Las provincias canadienses van a la caza de más comercio con México

Mientras Washington y Donald Trump endurecen su proteccionismo, Ontario, Alberta, Quebec, Saskatchewan y Columbia Británica miran a México como un socio que ofrece certezas. No esperan instrucciones desde Ottawa, la capital federal canadiense, y ya diseñan diagnósticos propios, convocan mesas de análisis y trazan estrategias para tejer un puente comercial que se vuelve urgente en medio de la incertidumbre.

FERIA DE SAN FRANCISCO

El mapa actual muestra una desigualdad en la relación comercial entre las provincias y nuestro país. Ontario concentra 74.4% del comercio bilateral y muy atrás se ubican Quebec con 8.39%, Alberta con 5.38%, Columbia Británica con 5.23% y Saskatchewan, con apenas 2.05%, de acuerdo con datos de la Camára de Comercio de Canadá (Cancham). Otras provincias y territorios canadienses mantiene un flujo comercial prácticamente nulo.

De lado de México, la balanza tampoco luce equilibrada: Canadá representa solo 2% de sus importaciones y 3% de sus exportaciones, frente a la abrumadora dependencia de Estados Unidos, que absorbe 41.1% de las compras y 83% de las ventas nacionales.

Cameron MacKay, embajador de Canadá en México, subraya que el último año transformó la relación bilateral en un contexto marcado por cambios globales y el proteccionismo estadounidense. Los nuevos aranceles de Washington interrumpieron cadenas de suministro, elevaron costos e introdujeron incertidumbre, lo que vuelve más valiosa la alianza con México como corredor estratégico de América del Norte.

El diplomático recordó que la relación se reforzó en junio, con la reunión del primer ministro canadiense y la presidenta Claudia Sheinbaum en la Cumbre del G7, centrada en comercio, energía, agricultura y seguridad, así como en la preparación rumbo a la revisión del T-MEC en 2026.

La ofensiva provincial se mezcla con la agenda federal. Ontario aporta la mayor parte del PIB de Canadá (39.1%) y concentra industrias que marcan la pauta de la integración norteamericana. Toronto, centro financiero que emula a Nueva York, sostiene una industria automotriz integrada a la mexicana. En sus plantas se ensamblan vehículos cuyas piezas cruzan la frontera hasta 11 veces antes de llegar al comprador final.

La provincia sabe que la relación con México no es rivalidad, sino complemento, un engranaje que fortalece las cadenas productivas de ambas economías, dice José Abad-Puelles, jefe de la Oficina de Comercio e Inversión de Ontario en México.

Alberta toma un camino distinto y su apuesta está en el campo y la energía. Exporta también carne de res y cerdo, cereales y semillas oleaginosas que encuentran mercado en México. Al mismo tiempo, coloca sus innovaciones en captura de carbono, hidrógeno y geotermia como una carta de presentación ante un país que busca acelerar la transición energética.

Alberta representa 15% del PIB canadiense, es tres veces el tamaño de la economía de Nuevo León, y no oculta su interés por atraer inversión mexicana, hoy reducida a dos casos: Bimbo y Grupo Industrial Vida.

Quebec, en cambio, despliega alas de avión. Su sector aeroespacial representa la mitad de la industria nacional canadiense y exporta 80% de su producción. La relación con México nació hace dos décadas, cuando Bombardier eligió Querétaro para fabricar fuselajes de aeronaves.

Desde entonces, empresas de esa provincia desarrollan piezas ligeras y tecnologías de descarbonización que viajan hacia el Bajío y regresan para completar ensamblajes en Mirabel, un suburbio de la ciudad de Quebec. El modelo refleja un círculo virtuoso: México aporta manufactura avanzada, la provincia pone innovación de punta y ahí es donde quieren dejar más huella, asegura Stéphanie Allard-Gomez, la Delegada General de Quebec en México.

Saskatchewan escribe su historia desde los campos de trigo y las minas de potasa. La provincia impulsa agricultura regenerativa y métodos como la labranza cero, que aprovecha la nieve para hidratar los suelos sin arar. Captura, además, 92% de las emisiones agrícolas y presume 24 de los 30 minerales críticos identificados por Canadá.

México observa con atención, consciente de que esas tecnologías ambientales pueden reforzar su propio sector agroalimentario. La apuesta va más allá de granos y fertilizantes, pues busca crear cadenas sustentables que reduzcan emisiones y garanticen calidad, comenta Alejandra Téllez, jefa de la Oficina de Comercio e Inversión de Saskatchewan en México.

Columbia Británica, por otra parte, abre oficinas en México y diversifica su portafolio. Su comercio se apoya en productos forestales, pero sus planes apuntan a seis sectores: agroalimentos, energías limpias, minería, tecnologías digitales, aeroespacial y agua, adelanta Mauricio Dávila, director general de la oficina de esa provincia en México.

Con Estados Unidos enredado en barreras comerciales, Columbia Británica encuentra en México un socio dispuesto a sustituir insumos y abrir rutas alternativas. Sus empresas exploran el mercado mexicano con visitas frecuentes y esperan convertirlo en un socio prioritario.

El interés no se limita a gobiernos. Luis Noriega, presidente de la Cancham México, destacó que este año una decena de empresas canadienses se integró a la Cámara con planes de invertir en el país. Con ellas, el organismo suma ya 270 compañías.

La posible visita del primer ministro a México también marcará un nuevo nivel en la asociación. Para MacKay, el futuro bilateral se abre con oportunidades en energía limpia, transformación digital, manufactura avanzada y corredores comerciales. Su llamado al sector privado fue directo: son las empresas quienes convierten las políticas en progreso. “En tiempos de incertidumbre, nuestra fortaleza reside en la colaboración”.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Expansión



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