¿Te imaginas vivir en una casa de dibujos animados? No, no bajo la metáfora de tú adentrarte al universo de la serie, sino que, literalmente, habitar el hogar de tus personajes favoritos. Esta es la historia de cómo la casa de Los Simpson fue construida en la vida real, pero, para su mala fortuna, nadie la quiso.
La casa Simpson. Para contar esta anécdota nos tenemos que remontar a la década de los 90. En pleno apogeo de popularidad del programa, Fox y la empresa de constructores Kaufman & Broad quisieron hacer una campaña promocional como nunca antes: construir la casa con base en diseños 3D del videojuego Virtual Springfield.
Manos a la obra, literal. Para llevar a cabo el proyecto, también se analizaron cientos de episodios de la serie. Sin embargo, se encontraron con un problema sustancial: muros de carga. La falta de estos muros hicieron que los constructores se las ingeniaran para dar con un diseño seguro, pero fiel a lo visto en televisión.
El resultado. A partir de la sala de televisión, se construyó una casa idéntica a la original. No solo en diseño, sino desde los muebles hasta los colores. Dos pisos, cuatro habitaciones, e incluso un patio trasero con todo y la casa del árbol. Al final, 200 metros cuadrados pintados del característico amarillo, naranja, verde y rosa.
De la pantalla a la vida real. En sí, la idea se sustentó en que la construcción pareciera 90% normal y 10% dibujo animado. De hecho, Rick Floyd, diseñador de producción de Hollywood, se encargó de incluir elaborados detalles para los fans: latas de cerveza Duff, un saxo en la habitación de Lisa y un grafitti de El Barto hecho por el propio Matt Groening.
Pepsi a la carga. A través de un concurso realizado en 1997 por la compañía refresquera se logró entregar la casa. Cerca de 15 millones de personas participaron al enviar pruebas de que compraron productos de la marca. La ganadora fue una jubilada de Kentucky de 63 años, pero optó por un premio en efectivo de 75,000 dólares.

De hogar a atracción. Aunque pareciera una estrategia genial para todo fanático de Los Simpson, la casa tenía ciertos detalles en sí misma. Por ejemplo, se tenía que pintar la fachada de acuerdo con las normativas de la colonia, y tenía una chimenea que no servía de mucho porque fue hecha en Nevada. Terminó como una atracción para turistas.
Se acabó la magia. Aunque en un principio la casa estuvo bajo vigilancia las 24 horas, por precaución ante algún tipo de saqueo, ésta dejó de ser tan intensa. Para 2001, ya como una casa aparentemente normal, se vendió a una secretaria que trabajó en la constructora. Eso sí, tuvo que hacer arreglos y hoy por hoy es visitada por curiosos.

Esto queda como una curiosa anécdota en que el marketing funcionó, pero no a largo plazo. Sin embargo, no quiere decir que el merchandising de la serie no valga nada. Entre licencias y colaboraciones, la IP de Los Simpson está valuada en más 12,300 millones de dólares. Claro está, las donas rosas y las latas de cerveza Duff son los sellos distintivos de todos los productos.
Cortesía de Xataka
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