La ONU recorta ayuda humanitaria por la drástica caída de fondos de EE.UU.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) anunció este lunes una drástica reducción de la ayuda humanitaria ante los “peores recortes financieros” de la historia en el sector por parte de los países donantes, especialmente Estados Unidos. Como consecuencia, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó que la “difícil realidad financiera” de la organización la obligará en los próximos meses a paralizar programas, cerrar o reducir oficinas, y eliminar unos 3.500 puestos de trabajo.

El nuevo plan de asistencia, estimado en 29.000 millones de dólares, contrasta con los 44.000 millones solicitados previamente por la ONU a los países donantes para el año 2025. Según un comunicado de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), la reducción obligará a “hiperpriorizar” la ayuda y enfocar los esfuerzos en 114 millones de personas, en lugar de los 180 millones que se planeaban inicialmente.

Desde el regreso de Donald Trump a la presidencia en enero, Estados Unidos –el mayor donante a nivel histórico– recortó drásticamente toda la ayuda exterior, generando una crisis en todo el sector humanitario. La decisión de reducir o eliminar la asistencia internacional afecta a programas clave de emergencia, salud y desarrollo

Filippo Grandi, alto comisionado de ACNUR, lamentó que la agencia se vea “obligada” a redefinir sus operaciones y enfocarse solo en actividades de máximo impacto. La contribución estadounidense representaba hasta hace poco el 40 por ciento del presupuesto de ACNUR, unos 2.000 millones de dólares anuales, según explicó Grandi ante el Consejo de Seguridad de la ONU a fines de abril. Estos recortes se confirman en la misma semana en que se conmemora el Día del Refugiado, el próximo 20 de junio.

Un golpe para la asistencia global

“Ante la difícil situación financiera, ACNUR se ha visto forzada a reducir la escala de sus operaciones”, reconoció Grandi. La reestructuración ya afectó directamente programas esenciales de ayuda a familias vulnerables, así como servicios de salud, educación, agua potable e higiene. Además, ha llevado al cierre o reducción de oficinas en distintos países y al recorte del 50 por ciento de los puestos ejecutivos en su sede central, en Ginebra. 

ACNUR trabaja junto a otras agencias de la ONU, organizaciones humanitarias y gobiernos para atenuar los efectos de esta crisis. “Aunque enfrentamos recortes dolorosos y la pérdida de muchos colegas, nuestro compromiso con los refugiados permanece inquebrantable”, aseguró Grandi.

La agencia estima que reducirá un 30 por ciento los costos vinculados a su personal. La semana pasada, ACNUR presentó su informe anual, que registró 122 millones de personas desplazadas por conflictos, violencia y crisis, el doble que hace una década. Sin embargo, el presupuesto no aumentó de forma correspondiente. “Invertir en ayuda no solo salva vidas, también evita costos futuros cuando las personas se ven obligadas a desplazarse por desesperación”, señaló Grandi.

En este sentido, Grandi subrayó en un comunicado que el compromiso de la agencia hacia estas personas es “inamovible“, pero deberán realizarse ajustes en la cantidad de ayuda que el organismo puede brindar. “Aunque los recursos sean más escasos y nuestra capacidad de entrega se reduzca, seguiremos trabajando duro para responder a las emergencias, proteger los derechos de los refugiados y perseguir soluciones”, recalcó.

Pese a los recortes, ACNUR informó que continuará buscando soluciones de ahorro y nuevas formas de captar fondos, para salvar la diferencia de financiación. La agencia también expresó su respaldo a las reformas del sistema humanitario impulsadas por el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, como el programa UN80, que busca reestructurar el sistema internacional de ayuda.

En años recientes, Estados Unidos fue el mayor contribuyente en ayuda al desarrollo, pero los recortes recientes han tenido consecuencias devastadoras tanto para la agencia como para otros programas de emergencia, vacunación y lucha contra  enfermedades de transmisión sexual.

“Crisis sin precedentes”

Según la OCHA, hasta mediados de año, la ONU solo ha logrado recaudar 5.600 millones de los 44.000 millones solicitados para 2025, apenas el 13 por ciento del total, insuficiente para responder a crecientes emergencias humanitarias

El reporte de este año del Programa Mundial Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que tanto Sudán, Gaza, República Democrática del Congo, Birmania, Ucrania. Yemen, Myanmar y Nigeria fueron señalados como zonas de posible hambruna, junto a Burkina Faso, Chad, Somalia y Siria.

Este informe, para autoridades como la directora del PMA, Cindy McCain, es “una alarma roja”. En marzo, el organismo ya había denunciado una caída del 40 por ciento en su financiación para 2025. “Sin financiación ni acceso, no podemos salvar vidas. Se necesita inversión urgente y sostenida para evitar más hambre devastadora”, expresó.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió que la decisión del republicano de retirarse del organismo podría costar millones de vidas. Según organismos de derechos humanos, como Amnistía Internacional, retirar a Estados Unidos del esquema de ayuda humanitaria internacional muestra un “desprecio” hacia la salud pública mundial, y afecta negativamente los esfuerzos de coordinación entre países.

Los fondos estadounidenses eran una fuente crítica para numerosas agencias de la ONU y ONGs, y su retiro deja un vacío imposible de cubrir a corto plazo. “Estos recortes son una catástrofe en cámara lenta”, expresó el exadministrador de la desfinanciada Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), J. Brian Atwood, en entrevista con FRANCE 24.

“Consecuencias desgarradoras”

Los recortes también afectan a la respuesta humanitaria ante crisis sanitarias globales, como la lucha contra la tuberculosis en Bangladesh, o los programas en el campamento indígena-migrante de La Guajira, en Colombia, donde solo quedan tres de las 28 oenegés que operaban en 2024.

Además de Estados Unidos, otros países también han reducido sus aportes, en un contexto económico adverso. Ya en abril, el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Tom Fletcher, advirtió desde un hospital abarrotado en Afganistán que “estos recortes no son motivo de orgullo; millones de personas están muriendo como resultado” tras el recorte masivo de la administración trumpista.“Nos hemos visto obligados a hacer triaje en la supervivencia humana”, dijo Fletcher.

Para optimizar recursos, la ONU establecerá una escala de gravedad de necesidades humanitarias, que las ordena del 1 (leve) al 5 (catastrófica). Las zonas clasificadas en niveles 4 o 5 —extremas o catastróficas— tendrán prioridad. “Los números son crueles y las consecuencias, desgarradoras. Muchas personas no recibirán la ayuda que necesitan, pero salvaremos tantas vidas como sea posible con los recursos disponibles”, expresó el funcionario.

Solo pedimos el 1 por ciento de lo que el mundo gastó el año pasado en guerras. Este no es solo un llamado a la financiación, es un llamado a la responsabilidad global y a la solidaridad humana”, concluyó Fletcher.

El impacto va más allá de la alimentación y la salud. En la apertura de la sesión de verano del Consejo de Derechos Humanos, el Alto Comisionado Volker Türk expresó su preocupación por los recortes a su oficina y a mecanismos internacionales de derechos humanos. “Estos recortes solo alientan a dictadores y regímenes autoritarios”, afirmó.

Cortesía de Página 12



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