La piedra de Rosetta: el descubrimiento que descifró los jeroglíficos

Es una de las piezas más visitadas del Museo Británico de Londres, la misma por la que, cada mañana, cientos de personas hacen cola a la espera de que se abran las puertas de la sala egipcia. El hallazgo de la piedra de Rosetta en 1799 marcó un hito tanto en la historia de la egiptología como en la lingüística. Este fragmento de estela permitió, por primera vez, que pudiesen descifrarse los jeroglíficos egipcios, un sistema de escritura que había permanecido en el misterio durante más de un milenio. El descubrimiento y posterior análisis de este objeto arqueológico transformaron el conocimiento sobre el Egipto antiguo y abrieron las puertas a la comprensión de su cultura, religión e historia. A continuación, analizaremos las vicisitudes de la piedra de Rosetta, su contenido y el proceso de desciframiento que culminó con el trabajo de Jean-François Champollion.

El descubrimiento de la piedra de Rosetta

Contexto histórico

En 1798, Napoleón Bonaparte emprendió la campaña de Egipto con un doble propósito que combinaba el interés militar con el científico. Su ejército no cruzó el Mediterráneo solo: con él, viajaba también un equipo de eruditos que documentaron los vestigios de la civilización egipcia. Durante una de estas expediciones, en julio de 1799, los soldados franceses encontraron una losa de basalto negro en la ciudad de Rosetta (actual Rashid), en el delta del Nilo. La piedra fue reconocida, de inmediato, como un hallazgo significativo: contenía inscripciones en tres escrituras diferentes.

Características de la piedra

La piedra de Rosetta mide aproximadamente 112 cm de alto, 75 cm de ancho y 28 cm de grosor. Su importancia radica en la presencia de un mismo texto inciso en tres sistemas de escritura diferentes. Primero, emplea los jeroglíficos egipcios, que se utilizaban en inscripciones oficiales y religiosas. El texto también se recoge en demótico, una forma cursiva que se empleaba en la redacción de documentos administrativos y de la vida cotidiana. Por último, se empleó el griego antiguo, la lengua de la administración en Egipto bajo dominio ptolemaico.

La existencia de un texto en griego resultó crucial, ya que, al ser una lengua conocida y legible, permitió establecer las comparaciones necesarias con el jeroglífico y el demótico. Esto llevaría, por tanto, a descifrar el significado de los sistemas de escritura egipcios.

Piedra de Rosetta
Detalle de la piedra de Rosetta. Fuente: Hans Hillewaer/Wikimedia

El texto de la piedra de Rosetta

Naturaleza del mensaje

La inscripción de la piedra contiene un decreto emitido en el año 196 a.C. durante el reinado de Ptolomeo V Epífanes. Este documento conmemoraba, por un lado, la divinización del faraón y garantizaba, por otro, ciertos privilegios a los sacerdotes. En esencia, la piedra contenía el mismo mensaje en los tres idiomas, lo que ofreció la clave para que pudieran decodificarse los jeroglíficos de manera exitosa.

La importancia del texto griego

El texto en griego permitió a los estudiosos comprender el contexto del documento y establecer equivalencias con los jeroglíficos. Sin embargo, el proceso de desciframiento no fue inmediato, pues no existía una correspondencia simple entre los signos jeroglíficos y el alfabeto griego.

Retrato de Jean-François Champollion
Retrato de Jean-François Champollion por Léon Cogniet. Fuente: wikimedia

El proceso de desciframiento

Los primeros intentos

Desde el momento de su hallazgo en el territorio egipcio, la piedra de Rosetta suscitó el interés de los eruditos europeos. Uno de los primeros en intentar descifrarla fue el inglés Thomas Young, quien identificó correctamente los cartuchos que contenían los nombres reales y sugirió que algunos signos jeroglíficos parecían tener un valor fonético. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no logró interpretar el sistema completo.

La clave de Champollion

El desciframiento definitivo se debió al trabajo de Jean-François Champollion, un lingüista francés que poseía un profundo conocimiento del copto, el idioma derivado del egipcio antiguo. Tras años de arduo trabajo, en 1822, Champollion anunció su descubrimiento: los jeroglíficos combinaban signos fonéticos y logográficos, un hallazgo que permitió reconstruir poco a poco la estructura de la escritura egipcia. Su trabajo se basó en la comparación sistemática de los textos de la piedra así como en el análisis de otros documentos egipcios.

Jeroglíficos egipcios
Escritura jeroglífica en Karnak. Fuente: Pixabay

El impacto del desciframiento

Avances en la egiptología a pasos de gigante

El desciframiento de los jeroglíficos revolucionó la egiptología. Por primera vez, fue posible leer directamente las inscripciones de los monumentos egipcios y acceder a su historia desde las propias fuentes. Esto permitió la reconstrucción de dinastías, el descubrimiento e interpretación de sus rituales religiosos y el estudio de todos los aspectos de la vida cotidiana en el antiguo Egipto.

Legado de la piedra de Rosetta

Hoy en día, la piedra de Rosetta se encuentra en el Museo Británico de Londres, donde sigue siendo un símbolo del esfuerzo intelectual de generaciones. Su desciframiento marcó el inicio de una nueva era en el estudio del Egipto faraónico y sirvió, además, de modelo para descifrar otros sistemas de escritura antiguos.

Un gran paso en el estudio de las culturas de la antigüedad

La piedra de Rosetta no solo permitió descifrar los jeroglíficos egipcios, sino que también representó un hito en la historia de la lingüística y la arqueología. Su estudio demostró la importancia de la comparación entre lenguas y de la interdisciplinariedad en la investigación histórica. Gracias al trabajo de Champollion y otros eruditos, hoy conocemos con detalle la civilización egipcia, sus creencias y su legado, aspectos que permanecieron ocultos durante milenios.

Referencias

  • Barba Colmenero, Vicente y Alberto Fernández Ordóñez. 2021. Todo lo que hay que saber de arqueología. Una introducción a la ciencia del pasado. Madrid: Pinolia.
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Cortesía de Muy Interesante



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