Ocultas entre las colinas rocosas de Cerdeña, las “domus de janas” o “casas de las hadas” constituyen uno de los legados funerarios más extraordinarios del Neolítico europeo. Estas tumbas milenarias excavadas en la roca se diseñaron como complejas arquitecturas rituales capaces de encarnar visual y espacialmente el tránsito entre la vida y la muerte. Su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, otorgado en 2025, no solo protege su legado, sino que pone en valor su profundo simbolismo histórico y religioso.
Un legado monumental del Neolítico sardo
Las domus de janas fueron excavadas a lo largo del Neolítico final y la Edad del cobre (aproximadamente entre 4400 y 2300 a. C.), en correspondencia con culturas como las de San Ciriaco, Ozieri, Sub-Ozieri, Filigosa y Abealzu. Según las estimaciones más recientes, existen al menos 3.500 tumbas de este tipo repartidas por toda la isla de Cerdeña, con cerca de 250 de ellas decoradas con relieves o pinturas. Esta concentración inusitada convierte a la isla en el mayor conjunto de tumbas neolíticas decoradas de Europa.
Estos mausoleos solían excavarse en pendientes de roca blanda o acantilados de arenisca, sobre todo en aquellas zonas que dominaban valles fluviales. Muchos de ellos incluso acababan por formar auténticas necrópolis compuestas por grupos de cámaras adyacentes.
A pesar de que algunas domus presentan una estructura sencilla de una sola cámara, el modelo más elaborado —y también el más frecuente entre las tumbas decoradas— consiste en una secuencia espacial que incluye un dromos o pasillo de entrada, una antecámara, una cámara principal y un conjunto de celdas secundarias.
Una arquitectura para el tránsito entre mundos
Además de servir como espacios funerarios, estas construcciones también se diseñaron para que funcionasen como escenarios de rituales complejos asociados a la muerte. El estudio de cómo se distribuyen las representaciones artísticas en su interior ha revelado una disposición muy estructurada, con una clara intención de guiar simbólicamente a los vivos y a los muertos a través de una progresión ritual.
Esta organización se establece a partir de un eje central, una línea imaginaria que atraviesa el conjunto desde el dromos hasta el fondo de la cámara principal, donde culmina en una suerte de puerta falsa esculpida dispuesta en la pared del fondo. Este eje permite distrìbuir las decoraciones, que siguen un patrón coherente para marcar la progresión del difunto hacia el más allá.
En contraste con esta organización lineal, las celdas secundarias, que suelen carecer de decoración, presentan una mayor variabilidad formal. Esto sugiere que su función era más flexible y de carácter práctico: servir como receptáculos para los restos funerarios durante el uso repetido del monumento.

El arte como agente ritual
El arte de las domus de janas se organiza en tres grandes categorías, según los investigadores: los motivos arquitectónicos, las representaciones de bóvidos (bucrania) y las figuras geométricas. Todos ellos contribuyen a crear un entorno cargado de significado.
Imitaciones de casas petrificadas
Los motivos arquitectónicos reproducen elementos constructivos como dinteles, pilares, vigas, hogares o falsas puertas. Esta recurrencia refuerza, según los expertos, la interpretación de que estas tumbas representaban “casas de los muertos” o espacios de tránsito entre el mundo de los vivos y el más allá. El vínculo de estos elementos con la arquitectura doméstica simbolizaba la continuidad entre la vida y la muerte. Así, las domus de janas dotaban a los difuntos de un lugar “habitable” en el otro mundo.

La omnipresencia del toro
Los bucrania, es decir, las representaciones de cabezas de bóvido con cuernos, son los motivos más frecuentes. Aparecen en más de un centenar de tumbas, a menudo asociados a puertas, tanto reales como simbólicas. Por ello, se han interpretado como guardianes rituales del umbral.
Su disposición varía según el tipo de estructura arquitectónica. En las cámaras con dos pilares, suelen tallarse en los lados internos de los mismos, uno frente al otro. En las que cuentan con un único pilar, se esculpen de cara a la entrada, como si custodiaran el acceso al corazón del monumento. Esta iconografía, asociada en algunas interpretaciones al culto de un dios toro protector de los muertos, dotaba al espacio de una fuerte carga simbólica, sobre todo en los puntos clave del tránsito funerario.
Geometría sagrada y colores simbólicos
Los motivos geométricos —zigzags, espirales, triángulos— aparecen en relación con los umbrales y los puntos de paso, reforzando su carácter liminal. También hay ejemplos notables de decoración pictórica, como en la tumba de Sa Pala Larga en Bonorva, donde las espirales rojas y un techo de cuadros negros y blancos transforman el espacio en un entorno casi teatral, pensado para impactar visualmente a los participantes.
El uso del color rojo en dinteles y paredes se ha interpretado como un símbolo de vida y regeneración y sangre. Su intensidad visual podría haber servido como señal de advertencia o marca de respeto en determinados rituales.

Arquitectura y arte: una coreografía de la muerte
Puesto que las domus de janas estaban diseñadas para guiar el proceso de morir como tránsito social y espiritual, cada espacio tenía una función: el dromos ponía en marcha el movimiento ritual, la antecámara preparaba el paso, la cámara central escenificaba la transformación y las celdas albergaban el destino final de los cuerpos o sus restos. En cada uno de esos espacios, el arte intervenía para estructurar el recorrido, advertir o acompañar.
Resulta de especial relevancia el uso de motivos duplicados en los muros, como los pares de cuernos o las espirales enfrentadas. Estos elementos dobles habrían enmarcado al visitante y lo habrían obligado a “atravesar” simbólicamente los espacios de paso. Esta narrativa arquitectónica, por tanto, refuerza el sentido ritual de todo el proceso.

Un patrimonio de piedra
La inscripción de las domus de janas como Patrimonio Mundial reconoce su valor excepcional como testimonios materiales de los complejos sistemas rituales del Neolítico europeo. Estas estructuras constituyen una fusión sin precedentes de arquitectura, escultura, pintura y simbolismo funerario.
El estudio sistemático de sus espacios y decoraciones demuestra que arte y arquitectura fueron los auténticos protagonistas del ritual de la muerte. Las domus de janas encarnan el tránsito entre mundos, con un lenguaje visual que permitía a los vivos relacionarse con los muertos, y a los muertos, encontrar su lugar en la eternidad.
Referencias
- Robin, Guillaume. 2016. “Art and Death in Late Neolithic Sardinia: The Role of Carvings and Paintings in Domus de Janas Rock-cut Tombs”. Cambridge Archaeological Journal, 26.3: 429-469. DOI: https://doi.org/10.1017/S0959774316000196
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: