Larry Ellison tenía la idea de alimentar a miles de personas sembrando lechugas: gastó 500 millones de dólares en regarlas

Larry Ellison, el cuarto hombre más rico del mundo según Forbes, es cofundador de Oracle, consultor cercano de Donald Trump y dueño de Lanai, una isla en Hawái en la que, en 1994, Bill Gates se casó con Melinda French. Ellison adquirió la Lanai en 2012 y desde entonces la ha convertido en un “patio de recreo para ricos“, al punto de que muchos de los que allí vivían han tenido que desplazarse.

De acuerdo con Business Insider, la intención de Ellison es hacer de la isla “una utopía del bienestar” 100% sostenible (aunque eso signifique que los habitantes no puedan permitirse la vida allí). El más reciente de sus proyectos buscaba revolucionar la agricultura y le costó al magnate cientos de millones de dólares. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba.

Invernaderos de 500 millones

Combinando tecnología avanzada con métodos de agricultura hidropónica moderna, Ellison quería cambiar la forma en la que se producen los alimentos. Para ello creó una empresa denominada Sensei Ag. Esta compañía prometía desarrollar un novedoso modelo de cultivo que podría ayudar a multiplicar la producción de vegetales en el  futuro.

De acuerdo con The Wall Street Journal, la inversión inicial fue de 500 millones de dólares. Con este dinero, Sensei Ag construyó seis invernaderos equipados con sensores avanzados, inteligencia artificial y sistemas de control de clima. Los invernaderos debían reducir el impacto ambiental y, al mismo tiempo, asegurar las condiciones propicias para producir frutas, verduras y otros alimentos de alta calidad.

Por si fuera poco, Ellison quería usar energía renovable para alimentar las instalaciones en Lanai y crear un modelo sostenible completo. El plan es que dicho modelo pudiera replicarse en otras partes del mundo. Sin embargo, los costos operativos de las instalaciones avanzadas y el mantenimiento de los invernaderos eran demasiado altos. Además, el clima de la isla tampoco ayudó.

Si algo puede fallar, fallará

Durante la década de 1920, Lanai producía del 75% del suministro mundial de piña. No obstante, el cultivo intensivo y los agentes químicos utilizados para acelerar la maduración redujeron la productividad del suelo. Otro problema fueron la humedad y las ráfagas de viento de la isla, las cuales hicieron volar por los aires las coberturas de 12 millones de dólares. Esto elevó los costes de reparación hasta los 50 millones de dólares.

Los paneles solares que alimentaban los invernaderos fueron proporcionados por Elon Musk, pero estos se ensuciaban constantemente debido a los fuertes vientos. Como consecuencia, se volvían inútiles y los invernaderos debían obtener electricidad de generadores diésel. A estos problemas hay que añadir los fallos en la señal de Wi-Fi, la cual marcaba la diferencia entre una cosecha exitosa y el fracaso.

En Young, ex gerente general de las instalaciones de Lanai, dijo a The Wall Street Journal que, aunque el proyecto de Sensei Ag era muy grande al principio, “se fue diluyendo poco a poco a medida que nos enfrentábamos a las realidades de la implementación en Lanai“. Pese a que la compañía se volvió el mayor productor de lechuga y tomate cherry en Hawái, los costos eran demasiado altos en comparación con los ingresos.

Cortesía de Xataka



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