Pioneros en fusionar el rock alternativo de los años ’90, con estilos como el nü metal, la electrónica, el hip-hop, el pop e incluso apelando reiteradas veces al scratching (manipulando vinilos en tantísimas canciones), Linkin Park cuenta con su propio sello distintivo a nivel sonoro, transformándose en una de las agrupaciones musicales más importantes del siglo XXI, con la venta de más de 100 millones de copias a nivel global.
Esa vigencia y demanda de sus fanáticos alrededor del globo los obligó a salir al andar y no solo vivir de la nostalgia, sino también de lo novedoso.
Por lo menos así lo demostraron en su regreso a Buenos Aires (antes estuvieron en 2004, 2007 y 2010), con un exultante y potente concierto en el Parque de la Ciudad, el viernes 31 de octubre por la noche, ante una multitud de más de 60 mil personas.
Esta genial agrupación forma parte de una camada en la que convivieron dentro de una nueva escena del metal junto a Limp Bizkit, Evanescense y Slipknot, apelando a modernizar el heavy metal, aún más que Korn, que nació algunos años antes, pero que marcó el camino a emprender.
Por lo tanto, Mike Shinoda, líder y cerebro de Linkin Park, se llevó todos los laureles a la hora de los premios y reconocimiento obtenidos a lo largo de estas décadas.
Linkin Park. Foto: Martin BonettoAunque no todo fue color de rosas con el paso del tiempo: el 20 de julio de 2017 su genial frontman histórico Chester Bennington se suicidó atado a una soga. Al momento de su muerte tenía 41 años y la justicia forense del condado de Los Ángeles por aquel entonces dictaminó lo suyo como “ahorcamiento”.
Tras su traumática desaparición física, el consagrado grupo californiano, conformado además por Joe Hahn, Brad Delson y Dave Farrel, pausó sus actividades durante algunos años, hasta que regresó en 2024 con Emily Armstrong como nueva vocalista (antes cantaba en Dead Sara), acompañando a Shinoda en los duetos, y Colin Brittain, como nuevo baterista.
Dentro de esta segunda etapa también aparecieron canciones nuevas y un espectacular álbum titulado From Zero (razón de su gira actual), dando a entender un “renacimiento” del conjunto, ya con una integrante mujer, que además contaba con una gran trayectoria propia e, incluso, colaboraciones numerosas con Courtney Love (viuda de Kurt Cobain) en su fantástica banda Hole.
Los fans de Linkin Park, con banderas y carteles en Parque de la Ciudad. Foto: Martin BonettoEn el marco de su tour mundial, Linkin Park siempre estuvo al tanto a través de redes sociales con sus simpatizantes locales. Debido a eso, apenas llegados al país, decidieron tomar contacto directo con los suyos: primero en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, luego con una insólita movida que incluyó repartir facturas a sus seguidores en el Parque Rivadavia, en el barrio porteño de Caballito.
Gran expectativa
Fue así como el impacto de su regreso a Argentina generó muchísima expectativa. Más aún para quienes siguen al grupo estadounidense desde sus inicios: todos querían ver en escena a su nueva incorporación: a la platinada sobre las tablas.
Emily Armstrong, de Linkin Park. Foto: Martin BonettoAl fin y al cabo, eso sucedió pasadas las nueve de la noche del último día del mes de octubre, en una noche primaveral, de temperatura agradable, en donde la audiencia apeló a abrigarse tan solo con un buzo y una camperita de media estación.
Desde más temprano, los músicos ya estaban en su enorme camarín, donde hubo numerosos adornos que hicieron referencia a la coincidente Fiesta de Halloween, que se conmemora un día antes de la víspera a la de Todos los Santos dentro del ámbito cristiano.
Esos festejos de antelación no se hicieron esperar y de inmediato trasladaron su alegría, con un show demoledor durante dos horas, en el repasaron parte de toda su historia musical.
La impresionante puesta de producción de Linkin Park en su regreso a la Argentina, en Parque de la Ciudad. Foto: Martin BonettoAunque luego de arrancar de manera apabullante con Somewhere I Belong, de su disco Meteora (2003), llegaron varias composiciones de su último trabajo discográfico, tales como Lying from You y Up from the bottom.
En ese primer instante de ida y vuelta, Emily Armstrong de inmediato se metió en el bolsillo a todo el público del campo: irrumpió con una remera azul número 10 de la Selección Argentina de Fútbol y con una peluca con rulos en honor a Diego Armando Maradona, quien un día antes, el jueves 30, hubiera cumplido 65 años.
