La vacuna del VPH reduce hasta un 80% el riesgo de cáncer de cuello uterino: dos grandes revisiones con más de 132 millones de personas lo confirman

Durante años, la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) ha sido una de las principales herramientas de la medicina preventiva moderna. Pero ahora, por primera vez, una serie de estudios publicados por la prestigiosa colaboración científica Cochrane ofrece una prueba rotunda: vacunarse contra el VPH, especialmente antes de los 16 años, puede reducir hasta en un 80% el riesgo de desarrollar cáncer de cuello de útero. Y no solo eso: también disminuye significativamente las lesiones precancerosas y las verrugas anogenitales, sin aumentar el riesgo de efectos adversos graves.

Estas conclusiones proceden de dos revisiones sistemáticas publicadas en la Cochrane Database of Systematic Reviews. Una de ellas se centró en ensayos clínicos aleatorizados, incluyendo 60 estudios con un total de 157.414 participantes. La otra examinó 225 estudios observacionales, que abarcan a más de 132 millones de personas en múltiples países y contextos sanitarios. Esta segunda revisión incorporó además un meta-análisis en red para comparar de forma rigurosa la efectividad relativa entre las distintas vacunas disponibles.

En conjunto, este cuerpo de evidencia combina los resultados más controlados y rigurosos de la investigación clínica con los datos reales del impacto poblacional tras la introducción de la vacuna. Se trata del análisis más exhaustivo realizado hasta la fecha sobre la vacunación contra el VPH.

Y lo que han encontrado es, sencillamente, difícil de ignorar.

La protección antes de los 16 años: la clave

Uno de los hallazgos más potentes es que la vacunación antes de los 16 años ofrece la mayor protección posible. En este grupo, el riesgo de desarrollar cáncer de cuello de útero se reduce en aproximadamente un 80% frente a quienes no fueron vacunados. Esta cifra no es anecdótica: proviene del análisis de decenas de millones de casos en múltiples países y contextos. La protección también se extiende a lesiones precancerosas del cuello uterino (CIN2+ y CIN3+), que pueden convertirse en tumores invasivos si no se detectan a tiempo.

Además, el efecto de la vacuna va más allá del cáncer de cuello de útero. Al bloquear la infección por los tipos de VPH de alto riesgo, también reduce la incidencia de verrugas anogenitales y se espera que tenga un impacto significativo —aunque aún por cuantificar— en otros tipos de cáncer relacionados, como los de vagina, vulva, pene, ano y orofaringe.

Las niñas que recibieron la vacuna contra el VPH a los 16 años o antes presentaron una reducción del 80% en el riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino en comparación con quienes no fueron inmunizadas.

Una revisión científica histórica confirma que la vacuna del VPH previene hasta el 80% de los cánceres de cuello uterino, sin riesgo de efectos adversos graves
Una revisión científica histórica confirma que la vacuna del VPH previene hasta el 80% de los cánceres de cuello uterino, sin riesgo de efectos adversos graves. Foto: Istock

Un arsenal contra el miedo: efectos secundarios bajo la lupa

Una de las principales barreras para la vacunación ha sido el miedo a los efectos secundarios, a menudo alimentado por rumores y desinformación en redes sociales. Las revisiones Cochrane han abordado este tema con rigor y detalle. Analizando cientos de estudios y millones de datos de seguimiento, no se ha encontrado evidencia de que la vacuna contra el VPH aumente el riesgo de efectos adversos graves como infertilidad, enfermedades neurológicas o trastornos del sistema inmunitario.

Los efectos secundarios más comunes son leves y transitorios: dolor en el brazo, fiebre ligera o fatiga en las horas posteriores a la inyección. Y, según los datos, se presentan con la misma frecuencia en los grupos vacunados que en los no vacunados.

Incluso para los eventos más debatidos —como el síndrome de fatiga crónica o el síndrome de taquicardia postural— el análisis cruzado entre reportes en redes sociales y estudios de seguimiento no mostró ninguna relación causal con la vacuna.

Las revisiones incluyeron distintas versiones de la vacuna contra el VPH disponibles en el mercado. Todas demostraron ser efectivas en prevenir la infección por los tipos de VPH que causan la mayoría de los casos de cáncer y verrugas genitales.

Vacunar también a los niños: una estrategia clave

Aunque en sus inicios la vacunación se centró exclusivamente en niñas, los expertos coinciden en que vacunar también a los niños es fundamental para frenar la transmisión del virus y proteger a toda la población. El VPH se transmite por contacto sexual —vaginal, anal u oral— y afecta a personas de todos los géneros. Vacunar a los niños contribuye a crear inmunidad de grupo y a prevenir también los cánceres que afectan a los hombres, como los de pene, ano y garganta.

Muchos países ya han incorporado esta estrategia en sus calendarios de vacunación escolar, pero aún queda camino por recorrer para alcanzar tasas de cobertura óptimas, especialmente en contextos de bajos ingresos.

Las distintas vacunas disponibles contra el VPH demostraron una alta eficacia al disminuir la aparición de lesiones precancerosas en el cuello del útero y otras áreas genitales en personas jóvenes, especialmente entre los 15 y los 25 años.

Una llamada a la acción global (y urgente)

A pesar de estos resultados tan esperanzadores, el acceso a la vacunación no es igual en todo el mundo. Mientras que en países de altos ingresos la cobertura es relativamente alta, en regiones de África, Asia y América Latina sigue siendo muy baja. Irónicamente, es en estos países donde el cáncer de cuello de útero causa más muertes por falta de cribado y tratamientos tempranos.

Los autores de las revisiones insisten en que la vacuna es más necesaria que nunca en estos contextos, y que aumentar su disponibilidad puede marcar una diferencia histórica. Lograr la meta de la Organización Mundial de la Salud de erradicar el cáncer de cuello de útero en el siglo XXI pasa por combinar vacunación masiva, cribado regular y tratamiento oportuno de las lesiones precancerosas.

Aunque los resultados actuales son contundentes, todavía quedan preguntas abiertas. La mayoría de los estudios incluidos en los análisis provienen de países ricos, y se necesitan más investigaciones en entornos con menos recursos para entender mejor los desafíos logísticos y culturales.

También se requiere tiempo para medir el impacto a largo plazo de la vacuna sobre otros tipos de cáncer relacionados con el VPH que suelen aparecer más tarde en la vida, como los de cabeza y cuello o el anal.

Pero lo que ya sabemos es más que suficiente para actuar. La ciencia ha hablado con claridad: la vacuna del VPH es una herramienta segura, eficaz y poderosa para prevenir uno de los cánceres más mortales —y más prevenibles— del mundo.

Portada de una de las revisiones publicadas
Portada de una de las revisiones publicadas. Foto: Cochrane/Christian Pérez

¿Qué es Cochrane y por qué su veredicto importa?

Cochrane es una organización científica internacional sin ánimo de lucro reconocida mundialmente por sus revisiones sistemáticas, que evalúan la calidad y consistencia de la evidencia médica disponible. Cuando Cochrane publica una revisión positiva sobre un tratamiento, se considera uno de los estándares de referencia en medicina basada en evidencia. Sus conclusiones suelen influir directamente en las políticas de salud pública de gobiernos y organismos internacionales.

Por eso, que no una, sino dos revisiones simultáneas, junto con un meta-análisis independiente, respalden con tanta contundencia la vacunación contra el VPH marca un antes y un después en la lucha contra el cáncer relacionado con este virus.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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