
La torta mexicana no solo es un antojo callejero: es un reflejo de la identidad nacional y del poder de la comida rápida hecha a la mexicana. De acuerdo con el ranking de Larousse Cocina y el posicionamiento internacional de portales como TasteAtlas e informes retomados por empresas especializadas en consumo, el top 5 de las tortas más consumidas en México está integrado por la guajolota, la torta ahogada, el pambazo, la cemita poblana y la cubana. Este quinteto concentra tanto la tradición regional como la vida urbana, y se han convertido en referentes gastronómicos dentro y fuera del país.
1. Guajolota: la reina de los desayunos capitalinos
En la Ciudad de México no hay mañana sin una guajolota, la emblemática torta de tamal que se acompaña casi siempre con atole. Su éxito radica en su practicidad: se vende en puestos callejeros a la salida del Metro, en esquinas concurridas y mercados populares. Es una opción barata y energética —con un aporte calórico que puede superar las 800 calorías— que la convierte en un “combustible” para el día a día de millones de capitalinos.
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La guajolota, también llamada “guajolocombo” cuando se combina con atole, es ejemplo de cómo el ingenio popular convirtió la masa dentro de masa en una tradición. Más allá de las críticas nutricionales, su consumo sigue siendo masivo porque responde a la velocidad de la vida urbana y a la accesibilidad económica, manteniéndose como un ícono de la cultura chilanga.
Torta de tamal
2. Torta ahogada: el orgullo de Guadalajara
La torta ahogada es, sin duda, el símbolo tapatío por excelencia. Originaria de Jalisco, consiste en un birote salado relleno de carnitas y “ahogado” en salsa de jitomate o chile de árbol, dependiendo del nivel de picor. Su origen popular en Guadalajara se ha consolidado hasta convertirse en un platillo de exportación cultural, con festivales, competencias y menciones en medios internacionales.
El reconocimiento no es menor: TasteAtlas la ha colocado entre los sándwiches más emblemáticos de Latinoamérica, e incluso ha sido incluida en listados de sopas icónicas por su particular forma de servirse sumergida en salsa. En las calles de Guadalajara y municipios aledaños se consume de forma cotidiana, especialmente en comidas informales de fin de semana, reforzando su papel como un emblema gastronómico local.
Torta ahogada
3. Pambazo: tradición de ferias y tianguis
El pambazo es una de las tortas más representativas de la Ciudad de México y el Estado de México. Elaborado con pan remojado en salsa de chile guajillo, se rellena típicamente con papa con chorizo y se adorna con crema, queso y lechuga. Su consumo se asocia con fiestas populares, ferias patronales y antojitos de tianguis, lo que refuerza su carácter festivo.
Este platillo, heredero de tradiciones chilangas, ha logrado mantenerse vigente porque es accesible, sabroso y visualmente atractivo. Además, TasteAtlas lo ha incluido entre los mejores sándwiches del mundo, lo que refleja que este antojo callejero no solo es parte del menú de los mexicanos, sino que también gana espacio en la gastronomía internacional.
Pambazo
4. Cemita poblana: la joya con ajonjolí
En Puebla, la cemita no es solo un pan: es un símbolo cultural. Elaborada con un bollo espolvoreado con ajonjolí, se rellena de quesillo, carnes frías, milanesa y pápalo, una hierba aromática que le da un sabor inconfundible. Su popularidad va más allá de la región poblana, pues restaurantes en Ciudad de México y Estados Unidos la han adoptado como carta fuerte en menús de antojitos.
La cemita ha escalado en reconocimiento internacional, con menciones en TasteAtlas y medios gastronómicos globales. Su fortaleza está en combinar ingredientes locales con un pan distintivo, lo que la convierte en una alternativa con identidad propia frente a la telera o el bolillo. Para Puebla, es también un orgullo regional que refuerza el atractivo turístico de su gastronomía.
Cemita Poblana
5. Cubana: el exceso como identidad
La cubana es la torta más abundante y variada del repertorio mexicano. Popular en la Ciudad de México, se caracteriza por llevar “de todo”: milanesa, jamón, huevo, quesillo, salchicha, frijoles, aguacate y otros ingredientes que cambian según el puesto o la fonda. Su fama radica en el exceso, lo que la convierte en un antojo para quienes buscan una comida completa en una sola torta.
Consumida principalmente en puestos callejeros y fondas populares, la cubana refleja la inventiva chilanga: con un solo pedido, el comensal recibe una explosión de sabores y texturas. Aunque no tiene un origen histórico tan preciso como la cemita o el pambazo, su popularidad es innegable y hoy es parte esencial de la tortería mexicana, al punto de que casi cualquier menú la incluye como estandarte de abundancia.
Torta cubana
La torta mexicana, en todas sus variantes, es un termómetro de consumo popular y de cultura gastronómica. Desde la rapidez urbana de la guajolota hasta la tradición regional de la cemita, pasando por el exceso de la cubana, estas tortas conforman el top de las más consumidas.
Cortesía de El Economista
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