La figura más importante de la medicina del s. iv a. C. fue Aristóteles (348- 322 a. C.), nació en Estagira (Tracia) y era hijo de un médico macedonio. A los diecisiete años se incorporó a la Academia de Platón, donde permaneció hasta la muerte del filósofo. Posteriormente, se dedicó a viajar por la Hélade y, a petición de Filipo de Macedonia, se convirtió en tutor de Alejandro Magno.
Cuando este se lanzó a la conquista de Asia, Aristóteles decidió regresar a Atenas, donde fundó el célebre Liceo. Allí, en un jardín con columnas (perípatos), enseñaba una filosofía que recibió el nombre de peripatética. La escuela peripatética contó con varios médicos de enorme valía: Diocles de Karistos, Praxágoras de Cos y Teofrasto de Eresos.

Aristóteles fue un pensador creativo que abordó numerosos campos del saber. En el campo de la medicina, destacaron sus estudios anatómicos: es el fundador de la anatomía comparada, la cual ejerció una enorme influencia en el pensamiento escolástico medieval.
A él le debemos la introducción del concepto de parte anatómica como unidad morfológica observable por su contenido (partes similares) o por su contorno (partes disimilares). En las partes similares se incluiría la sangre, la grasa, el hueso y el cartílago. De esta forma se estaba adelantando en varios siglos a la idea de los tejidos. Las partes disimilares, por su parte, hacían referencia a los órganos que realizaban una función propia.
El defensor de la generación espontánea
Con ciertos matices, la epigénesis, la generación espontánea y la «escala de la naturaleza» mantuvieron su vigencia hasta bien entrado el siglo xvii. Sin embargo, no sucedió lo mismo con sus teorías sobre anatomía comparada. En Historia de los animales ordenó los animales en una serie de niveles cada vez más complicados, formando una «escala de la naturaleza», en cuya cima se encontraba el hombre, al cual seguían los cuadrúpedos vivíparos.
Sabemos que realizó interesantes estudios embriológicos (así aparece en Sobre la generación de los animales) utilizando embriones de pollo. Su hipótesis de trabajo fue que el desarrollo embrionario se producía como consecuencia de un proceso de configuración (epigénesis).

Aristóteles pensaba que el nuevo ser estaba preformado en el semen, en el llamado homúnculo («hombrecillo»). Al ser depositado en la mujer, adquirió el tamaño del recién nacido. Esta idea se mantuvo vigente hasta el siglo xviii cuando Moreau de Maupertuis intuyó que los caracteres de la madre también estaban en el recién nacido.
Además, fue un férreo defensor de la generación espontánea, según la cual, cualquier sustancia en descomposición es capaz de generar gusanos o larvas. Llegó a afirmar que «las pulgas y los mosquitos se originaban en las aguas putrefactas», hecho que observaba cada verano que se acercaba al agua estancada.
Una «intrusa» entre los médicos
fue una sabia mujer que perteneció a una familia acomodada de la Atenas del siglo iv a. C. A pesar de mostrar su deseo de aprender medicina para poder ayudar a las parturientas, su petición le fue denegada, ya que esta profesión estaba vetada a las mujeres.
Por este motivo, no le quedó otro remedio que cortarse el pelo, vestirse de hombre y dirigirse a Alejandría, para estudiar con Herófilo (del que hablaremos en el próximo capítulo) hasta que consiguió su objetivo.

La historia, a camino de la leyenda y la realidad, nos cuenta que de regreso a Atenas tuvo numerosos éxitos y que sus envidiosos colegas la denunciaron ante el Areópago por violar a dos de sus pacientes. A Agnódice no le quedó más remedio que revelar su sexo, corriendo el riesgo de ser condenada a muerte por haber ejercido la medicina siendo mujer. Afortunadamente, salieron en su defensa las mujeres de algunos de los más reputados magistrados de la polis y, finalmente, fue absuelta. La escritora Gillian Bradshaw publicó El faro de Alejandría inspirada en la vida de Agnódice.
Tiempo después, entre los siglos iii y v d. C., vivió otra griega —Metrodora— que pasa por ser la autora del texto médico más antiguo de la historia escrito por una mujer: Sobre las enfermedades y curas de la mujer. Se cree que la etimología de su nombre procede de su profesión (metro, útero, y dora, regalo).
Cortesía de Muy Interesante
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