Además de un sonido a la perfección, el espectáculo contó con imágenes digitales de vanguardia (por momentos con figuras espaciales o incluso burbujas de olas en movimiento) o bien alguna representación de lágrimas de sangre en un recorrido por las pantallas cuatro leds de tecnología avanzada: dos enormes a ambos costados del escenario. Y otros dos en la parte superior, de manera inclinada.
Otro condimento fundamental tuvo que ver con la utilización de luces láser, en cuyas participaciones predominaron los colores rojos y azulados, siempre de marera recta, pero en movimiento constante.
Energía y hits
Con el pasar de los temas, los climas empezaron a tomar dimensión, a generar diversas sensaciones en los oyentes presentes. De pronto, Emily propuso los siguiente: “Buenos Aires, ¿ustedes están dispuestos a disfrutar? Vamos, entonces”, arengó.
Linkin Park está formado actualmente por Joe Hahn, Brad Delson, Dave Farrel, Mike Shinoda, Emily Armstrong y Colin Brittain.. Foto: Martin BonettoLuego llegaron Catalyst y Burn it down, ambas de la nueva etapa, con la vocalista platinada con gran protagonismo y excelente desenvolvimiento.
Recién un rato después, Mike Shinoda comenzó a apropiarse un poco más de las voces, aunque lo suyo siempre se inclinó a las rimas eficaces. Pese a su extremada concentración, tampoco evitó reverenciar al público presente cuando eligió un acercamiento: en realidad lo hizo en dos ocasiones.
La primera, sobre el escenario, con su guitarra a cuestas. La segunda, cuando se bajó de las tablas y bien pegadito a las vallas de contención empezó a conversar con el público y a rapear prácticamente a capella.
A través de una catarata de fraseos sincopados, el mentor del conjunto empalmó a la perfección todas las canciones en las que Emily otorgaba melodías precisas, como forma de respuestas a su propio compañero (en ese sentido, nada improvisado).
Por lo tanto, ambos cantantes amalgamaron a la perfección la performance vocal de la banda durante las dos horas del espectáculo.
Linkin Park en vivo en Argentina, por cuarta vez. Foto: Martin BonettoSin duda alguna, ella demostró que suple con maestría el espacio vacante del primer vocalista, a quienes todos los fanáticos recuerdan con cariño. Armstrong contó con la aprobación absoluta de los simpatizantes argentinos, quienes se mostraron muy satisfechos.
Con el correr de los minutos, la agrupación continuó con su set, cuyas letras no solo abordaban temas de dolor o frustraciones, sino también de superación personal.
De esa manera, para la última parte del recital desempolvaron grandes hits con acento en el metal gótico e industrial, por los cuales se transformaron en una de las bandas más importantes del globo: One step Closer, del disco Hybrid Theory (su famoso video fue filmado en un túnel del Metro de Los Ángeles). Además, para esta canción invitaron a Poppy, una cantante youtuber norteamericana que ofició de telonera; Lost (de Meteora); y el dueto rapero Good Things Go.
Detrás llegaron los platos fuertes de la noche: el exitazo What I´ve done, Numb (con el que se hicieron famosos) hasta que entonaron In the End, canción que Donald Trump intentó utilizar como campaña presidencial y los músicos se opusieron con un no rotundo: “Linkin Park no respaldó ni respalda a Trump, ni autoriza a su organización a usar nuestra música. Se ha emitido una orden de cese y desistimiento”, habían manifestado en su momento.
Fue precisamente con esa composición con la que sucedió el punto más alto de la noche, en la que los fanáticos (en su mayoría entre 30 y 40 años) corearon desenfrenadamente su letra, mientras que la vocalista blonda extendía su brazo con el micrófono hacia el público.
Emily Armstrong, de Linkin Park. Foto: Martin BonettoLo que llegó después tuvo que ver con algunos momentos climáticos desde la sonoridad: acertados arreglos entre lo musical y lo visual. Hasta que apelaron a una despedida emotiva a través de Bleed it out, de su premiado álbum Minute to Midnight, del año 2007.
A esa altura, los estruendos de humo se esfumaron del escenario y de pronto una lluvia de papelitos metalizados inundó por completo gran parte el predio como símbolo de un final de un concierto ejemplar en el que no faltó nada: desde la melancolía hasta la rabia intensa del rock en su máximo esplendor.
Todo sucedió allí, apenas a metros de una gran torre, con el aditivo de una nueva cantante sobre las tablas, que ensambló a la perfección con sus nuevos compañeros de ruta que se mostraron más aceitados que nunca: cada uno en su rol, con el que entre todos constituyen a una renovada banda llamada Linkin Park.
Cortesía de Clarín
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