
“La libertad no se otorga: se educa.” —Manuel Cervantes Ímaz (1828–1895), jurista liberal y humanista mexicano, promotor de la educación laica y la libertad de conciencia. Orgullosamente… mi tataratatarabuelo.
En México —y en el mundo— vivimos entre el miedo, la esperanza y el algoritmo. Por ello, es necesario educar para pensar antes que para obedecer.
Estamos sustituyendo viejos dogmas por nuevos dogmas. Ayer, el miedo al castigo y la esperanza de salvación sostuvieron obediencias acríticas. Hoy, la fascinación por la inteligencia artificial (IA) y la comodidad de los algoritmos empujan a muchos a hacer lo mismo: obedecer sin pensar. La política, cuando se vuelve demagogia, se sirve de ambos mundos. El resultado: alienación de las masas. Este no es un alegato contra la fe ni contra la tecnología; es un llamado a reordenarlas al servicio de la persona, desde un Humanismo Mexicano que ponga en el centro dignidad, disposición, conciencia y responsabilidad. Y es, también, una invitación al empresariado familiar —la columna vertebral de nuestra economía— a liderar la reconstrucción del tejido social a través de la educación, el autocuidado, la ética del dato y el trabajo digno.
Lo pienso y lo digo con firmeza, es evidente… “El nuevo dogma no se predica desde un púlpito, sino desde una pantalla.”
De la fe temerosa al algoritmo infalible (y viceversa)
Desde el siglo XVIII, David Hume observó que “tanto el miedo como la esperanza forman una especie de divinidad adecuada a sí misma”: cuando el ser humano teme a la muerte o anhela consuelo, proyecta una certeza que le ahorre angustia. Karl Marx llamó a la religión “el suspiro de la criatura oprimida”: alivio real, pero a veces anestesia de la voluntad transformadora. Bertrand Russell fue tajante: muchas religiones descansan “principalmente en el miedo”. El punto no es denigrar la espiritualidad —quien esto escribe ha dialogado con comunidades de fe que educan, cuidan y liberan—; el punto es desactivar el dogma, esa congelación de la mente que reemplaza el juicio por obediencia.
Hoy vemos el mismo patrón en clave tecnológica. A la IA se le reza con otro lenguaje: promesas mesiánicas (curar, predecir, optimizarlo y facilitar todo) y advertencias apocalípticas (desempleo masivo, control total, consumismo inconsciente). En el discurso público aparecen metáforas de “dios digital”, “singularidad salvadora” o “Anticristo algorítmico”. El riesgo no está en la herramienta —que es humana, no divina, como el cerebro… un simple repositorio de información—, sino en la postura de sumisión: “si lo dice el sistema (la IA), debe ser verdad”. Ese es el dogma tecnocrático.
Hannah Arendt nos dejó una brújula: “El más radical de los males es el que se comete sin pensamiento.” Como los que producen la guerra sin justificación humana hoy. Su tesis de la banalidad del mal aplica al siglo XXI: cuando la decisión se vuelve trámite técnico y la ética se delega a una caja negra, la ciudadanía renuncia a pensar.
Reafirmo lo que pienso y lo vuelvo a decir con firmeza lo que es evidente… “Ni la religión ni la inteligencia artificial nos deshumanizan; lo hace nuestra costumbre de obedecer sin pensar.”
México: educamos para memorizar, para decir mande y vivimos hiperconectados, pensamos poco (y eso nos duele)
El dato duele: en México hay 34.8 millones de niñas, niños y jóvenes de 3 a 18 años que deberían estar en la escuela; 6.4 millones (18%) no asisten. La mitad pertenece a grupos con desventajas estructurales (indígenas, personas con discapacidad, zonas rurales y afrodescendientes), según el IMCO (enero 2024) y cobertura de El Economista.
