
Lo que puede parecer una noticia corporativa más es, en realidad, una muestra de resiliencia ante los embates de las políticas de los gobiernos de dos países clave para su operación.
Resulta que Grupo Aeroméxico lleva a cabo ahora mismo una oferta pública mixta en la Bolsa Mexicana de Valores y en el New York Stock Exchange para colocar paquetes accionarios que aporten liquidez a la empresa aérea más importante de México.
El mercado recibe una oferta bursátil, pero también una declaración de resiliencia corporativa por parte de una empresa de un sector altamente sensible a los cambios económicos y que, como tantas otras, enfrenta bandazos políticos y muestras autocráticas en sus dos principales mercados.
Aeroméxico enfrenta las limitantes en Estados Unidos a su alianza con Delta Airlines y en México las consecuencias del capricho del expresidente López Obrador de obligar a las empresas aéreas privadas a usar el AIFA.
Esta empresa, como tantas otras, tiene que seguir adelante con sus planes de expansión y con su operación habitual a pesar de los momentos políticos que le toquen.
Al final, la decisión del Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT) de poner fin a la inmunidad antimonopolio para la operación Aeroméxico-Delta es producto de la decisión dogmática de López Obrador de cancelar la construcción del Aeropuerto en Texcoco.
Las recientes medidas de represalia del mismo DOT, que limitan operaciones y la expansión de nuevas rutas aéreas a Estados Unidos son en respuesta a la prohibición de vuelos de carga al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para obligarlos a trasladar sus operaciones al AIFA.
El incumplimiento de México del Acuerdo Bilateral de Transporte Aéreo del 2015 impulsó una respuesta al estilo rudo de Donald Trump que hoy afecta a Aeroméxico, pero también a Volaris, a Viva Aerobús y, sobre todo, a los pasajeros.
Pero la inestabilidad que enfrenta el sector aéreo no es una anomalía; es un síntoma de una erosión regulatoria más profunda que lastra a todo el ecosistema empresarial mexicano.
Hasta hace un año en México se hablaba del nearshoring como el siguiente nivel del comercio exterior, pero la política arancelaria de Donald Trump amenaza hoy hasta a las inversiones existentes.
Las firmas estadounidenses tienen que revisar todos los días cualquier nueva ocurrencia arancelaria, regulatoria, para tomar decisiones y vivir con los efectos de una inflación al alza y un crecimiento a la baja por la política de un gobierno que solía aportar certezas.
Y en México, la ruptura institucional, la eliminación de las autonomías, las mayorías legislativas artificiales, el apoderamiento del Poder Judicial, la limitación del juicio de Amparo y ahora la defensa de la irretroactividad. Todo esto da forma a un ambiente de inseguridad jurídica que convierte la planeación empresarial en un acto de fe.
La oferta accionaria de Aeroméxico es un asunto de interés para la empresa y sus accionistas, pero es una lección de resiliencia y de cómo los motores de emprendimiento no se pueden detener, menos en el aire.
Las empresas son los verdaderos pilares de la economía mexicana, invierten y crean empleos y deben adaptarse a los ciclos políticos que, como dice un connotado empresario, “cuando estos políticos se vayan, nuestras empresas
seguirán aquí”.
Cortesía de El Economista
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