Es sabido que Arabia Saudita figura como uno de los países con la mayor extracción de petróleo a nivel mundial. Sin embargo, en América Latina se encuentra un lugar en el que se alberga el gran tesoro del oro negro. Para su mala fortuna, dadas múltiples complicaciones políticas, económicas y hasta tecnológicas, no se explota su potencial: una producción petrolera 12 veces menor.
Seguramente ya te habrás imaginado de qué país latinoamericano nos referimos: Venezuela. En dicha zona del continente se encuentra la Faja Petrolera del Orinoco, la cual cuenta con las reservas de petróleo más grandes del mundo. De hecho, la compañía Petróleos de Venezuela (Pdvsa) dio a conocer que dichos depósitos ascienden a 300,878 millones de barriles.
Y sí, esto posiciona a Arabia Saudita en el segundo lugar con 267,000 millones de barriles. Si hacemos cuentas, esto quiere decir que Venezuela supera al país arábico por al menos 34,000 millones. ¿El problema? A pesar de tal ventaja numérica, Venezuela produce apenas 770,000 millones de barriles diarios. En su mejor momento produjeron 3 millones por día.
He ahí la gran traba: el estrepitoso descenso en la producción. Esto ha dado como resultado que Venezuela ocupe la posición número 21 en países petroleros, detrás Colombia, México y Brasil. El trasfondo de esta insuficiencia se debe a que, a pesar de ser rico en el crudo pesado, se necesitan procesos de extracción y refinación costosos y complejos.
Tal como arroja un informe de Global Americans, el crudo pesado es caro de producir, transportar y refinar. Por ello, la producción venezolana se ve afectada al tener que vender su petróleo a refinerías a un precio mucho menor. Esta situación la explicó a detalle Jorge Navarro, vicepresidente de Asociación de Geólogos y Geofísicos Españoles del Petróleo (AGGEP), a El Economista.
“Al tratarse de un petróleo pesado a extrapesado, de alta viscosidad y con bajo contenido en gas, da lugar a un bajo recobro del volumen de petróleo in situ. Su producción presenta grandes retos y requiere el uso de métodos no convencionales, como puede ser la inyección de vapor o el empleo de diluyentes. A su vez, este crudo tan viscoso necesita normalmente ser mezclado con petróleos más ligeros para su transporte, comercialización y refino”.

Ante este escenario, se considera lógica la intervención extranjera como una posible solución. Para ejemplo podemos mencionar cuando Estados Unidos levantó sanciones al petróleo, gas y oro de Venezuela durante seis meses. Esto dio pie a que empresas originarias de otros países mostraran su interés en la Faja del Orinoco.
Como consecuencia, se demostró que los años de negligencia, corrupción y crisis económica afectaron de sobremanera la industria petrolera de Venezuela y que esta requiere ayuda extranjera para modernizar su infraestructura. Actualmente, la administración estadounidense mantiene las sanciones como medida de presión en contra del gobierno de Nicolás Maduro.
Sin embargo, por ahora las compañías extranjeras pueden obtener licencias individuales para invertir. Básicamente, un rayo de esperanza para favorecer la situación del petróleo venezolano. Aún con esta oportunidad, quedan muchos retos por delante para reestablecer el potencial económico de la Faja Petrolífera, aunque tras las elecciones presidenciales de 2024 la incertidumbre se hace presente.
Cortesía de Xataka
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