La proteína en la vejez: cómo influye su origen en el paso de la multimorbilidad a la fragilidad y la mortalidad

El envejecimiento viene acompañado de una mayor probabilidad de padecer varias enfermedades crónicas al mismo tiempo. Esta situación, denominada multimorbilidad, afecta a una proporción creciente de personas mayores. La multimorbilidad se asocia con un mayor riesgo de deterioro funcional, fragilidad y muerte, y representa un reto importante para los sistemas sanitarios. Entre sus posibles consecuencias, la fragilidad destaca por ser un estado clínico que limita la capacidad de adaptación del organismo frente al estrés, favoreciendo eventos adversos como caídas, hospitalizaciones y dependencia.

En este contexto, nuestro estudio analizó si la cantidad y la fuente de las proteínas consumidas influyen en la evolución desde la multimorbilidad hacia la fragilidad y la mortalidad. Nos basamos en datos de adultos mayores de 60 años pertenecientes a una cohorte de población en España. El objetivo fue aclarar qué tipo de proteínas —de origen vegetal o animal— se asocian con un mejor pronóstico, diferenciando además entre las distintas fuentes animales: carne, pescado, lácteos y huevos.

Mayor ingesta de proteína total y riesgo de fragilidad

Uno de los principales hallazgos de nuestro trabajo fue que una mayor ingesta de proteína total se asoció con menor riesgo de desarrollar fragilidad. Esta asociación se mantuvo incluso tras ajustar por múltiples factores como la edad, el sexo, el nivel educativo, los hábitos de vida, la calidad global de la dieta y el número de enfermedades crónicas. Tal como se indica en el artículo, “la mayor ingesta total de proteínas se asoció con una menor probabilidad de pasar de la multimorbilidad a la fragilidad”.

Este resultado respalda recomendaciones actuales que proponen aumentar la cantidad de proteína diaria en personas mayores, dado que con la edad se reduce la eficiencia para sintetizar músculo a partir de las proteínas. En nuestro estudio, el consumo medio fue de 1,23 gramos por “kilo de peso” al día, superior a los 0,83 g/kg recomendados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, pero alineado con las recomendaciones de expertos internacionales, que proponen entre 1,0 y 1,2 g/kg en mayores.

Los efectos de la proteína varían según el grado de fragilidad: lo que es beneficioso en la multimorbilidad puede resultar perjudicial en personas ya frágiles. Fuente: iStock (composición ERR).

Efecto protector del pescado frente a la fragilidad

Al desagregar por tipo de proteína, la procedente del pescado fue la única fuente animal que se asoció claramente con una reducción del riesgo de fragilidad. De hecho, encontramos que “una mayor ingesta de proteínas del pescado disminuyó el riesgo en la progresión desde la multimorbilidad hacia la fragilidad”.

Este hallazgo es especialmente relevante, ya que otros tipos de proteína animal, como la carne, los huevos o los lácteos, no mostraron una relación significativa con la fragilidad. Por tanto, no todas las proteínas animales ofrecen los mismos beneficios, y el pescado se posiciona como una fuente prioritaria para promover un envejecimiento más funcional.

La paradoja de la proteína en personas frágiles

Una observación destacada fue que, entre quienes ya habían desarrollado fragilidad, una mayor ingesta de proteínas se relacionó con un mayor riesgo de morir. Esta asociación se observó tanto para la proteína total como para las de origen vegetal y animal. Según los resultados, “una mayor ingesta de proteínas se asoció con un mayor riesgo de mortalidad en individuos con multimorbilidad y fragilidad”.

Una posible explicación es que estas personas pueden tener órganos y sistemas especialmente deteriorados, y que un exceso proteico genere un estrés adicional. Sin embargo, tras ajustar los modelos por la función renal, la relación no desapareció, lo que indica que la afectación renal no explica completamente estos resultados.