Calidad: en PISA 2022 (OCDE), México quedó por debajo del nivel básico en Lectura y Matemáticas. En el nuevo módulo de Pensamiento Creativo (2024), sólo 13.8% de estudiantes mexicanos alcanzó desempeño alto, frente a ~27% del promedio OCDE (nota país OCDE y El Economista, 18/06/2024). El propio “factsheet (datos clave del tema)” de México reporta 70% en nivel de suficiencia mínima vs 78% OCDE. Traducción: poca creatividad para resolver problemas, debatir ideas y generar alternativas. Nuestro pensamiento crítico es bajo, y por ello: la religión nos domina, las tics (tecnologías de información) nos estupidizan y la política nos controla.
Conectividad: somos hiperconectados, pero no necesariamente más críticos. ENDUTIH 2024 (INEGI): 100.2 millones de usuarios de internet (83.1% de la población de 6+ años); en 2023 eran 97 millones (81.2%). La Gaceta UNAM advirtió (2023): México usa internet “casi nueve horas diarias” en promedio y 80% de internautas lo hace principalmente para redes sociales; subraya riesgo de uso patológico en adolescentes. Otros ejercicios señalan medias de 4.5 a 5.9 horas según cohortes (18-24 años, tiempo más alto), lo que sugiere consumos intensivos y muy desiguales. Sí, el nuevo dogma usa algoritmos que atrapan a la mexicanidad y la van nulificando.
Salud mental y socialidad: un estudio binacional España–México (UNIR) halló 16% de adolescentes con uso problemático de redes y ~3% con rasgos de adicción severa. La UNAM apunta afectaciones de atención, lenguaje y habilidades socioemocionales por exposición excesiva a pantallas. ¿Conclusión? Tenemos una infancia y juventud hiperconectada, sub-entrenada —casi nulificada— en pensamiento crítico y sobre-expuesta a algoritmos que maximizan tiempo de pantalla, no aprendizaje. Una nueva forma de esclavitud.
Presupuesto: el AI Index 2025 (Stanford HAI) reporta 252.3 mil millones de dólares de inversión global en IA sólo en 2024 (con 33.9 mil millones en IA generativa). El WEF 2025 estima 92 millones de empleos desplazados y 170 millones creados a 2030 (saldo neto +78 millones), con reskilling masivo urgente. Mientras tanto, México discute si su esfuerzo presupuestal educativo es 2.96–3.23% del PIB, lejos del 4–6% recomendado por UNESCO; IMCO calcula que se requieren +355 mil millones de pesos anuales para alcanzar el piso mínimo. Preferimos becar e inhabilitar a los pobres con ayudas económicas demagógicas.
Dicho claro: invertimos más (y más rápido) en máquinas que en mentes. Si no corregimos, consolidaremos una modernización sin ciudadanía pensante. Sin pensamiento crítico México no será digno.
Religión, política y algoritmo: anatomía del control (y cómo desactivarlo)
En su crítica a la modernidad líquida, el sociólogo filósofo Zygmunt Bauman advirtió la fragilidad de los vínculos. Byung-Chul Han actualiza el diagnóstico: ya no manda el amo exterior; nos tauto-explotamos en nombre del rendimiento. “La libertad hoy se llama obligación de rendir”, escribe en La sociedad del cansancio. Hiperproductividad, hipertransparencia, hiperexposición: el resultado es cansancio, no sentido. Las religiones pueden pervertirse en temor; la política en demagogia; la IA en oráculo. El patrón común es la obediencia sin examen, es decir sin razonar.
El contrapeso tiene nombre y apellido: educación para pensar. Lo dijo Arendt; lo ratificó Villoro —“pensar es comprometerse con la verdad”—; lo heredamos de Cervantes Ímaz: “la libertad se educa”. El Humanismo Mexicano que defendemos desde estas páginas —sí, el mismo que recorre mis columnas sobre empresa familiar, reconstrucción del tejido social y activismo dialogal— se asienta en cuatro convicciones: Dignidad (la persona por encima del dato), Disposición (servir y aprender con otros), Conciencia (formar criterio y empatía) y Responsabilidad (hacerse cargo de la incidencia y impacto de nuestra conducta). Desde ahí, religión, política y tecnología pueden humanizarse.
Sigo pensándolo y diciéndolo con más firmeza, es evidente… “Entre la fe ciega y el algoritmo infalible, el pensamiento crítico es el último acto de resistencia humana.” He ahí la verdadera reforma. La lucha es contra el liderazgo tradicional, ese que no le conviene que pensemos y deseemos el bien común, por ello alienan al pueblo con maldad radical.
