
La polarización es intrínseca a la lógica del pluralismo democrático, en la medida en que la democracia, es un régimen de la división, plantea Israel Covarrubias.
En entrevista, el autor del libro “Polarización, Cinco desafíos del pluralismo democrático”, editado por En Debate, y que ya está en librerías del país, expone que lo que hace la democracia es justo no sofocar las divisiones internas, de la sociedad y del régimen político.
“Al contrario, es visibilizarlas y exigir que aprendamos a vivir a través de las divisiones que, paradójicamente, nos mantienen unidos”.
El autor plantea como desafíos al pluralismo democrático la aceleración del tiempo; el pluralismo en imágenes; la normalización de la anomalía, los humores del pueblo y el nuevo espíritu del populismo, los cuales analiza en este ensayo en el que sostiene que la polarización es un rasgo definitorio de nuestra época.
¿Por qué es importante reflexionar sobre polarización en estos momentos?
La respuesta más simple sería, pues el fenómeno de la polarización está a la vista de todos, pero, en realidad, tiene que ver con que la polarización, incluso más allá de que el populismo hoy se volvió el principal contrato político del país en términos de vida pública y vida compartida.
Pareciera que solo podemos debatir o expresar nuestra opinión desde un punto de vista polarizado. De otro modo no nos oyen ni nos ven. Además, los actores políticos hoy utilizan la polarización como arma para ganar posiciones frente a sus rivales.
¿Cuál es el estado que guarda la salud del pluralismo democrático en el país?
A mí me parece que el estado de salud del pluralismo va a la baja.
Y va a la baja desde hace tiempo, porque el proceso de democratización del país nunca logró establecer un umbral lo suficientemente alto y lo suficientemente saludable de pluralismo como para pensar que, una vez instalado, todo el aparato institucional ya democratizado, el pluralismo sería moneda corriente, tanto en los intercambios políticos entre los propios actores, entre la élite gobernante y la oposición, etcétera, como en la base en los intercambios sociales.
Ese es el problema, que nunca cuajó realmente un pluralismo efectivo dentro de la sociedad mexicana, después de la transición a la democracia.
¿Por qué dice que no hay una política sin polarización?
Porque la propia palabra política tiene que ver con posiciones no totalizadas o totalizantes, sino de parte y de ahí la derivación a los partidos políticos es justo eso, que defienden intereses de parte.
A mí me parece que la polarización es intrínseca a la lógica del pluralismo democrático, en la medida en que la democracia, una vez enraizada, no nada más como forma de gobierno, sino y, sobre todo, como forma de sociedad, es un régimen de la división.
Es decir, lo que hace la democracia es justo no sofocar las divisiones internas, de la sociedad y del régimen político; al contrario, es visibilizarlas y exigir que aprendamos a vivir a través de las divisiones que, paradójicamente, nos mantienen unidos.
¿Por qué populismo y polarización no son necesariamente una fatalidad?
Pues mira, en principio tiene que ver con un problema de precipitada identificación, de que se dice generalmente que sin polarización no hay populismo y, a su vez, sin populismo no existe polarización.
A mí me parece que no necesariamente es así. Hay polarización sin populismo, por supuesto. Mira tú, algunos casos de democracias consolidadas en Europa que no son populistas, ni siquiera de derecha y el nivel de polarización que tienen dentro de la sociedad es altísimo, empezando por el caso francés, por ejemplo.
¿Cuáles son las bondades de la polarización a la hora de comunicar y, sobre todo, construir narrativas?
La ventaja de construir una narrativa a través de la retórica de la polarización es que la polarización te evita justificar demasiado.
Te ahorra el problema de articular un discurso coherente, profundo, donde tú estés justificando tu propia posición. ¿Por qué no vas a votar por tal cosa? ¿Por qué esa política o esa iniciativa no es la más adecuada?, etcétera.
La polarización te ahorra todo eso y te sintetiza en términos de frases muy precisas, simplemente el objetivo de la supuesta comunicación polarizada.
¿Por qué es importante reflexionar sobre la aceleración del tiempo?
Porque la aceleración del tiempo, en primera instancia, tiene que ver con la supeditación en la que vivimos como sociedad, como individuos e incluso como humanidad.
Esta determinación tecnológica, que no es simplemente una cuestión instrumental, el teléfono inteligente, la computadora, las tablets o ahora las aplicaciones de inteligencia artificial, etcétera; es que esa lógica tecnológica es la que determina el sentido de orientación de lo humano dentro de la sociedad actual.
¿Podemos sacar algo positivo de la polarización que estamos experimentando ahora?
Para comprender el fenómeno de la polarización tendríamos que plantearnos en términos de la base en la cual está soportada la experiencia democrática. En el último medio siglo hay cuotas de polarización que en su momento se expresaban bajo la dinámica de los movimientos de protesta, huelgas, incluso las famosas huelgas salvajes, donde había confrontaciones incluso violentas, con las fuerzas del orden, con los esquiroles, etcétera. Hoy hay un proceso inversamente proporcional respecto a esa manera en cómo hace unas décadas se percibía la polarización.
¿Por qué?
Porque hoy se han intensificado sus niveles y esto es el problema, que estamos en una época que tecnológicamente nos determina y esa determinación nos hace mirar la vida social, política, cultural y económica, desde una lógica completamente desmesurada.
Estamos en una época que tecnológicamente está llegando a la constatación de que pareciera que los sistemas sociales, los sistemas orgánicos, los sistemas vivos son ilimitados, porque si se sucumben existen posibilidades de clonación, recambio o adaptación humanoide mediante máquinas, prótesis y demás.
Entonces, teniendo en el horizonte la declinación de los límites, pues justo la polarización lo que hace es que se vuelve el gran carburante para dar trámite a las frustraciones, a las fantasías, al infantilismo, a la falta de responsabilidad, que todos ellos son expresiones de nuestra época.
Alguien dirá, éste es un libro para alimentar el optimismo o alguien más diría es para reforzar el pesimismo sobre los asuntos públicos.
Yo creo que sería una suerte como abonar el pesimismo de la voluntad y el optimismo de que nuestro horizonte, de algún modo, va a ser distinto al que tenemos aquí y ahora.
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Cortesía de El Economista
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