visto en el pasado. Nada.
La película tiene suspenso, también sus mentiritas y dobleces en la trama, todo para que durante casi dos horas se atraganten con el pochoclo, y cuando salgan del cine miren dos veces a los costados al cruzar la calle.
Vale la pena (ver la película y chequear dos veces).
Destino final: Lazos de sangre
Terror. Estados Unidos, 2025. Título original: “Final Destination: Bloodlines”. 110’, SAM 16. De: Zach Lipovsky y Adam B. Stein. Con: Kaitlyn Santa Juana, Brec Bassinger, Richard Harmon, Tony Todd. Salas: IMAX, Hoyts Abasto y Unicenter, Cinemark Palermo, Cinépolis Recoleta y Avellaneda, Showcase Belgrano y Haedo.
Cortesía de Clarín
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