
São Paulo.- Las constelaciones de satélites de órbita terrestre baja o LEO, por como son conocidos estos aparatos en la industria de telecomunicaciones, se expanden, toman mercado y pronto harían más ruido por criterios de geopolítica, que por sus bondades técnicas para democratizar el acceso a Internet en las geografías apartadas, exteriorizó el regulador brasileño.
Este fue un pensamiento que contó el comisionado Alexandre Freire de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil (Anatel), como parte de su presentación en la feria de tecnologías para empresas de telecomunicaciones Futurecom de esta ciudad.
Los satélites LEO (Low Earth Orbit, por sus siglas en inglés) son aparatos que operan entre 500 y 2,000 kilómetros sobre la superficie terrestre, una naturaleza técnica que los haría más viables en la prestación de servicios de Internet de alta velocidad y cobertura amplia, frente a los satélites geoestacionarios, ubicados a distancias de hasta 36,000 kilómetros sobre la Tierra.
Esta, la de los satélites LEO, es una nueva industria que se valoraría en 7,930 millones de dólares en 2025 y en 11,530 millones de dólares en el año 2032, según Fortune Business Insights, pero para el regulador Freire de la Anatel, la noticia es otra.
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Alexandre Freire consideró que el despliegue acelerado de las constelaciones satelitales como aquella de Starlink, necesariamente implicaría abordar pronto una discusión en la Anatel sobre la actualización de la normativa brasileña en la materia; y al mismo tiempo, Freire pidió que Brasil también valore qué tan conveniente es que el país busque nuevos aliados y no dependa de un solo socio como actor en el manejo de datos de información, con lo que la regulación satelital ahora sería también desde la geopolítica.
“La expansión satelital, incluso para soportar estas nuevas tecnologías como Starlink, requiere necesariamente de una actualización de la normativa correspondiente (…) Brasil debe ser muy consciente de la necesidad de ampliar las alianzas y no tener un solo socio de Estado-nación como actor para la transferencia de datos”, dijo Freire en una de las conferencias de Futurecom.
Freire habló así de que las constelaciones LEO tienen una naturaleza técnica muy idónea para ayudar a “democratizar el acceso a Internet”, pero es un hecho, dijo, que su aparición ha trastocado el ecosistema de telecomunicaciones y ahora desafían los marcos regulatorios, por lo que cualquier discusión en la materia también debería abordarse desde una perspectiva geopolítica.
“Estas redes de constelaciones están desafiando la gobernanza internacional, la regulación nacional e incluso la noción misma de lo que es la soberanía digital”, explicó Alexandre Freire.
Es por ello que Freire planteó valorar a otros actores relevantes de la industria satelital para generar equilibrios. Así, el comisionado deslizó los nombres de India y Rusia como potenciales aliados hacia los que Brasil puede diversificarse en el rubro, pues ambos son sus socios en el grupo de los BRICS.
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La Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil ya ha ido avanzando en la materia; por ejemplo, en abril, al mismo tiempo que aprobaba una ampliación 7,500 satélites para la constelación de Starlink, también deslizó que valoraba ajustes para las normativas satelitales, como respuesta también a nuevas solicitudes para crear más constelaciones LEO con alcance en Brasil.
Entonces, “¿estamos listos para regular el espacio? ¿Estamos preparados para una regulación espacial? Esto, declaro Freire, porque “éste será el tema histórico regulatorio de los próximos años”.
La discusión en la materia debe extenderse hacia todo el entramado del Estado, porque no sólo es un asunto de telecomunicaciones; porque, como en el mar con los cables submarinos, en los satélites también viaja la economía, los asuntos de defensa de las naciones y los datos de las personas y todo ello junto significa poder para el Estado que pueda usarlo en su favor.
“Todo este asunto se ha discutido en la Anatel; en la Dirección de Seguridad Institucional, en el Ministerio de Comunicaciones y en el Ministerio de Defensa, porque es un asunto del Estado, no sólo de la Anatel (…) Brasil debe ser muy consciente: Hablamos de soberanía digital, hablamos de protección de datos; de la necesidad de que estos datos se almacenen en Brasil y de la necesidad de proteger los datos estratégicos”, platicó Alexandre Freire.
Cortesía de El Economista
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