La península ibérica se está girando lentamente: así lo revelan nuevos datos geodinámicos

Hay cosas que parecen fijas en el mapa, pero no lo están. La península ibérica, con sus montañas, costas y ciudades, da la impresión de ser un bloque inmóvil dentro de Europa. Sin embargo, bajo nuestros pies, el suelo se mueve, se deforma y, según una reciente investigación, rota lentamente en el sentido de las agujas del reloj. Este descubrimiento no es un simple detalle técnico: abre nuevas preguntas sobre la actividad sísmica en España y el norte de África, y sobre el modo en que entendemos la tectónica en esta región del planeta.

El estudio, publicado en Gondwana Research por un equipo internacional liderado por el geólogo Asier Madarieta-Txurruka, ha usado una combinación inédita de datos satelitales y sismológicos para analizar cómo se deforma la corteza terrestre en la zona donde colisionan las placas de Eurasia y África. “Los datos confirman que la península ibérica está rotando en el sentido de las agujas del reloj”, afirma Madarieta. Esta rotación, aunque imperceptible a escala humana, tiene implicaciones importantes para la geodinámica del suroeste de Europa.

Un choque continental más complejo de lo que parece

A primera vista, la interacción entre las placas de Eurasia y África puede parecer un simple empuje entre dos bloques gigantes. Pero la realidad es más complicada. En el Atlántico, el límite entre las placas está bien definido. Sin embargo, al llegar al sur de la península ibérica, la frontera se vuelve difusa y difícil de delimitar. Ahí entra en juego una pieza clave: el arco de Gibraltar.

Este arco conecta las cordilleras Béticas, en el sur de España, con las cordilleras del Rif, en el norte de Marruecos. Según el estudio, la deformación se reparte de manera desigual a ambos lados del Estrecho. Al este, la corteza del arco de Gibraltar absorbe parte de la presión generada por la colisión, mientras que al oeste, esa presión llega con mayor intensidad a la península. Este desequilibrio sería el responsable de la rotación hacia la derecha de Iberia.

Los investigadores dividieron la región en cuatro sectores geodinámicos: Atlántico, Gibraltar, Alborán y Argelino-Balear. Cada uno de ellos muestra un comportamiento distinto frente a la presión tectónica, lo que explica por qué la deformación no se distribuye de forma uniforme. Este enfoque por sectores permite entender mejor cómo se reparten las tensiones y qué zonas son más susceptibles a futuros movimientos.

Fuente: Gondwana Research

Satélites, terremotos y una base de datos sin precedentes

Para llegar a estas conclusiones, el equipo analizó más de 2.000 soluciones de mecanismos focales de terremotos (es decir, información detallada sobre cómo se mueve el suelo durante un sismo) y datos de unas 650 estaciones GNSS (una versión avanzada del GPS). Esta red de observación permitió detectar deformaciones milimétricas a lo largo de la región durante un periodo de hasta 25 años.

El análisis reveló que en el sudoeste de la península se concentran algunos de los valores más altos de rotación y compresión, lo que coincide con zonas donde ya se han producido grandes terremotos históricos, como el de Lisboa en 1755. Además, los modelos geodésicos indican una acumulación de tensiones que podrían liberarse en el futuro en forma de sismos.

Con esta información, los autores han generado un mapa detallado de campos de esfuerzo y deformación. Gracias a esta herramienta, ahora es posible identificar las zonas donde hay más probabilidad de que existan fallas activas, incluso si aún no han sido mapeadas en superficie. “Estas tensiones y deformaciones nos indican dónde hay que ir a buscar estas estructuras”, señala Madarieta.

Fuente: Gondwana Research

¿Qué tan rápido se mueve Iberia?

El movimiento de la península no es brusco, pero tampoco insignificante. Según los datos del estudio, la rotación es de aproximadamente 0,1 a 0,2 grados por millón de años, lo que se traduce en un desplazamiento de unos pocos milímetros al año. Esta cifra puede parecer pequeña, pero en geología, esos milímetros acumulados a lo largo de millones de años son responsables de la formación de cordilleras, cuencas y terremotos.

Lo más interesante es que la rotación no afecta a toda la península por igual. En el norte, especialmente en el área de los Pirineos, la actividad es mucho menor y se registra una estabilidad relativa. En cambio, en el sur y suroeste, especialmente en el entorno de Lisboa y Cádiz, se detecta una mayor actividad. Esta diferencia está relacionada con el ángulo de colisión de las placas y con la complejidad estructural del subsuelo.

El patrón de movimiento también revela una conexión con el comportamiento del arco de Gibraltar. En palabras del artículo científico, “la convergencia en el Mediterráneo es casi perpendicular al margen ibérico, mientras que en el Atlántico es oblicua”, lo que favorece la rotación de la península.

Implicaciones para el riesgo sísmico

Más allá de la rotación, el trabajo ofrece pistas sobre qué zonas podrían tener mayor riesgo sísmico. En áreas como el suroeste de Iberia y el entorno del golfo de Cádiz, los datos muestran altos niveles de acortamiento tectónico, lo que sugiere acumulación de tensión. También se han detectado zonas de rotación significativa y deformación activa en la zona de Lisboa, lo que concuerda con su historial sísmico.

Por otro lado, la investigación ayuda a comprender por qué algunas zonas intraplaca, es decir, alejadas del límite entre placas, también presentan sismicidad. Es el caso del Pirineo occidental, donde se producen pequeños terremotos relacionados con reajustes isostáticos, es decir, movimientos provocados por el levantamiento o hundimiento de la corteza debido al peso que soporta o pierde con el tiempo.

La utilidad de este trabajo no es solo científica. Sus resultados pueden mejorar los modelos de riesgo sísmico en la península ibérica y el norte de África, ayudando a priorizar zonas para nuevos estudios, instalar sensores o reforzar infraestructuras.

Una ventana breve, pero crucial

Los datos utilizados por el equipo cubren apenas unas décadas. En el mundo geológico, eso es un abrir y cerrar de ojos. Aun así, los investigadores han logrado detectar señales claras de procesos que llevan millones de años en marcha. “Estos datos solo proporcionan una pequeña ventana sobre la evolución geológica”, reconocen en el estudio. Sin embargo, esa ventana es suficiente para observar cómo la Tierra sigue cambiando bajo nuestros pies.

El estudio también resalta que los datos seguirán aumentando con el tiempo. A medida que se instalen más estaciones GNSS y se registren nuevos terremotos, la resolución de los mapas será aún más precisa. Esto permitirá identificar con mayor detalle las fallas activas y entender cómo se reparte la deformación en cada región.

La base de datos generada no solo complementa las anteriores, sino que mejora la fiabilidad de las interpretaciones. Como indican los autores, “de ahora en adelante, los datos aumentarán exponencialmente”, lo que permitirá cubrir áreas hasta ahora poco estudiadas.

Referencias

  • A. Madarieta-Txurruka, J.F. Prieto, J. Escayo, F. Pietrolungo, J.A. Pelaez, J. Galindo-Zaldívar, J. Henares, F. Sparacino, G. Ercilla, J. Fernández, M. Palano. New insights on active geodynamics of Iberia and Northwestern Africa from seismic stress and geodetic strain-rate fields. Gondwana Researchhttps://doi.org/10.1016/j.gr.2025.08.020.

Cortesía de Muy Interesante



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