
El Gobierno de Donald Trump dijo el viernes que ha llegado a un acuerdo con Liberia para aceptar a Kilmar Abrego, el migrante cuya deportación injusta a El Salvador en marzo se convirtió en un punto álgido en la represión migratoria del presidente republicano.
El Departamento de Justicia dijo en una presentación judicial que Abrego podría ser deportado al país africano tan pronto como el 31 de octubre.
La juez de distrito Paula Xinis, que tiene su sede en Maryland, ha bloqueado temporalmente la deportación de Abrego mientras estudia su petición de ser puesto en libertad. No está claro cómo influirá el acuerdo de la administración con Liberia en la decisión de la juez.
Abrego también podría recurrir su expulsión alegando temor a tortura o persecución.
Liberia dijo que aceptó acoger a Abrego “con carácter estrictamente humanitario y temporal” a petición de Estados Unidos.
El Ministerio de Información de Liberia dijo en un comunicado que se aseguraría de que Abrego no fuera expulsado a “ningún país en el que pueda correr un riesgo sustancial de persecución, tortura u otros daños graves”.
Liberia es el primer país africano que acepta acoger a Abrego, después de que la administración presentara sin éxito a Uganda, Esuatini y Ghana como opciones para una posible segunda deportación.
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Abrego, un chapista que entró ilegalmente en Estados Unidos, vivía en Maryland con su mujer, el hijo de ambos y dos hijos de ella -todos ellos ciudadanos estadounidenses- cuando fue detenido y enviado a su El Salvador natal.
Fue deportado a El Salvador, donde pasó un tiempo en una megacárcel conocida por sus duras condiciones, en violación de una orden judicial estadounidense previa.
Abrego fue devuelto a Estados Unidos en junio, y el Departamento de Justicia de Trump presentó cargos penales acusándolo de tráfico ilícito de migrantes. Se ha declarado inocente, y sus abogados han acusado a la administración de persecución vengativa.
Cortesía de El Economista
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