El costo económico de no educar (y la oportunidad de hacerlo bien)
Productividad y empleo. El Foro Económico Mundial advierte que 40% de las habilidades usadas hoy quedarán obsoletas hacia 2030; 6 de cada 10 trabajadores requerirán recapacitación y reeducación en competencias humanas. La automatización no es fatalidad: traerá empleos nuevos si hay talento nuevo y pensamiento crítico. Si no, tendremos sectores con alta inversión tecnológica y bajo arraigo humano: productividad sin tejido social.
Empresas familiares y MiPyMEs. Distintas fuentes académicas y de prensa económica estiman que las empresas familiares representan la inmensa mayoría de las unidades de negocio y aportan una porción sustantiva del PIB y del empleo; ejercicios del Tec de Monterrey/IFEM y TecScience refieren rangos del 70% del empleo y ~80% del PIB asociados a la empresa familiar, mientras la Secretaría de Economía recuerda que las MiPyMEs son 99.8% del universo empresarial. No es un tecnicismo: es el corazón económico del país y, por tanto, el músculo o la plataforma ideal para educar a la comunidad. He ahí la oportunidad del Humanismo en Acción empresaria.
Finanzas públicas. El IMCO advierte que el presupuesto educativo no ha crecido al ritmo de las necesidades; el CIEP señala márgenes limitados por pensiones y deuda; El Economista ha documentado picos y caídas mensuales en 2024 y 2025, con brechas respecto al estándar internacional. Con o sin vaivenes, el mensaje es claro: sin inversión sostenida en capital humano y alfabetización algorítmica, la ola tecnológica pasará por encima.
Qué hacer: 9 movimientos para educar libertad (familia, escuela, empresa, Estado)
A. Familia y escuela (comunidad viva)
1) Pacto de pantallas (niñez/adolescencia): cancelación de uso o límites de tiempo y ventanas de silencio diarios; conversación guiada sobre lo visto. Formación en higiene digital y verificación básica (dos fuentes, sesgos comunes, distinguir opinión de evidencia). Activismo dialogal-valoral familiar.
2) Aula que piensa: clubes de lectura argumentativa, debate político, filosófico social mensual y laboratorios de creatividad (resolver problemas del barrio). La métrica no es aprobar, es producir ideas y cambiar algo.
3) Tutoría humana + IA: el docente como curador ético no como depositario de información; la IA como herramienta. Prohibir la delegación total: toda respuesta asistida se explica y contrasta. Se razona.
B. Empresa familiar y MiPyME (escuela extendida)
4) Adopta una escuela: 100 horas/año de pensamiento crítico y ética del dato con mentores voluntarios. Indicador: comprensión lectora +20% y proyectos comunitarios semestrales.
5) Aprendizaje significativo o “Reskilling (aprender nuevas competencias)” con propósito: por cada proceso de automatización, capacitar al menos a un colaborador en habilidades creativas/comerciales/datos. Métrica: movilidad interna y salarios que mejoran. Liderazgo humanista.
6) Carta de Ética de IA–política pública para el uso de IA– (barrial/sectorial): transparencia de modelos usados, humano-en-el-bucle para decisiones sensibles (crédito, beca, empleo) y canal de apelación. Publicar auditorías sencillas para medir el impacto en la calidad de vida de las personas o, en su defecto, las desviaciones por su uso, intervenir y replantear.
C. Gobierno y sociedad civil (reglas y confianza)
7) Meta 4–6% del PIB en educación con trazabilidad ciudadana: la sociedad y las cámaras empresariales verifican ejecución y resultados (no sólo montos).
8) Programa Nacional de Alfabetización Algorítmica: INEGI/SEP/UNAM/tec y cámaras empresariales; módulos para familias, docentes, policías, periodistas y servidores públicos.
9) Priorizar salud mental: red de psicología comunitaria (escuela-empresa-municipio) para infancias y juventudes hiperconectadas; medir ansiedad, sueño, bullying digital y bienestar.