La proteína en la vejez, cómo influye su origen en el paso de la multimorbilidad a la fragilidad y la mortalidad
Entre quienes ya son frágiles, una ingesta elevada de proteínas —ya sean animales o vegetales— se relacionó con mayor mortalidad. Fuente: iStock (composición).

Proteína vegetal y reducción del riesgo de muerte

Por otra parte, observamos que una mayor ingesta de proteínas de origen vegetal se asoció con una menor probabilidad de morir directamente desde el estado de multimorbilidad, sin necesidad de haber desarrollado fragilidad. Como se describe en el artículo, “la mayor ingesta de proteínas vegetales disminuyó el riesgo de progresar de la multimorbilidad a la mortalidad”.

Este resultado refuerza las recomendaciones de priorizar alimentos vegetales en la dieta, ya que estos no solo presentan ventajas ecológicas, sino que también podrían contribuir a un envejecimiento más saludable. En este grupo poblacional, la proteína vegetal aparece como un componente protector frente a la mortalidad.

Importancia de la calidad proteica

La calidad de la proteína, entendida como su contenido y proporción de aminoácidos esenciales, también desempeña un papel importante. Las proteínas animales contienen todos los aminoácidos esenciales en proporciones adecuadas, mientras que algunas proteínas vegetales pueden carecer de alguno o tener menor biodisponibilidad.

Entre los aminoácidos esenciales, la leucina destaca por su papel clave en la activación de la síntesis muscular. En estudios previos sobre esta misma cohorte, se observó que una mayor ingesta de leucina —presente sobre todo en proteínas animales— se asociaba con menor riesgo de fragilidad. Esto sugiere que, para optimizar el beneficio de las proteínas vegetales, puede ser necesario asegurar su calidad o complementar fuentes.

Vejez, alimentación
La leucina, un aminoácido esencial abundante en proteínas animales, podría ser decisiva para prevenir la fragilidad en mayores. Fuente: iStock (composición)

Aspectos metodológicos y consideraciones finales

Este trabajo se basó en una cohorte amplia, con seguimiento durante casi 13 años. Se utilizó una herramienta validada para recoger los datos dietéticos, y una batería estandarizada para evaluar la fragilidad. El uso de modelos multiestado permitió observar transiciones entre estados clínicos de manera dinámica, ofreciendo una perspectiva más realista del envejecimiento.

Entre las limitaciones, cabe mencionar que los datos dietéticos se recogieron solo al inicio, por lo que no fue posible captar cambios en la dieta a lo largo del tiempo. Además, aunque se ajustó por numerosos factores, no se puede descartar completamente la presencia de factores de confusión residuales, ni se puede establecer una relación causal definitiva debido al diseño observacional.

Conclusiones

En personas mayores con multimorbilidad, una mayor ingesta de proteínas, en especial del pescado, se asoció con menor riesgo de fragilidad, mientras que la proteína vegetal se vinculó con menor mortalidad. Sin embargo, una alta ingesta de proteínas en personas ya frágiles se asoció con mayor riesgo de muerte, lo que plantea la necesidad de adaptar las recomendaciones según el estado clínico.

Estos hallazgos deben ser considerados al diseñar guías dietéticas para personas mayores con enfermedades crónicas. El equilibrio entre cantidad, origen y calidad de la proteína es esencial para promover un envejecimiento más saludable.

Referencias

  • Aitana Vázquez-Fernández, Francisco F. Caballero, Humberto Yévenes-Briones, Ellen A. Struijk, Ana Baylin, Teresa T. Fung, Esther Lopez-Garcia. Ingesta de proteínas de origen vegetal y animal y transiciones desde la multimorbilidad hacia la fragilidad y la mortalidad en adultos mayores. Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle. 2025; 16:e13729. doi: 10.1002/jcsm.13729

Aitana Vázquez Fernández

Aitana Vázquez Fernández

Graduada en Nutrición Humana y Dietética, Máster Universitario en Epidemiología y candidata predoctoral en Epidemiología y Salud Pública.

Cortesía de Muy Interesante



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