La pregunta de ‘¿qué serie puedo ver? Recomendame una que valga la pena’ obliga, muchas veces, a ir más allá de los estrenos recientes. Las plataformas de streaming apabullan con las ofertas de todo tipo: las livianas, las profundas, las taquilleras, las de los grandes nombres y pequeños contenidos, las de nombres desconocidos y grandes historias. En medio de esa avalancha de títulos, no siempre lo reciente es lo mejor. En el marco de esa premisa, la israelí Vientre funcional, que lleva unos meses en el catálogo de Netflix, merece ser vista.
Si bien su disparador es un tema recurrente en las ficciones, el tema del vientre subrogado para llevar adelante un embarazo es aquí la plataforma de partida -y de llegada- para, en el medio, ahondar en el laberinto de emociones, complejidades humanas, lealtades y contradicciones en el que quedan atrapados los tres personajes principales. Aunque, en verdad, el protagónico coral incluye a una cuarta pieza clave.
La historia de ocho episodios arranca cuando Elie (Rotem Sela) y su esposo Ido (Yehuda Levi) intentan convertirse en padres. Pronto se sabrá que llevan años comprometidos con la causa, pero la vida no les permite dar más vida. No al menos tras el modo tradicional de la gestación.
El derrotero de la pareja, que va de la tristeza a la frustración, pasando por el rinconcito del milagro, se refleja en pantalla con profundidad y con esa gestualidad silenciosa que bien reconoce el que sabe de dolor.
Tomada la decisión de llevar adelante el embarazo a través de la subrogación de vientre, dan con Chen (Gal Malka), madre de un niño a la que le cuesta ganar dinero. No lleva la vida soñada y vive junto al chico en la casa del padre de ella. Se siente más sobreviviente que viva. Le llega la propuesta y ahí nomás, tras su sí, la serie vuelve a empezar.
Porque no es que el proceso del embarazo salga de pantalla, sino que el primer plano se lo lleva lo vincular, eso que bien tratado en guión, dirección y actuación termina comiéndose cualquier género. Se trate de un drama, una comedia o un thriller, el buceo de las relaciones siempre convoca y, más de una vez, oficia de espejo. Y hasta puede interpelar. No hace falta estar transitando lo mismo que los personajes, pero hay en sus acciones algo de uno. Casi siempre pasa.
Y aquí, sin ánimo de spoilear cómo son los cruces – si hay pelea entre la pareja, o entre la madre de la futura criatura y la mujer que lleva adelante el embarazo a cambio de un dinero o entre ella y el padre del bebé que viene en camino, o amores, o celos-, es atrapante el modo en el que los tres desnudan sus almas.
A esas tres enormes actuaciones se le suma la del actor Lior Raz -al que vimos brillar en Fauda-, que interpreta al actor, productor y escritor Tomer, que termina transformando ese triángulo en un cuadrado que de previsible y de básico no tiene nada.
Vientre funcional es un drama que no tiene final cantado, ni en el que los buenos son buenísimos o los malos son villanos. La historia cuenta un cuento verosímil, de ésos en los que las emociones, la necesidad, el deseo y la honestidad se combinan en una trama en la que la honestidad brutal y los pasados de cada quien construyen un relato conmovedor.
Ficha
Calificación: Muy buena
Drama Protagonistas: Gal Malka, Rotem Sela, Lior Raz y Yehuda Levi Creación: Shay Capon, Shira Hadad y Dror Mishani Dirección: Andrea Bilbatúa Ferrer Emisión: Ocho episodios en Netflix.
Cortesía de Clarín
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