Cómo medir si avanzamos (12 meses)
Escolaridad: +1 punto en asistencia en municipios intervenidos (IMCO/SEP).
Lectura/Matemáticas: mejora de 5–8% en pruebas locales; PISA 2025 como referencia macro (OCDE).
Creatividad: duplicar el 13.8% de alto desempeño en tres años en redes de escuelas adoptadas (benchmark OCDE: ~27%).
Alfabetización algorítmica: 10,000 personas certificadas en 12 meses en cada estado (SEP + cámaras).
Aprendizaje significativo con intencionalidad de nuevas actitudes, conductas y/o competencias: horas de capacitación por persona y movilidad interna; meta: 20% de plantilla con nuevas competencias.
Bienestar: reducción de uso problemático de redes en adolescentes (16% → 10%) en dos ciclos escolares (UNIR/UNAM).
Política, religión, empresa: tender puentes, no trincheras
No se trata de confrontar a la Iglesia, ni a la política, ni a la tecnología. Se trata de retarlas a hacer lo correcto, con humildad y evidencia. Se trata de retarte a tí a cuestionar cualquier dogma opresivo y despertar. Soy testigo que varias instituciones de fe en México impulsan educación, hospitales y ayuda humanitaria y también que otras no lo hacen; muchas empresas financian becas y laboratorios y otras solo piensan en la rentabilidad para sus accionistas; universidades públicas sostienen ciencia con presupuestos apretados y otras derrochan para el beneficio de unas cuentas personas. reflexionamos y sumemos. Si la Iglesia aporta sentido y comunidad, la política bien hecha aporta reglas y justicia, y la empresa humanista aporta trabajo, formación y futuro, Eso es Humanismo Mexicano en Acción.
Hoy pareciera que hacemos lo contrario —una fe que infunde miedo, una política que divide y una empresa que exprime sin educar— es momento de salirnos de esos dogmas y cancelar los paradigmas sin importar cualquiera que sea su color o ideología.
Como Desarrollista Humano, Empresario, Docente, Consejero Sistémico, Diseñador Gráfico, Líder Humanista y Presidente de los consejos de administración de varias empresas, lo afirmo nuevamente: la empresa familiar mexicana puede ser escuela de ciudadanía y plataforma de cuidado. Cuando en mis columnas hablo de reconstrucción del tejido social, hablo de esto: personas que piensan, organizaciones que educan, comunidades que se sostienen y líderes sensibles a las necesidades de nuestra gente.
Epílogo con Byung-Chul Han (y con pausa mexicana)
Byung-Chul Han (recién premio de Asturias) describe nuestra época como la del rendimiento: ya no manda la prohibición, seduce el “yo tengo y yo puedo”, no existe un yo soy. Las redes y la IA ofician el culto de la visibilidad y la eficiencia y en esa supuesta exposición, desaparecemos en la masa, nos despersonalizamos. El precio es el cansancio, nos quemamos (el notable “burnout”) por fatiga crónica de estrés laboral. Frente a ese culto, el Humanismo Mexicano en acción propone recuperar la pausa, la palabra y el encuentro, reaprender lentamente nuevas actitudes y competencias que dignifiquen el SER. Lo he dicho: cuidar es un verbo político. Cuidar de nuestras infancias Alpha y Beta, de nuestros maestros y maestras, de cada persona trabajadora, de nuestras madres en casa y de cada adulto mayor, cada abuelo/a. Que nos quede claro, sin cuidado no hay país.
Luis Villoro —filósofo del compromiso— nos recuerda que pensar obliga; no es lujo, es deber cívico. Hannah Arendt —filósofa de la acción— nos previene: suspender el juicio es abrirle la puerta al mal banal; hoy, al mal banal del algoritmo. Manuel Cervantes Ímaz —nuestra raíz— nos lega el imperativo más actual: “la libertad se educa”. Yo te invito a cambiar el liderazgo del mundo; “el humanismo es dignidad y la prosperidad del bien común”.
La esperanza práctica y el deber ser
No soy ingenuo: la IA no va a “pararse”. Esa es la realidad y la verdad. Y no debe pararse, si la usamos bien, nos hará mejores. Tampoco la fe va a desaparecer, ni la política va a dejar de disputar sentido. Lo que sí puede y debe cambiar es nuestra relación con esas fuerzas. La conciencia y la autonomía son la clave. Si educamos para pensar (no sólo para recordar), si enseñamos a leer y filtrar algoritmos (no sólo a usarlos), si priorizamos personas sobre datos y rentabilidad, tendremos una sociedad que no obedece por miedo ni por comodidad, sino que decide con criterio. Eso es Humanismo Mexicano en Acción. Eso es reconstruir el tejido social de fondo y espíritu. Eso es prosperidad del bien común desde el empresariado mexicano.
Tres verbos para cerrar: aprender, cuidar, comprometerse. Aprender a dudar con método autónomo; cuidar cuerpos, mentes y vínculos con dignidad; comprometernos a invertir en la mente al mismo ritmo que invertimos en máquinas. Te recuerdo mi postura política como líder humanista mexicano:
“Entre la fe ciega y el algoritmo infalible, el pensamiento crítico es el último acto de resistencia humana.”
“El nuevo dogma no se predica desde un púlpito, sino desde una pantalla. La resistencia es el potencial del Desarrollo Humano.”
“Ni la religión ni la inteligencia artificial nos deshumanizan; lo hace nuestra costumbre de obedecer sin pensar.”
Ese es el México que sí queremos: con empresas que educan, escuelas que piensan, iglesias que humanizan, gobiernos que rinden cuentas y tecnologías que sirven. Queremos un México de personas pensantes, libres y dispuestas a reconstruir nación.
Para eso necesitamos un pacto: 4–6% del PIB sostenido en educación, alfabetización algorítmica nacional, re-educación o “reskilling” masivo, ética de IA con humano-en-el-bucle y cuidado como derecho. Hagámoslo juntos/as —primer, segundo y tercer sector—, con la empresa familiar como gran orquestador de la comunidad y la prosperidad colectiva.
Si lo hacemos, nuestras hijas e hijos no temerán ni a Dios ni a la máquina. Sabrán pensar. Y entonces, como quería Cervantes Ímaz –mi ancestro–, la libertad no sólo será derecho; será educación viva.
Sin educación, el futuro de México no será digno.
Abrazo esperanzador en letras.
El autor es Doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México; Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de Empresa, España. Licenciado en Comunicación Gráfica y Columnista en El Economista.
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Fuentes mencionadas en el texto (sin hipervínculos)
IMCO (2024). Desigualdades educativas en México: 34.8 millones de 3–18 años; 6.4 millones (18%) no asisten; concentración en grupos desfavorecidos. Cobertura El Economista (24/01/2024).
OCDE (PISA 2022-2024). Pensamiento Creativo: México 13.8% de alto desempeño (prom. OCDE ~27%); 70% en suficiencia mínima vs 78% OCDE. El Economista (18/06/2024) y OECD Factsheet México.
INEGI (ENDUTIH 2023-2024). Usuarios de internet: 97.0 millones (81.2%) en 2023; 100.2 millones (83.1%) en 2024.
Gaceta UNAM (07/12/2023). México: consumo casi 9 horas diarias de internet; 80% lo usa para redes sociales; riesgo de uso patológico en jóvenes.
UNIR (estudio España-México). 16% de adolescentes con uso problemático de redes; ~3% con adicción severa.
AI Index 2025 (Stanford HAI). Inversión global en IA 2024 = 252.3 mil mdd; IA generativa 33.9 mil mdd.
WEF, Future of Jobs 2025. A 2030: 92 millones empleos desplazados, 170 millones creados (neto +78 millones); reskilling masivo; 40% de habilidades obsoletas.
IMCO/CIEP/UNESCO. Gasto educativo México ≈3% del PIB (rango 2.96–3.23%); brecha vs estándar 4–6%; se requieren +355 mil mdp anuales. IMCO (PPEF 2024); El Economista (18/07/2024).
Secretaría de Economía / TecScience (Tec de Monterrey/IFEM). Peso de MiPyMEs (99.8%) y empresa familiar (rango alto de contribución a PIB/empleo).
Cortesía de El Economista
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