Llega al Colón un conjunto vocal prestigioso y su director abarca desde canto gregoriano hasta música contemporánea

“Salvo algunas excepciones, es una música muy tranquila, serena y meditativa. Espero que el público pueda sumergirse en este mundo de contemplación en estos tiempos en que todo se acelera increíblemente”, dice desde el Aeropuerto de Bogotá, el director Andres Kaljuste que estará al frente de la Tallinn Sinfonietta y el Estonian Philharmonic Chamber Choir.

Se trata de uno de los conjuntos vocales más prestigiosos del mundo, fundado en 1981 por Tõnu Kaljuste. Reconocido por su sonoridad luminosa y su extraordinaria precisión, aborda un repertorio que va desde el canto gregoriano hasta la música contemporánea. Es especialmente valorado por difundir la obra de compositores estonios como Arvo Pärt, Veljo Tormis y Tõnu Kõrvits.

La Tallinn Sinfonietta que estará junto al Estonian Philharmonic Chamber Choir en el cierre del Mozarteum Argentino en el Colón. Foto de prensa

Bajo los auspicios del Mozarteum Argentino, que cerrará su 73° temporada, el coro se presentará el lunes 24 por primera vez en el Teatro Colón, mientras que la Tallinn Sinfonietta lo hizo con anterioridad.

La sonoridad estonia

Dado que la música coral es uno de los pilares de la cultura estonia, Kaljuste describe en la charla con Clarín los rasgos propios de la sonoridad estonia: “No sé si puede generalizar, pero si hablamos de la Orquesta Filarmónica de Cámara de Estonia, por ejemplo, ellos han desarrollado su sonido a través del repertorio de compositores estonios como Veljo Tormis y Arvo Pärt, y también de compositores occidentales cuyas obras maestras han interpretado a lo largo de los tiempos”.

Y agrega: “La estética de este coro, según mi padre, quien lo fundó, ha sido muy influenciada por Gustav Hellqvist en Suecia y el coro de cámara Eric Ericson. Es un coro con un sonido muy claro, una entonación muy pura, un timbre natural encantador y un fraseo que resulta muy orgánico y natural para la música”.

Andrés Kaljuste, director de la Tallinn Sinfonietta y el Estonian Philharmonic Chamber Choir. Se presenta este lunes en el Teatro Colón. Foto de prensaAndrés Kaljuste, director de la Tallinn Sinfonietta y el Estonian Philharmonic Chamber Choir. Se presenta este lunes en el Teatro Colón. Foto de prensa

-En Estonia tienen una larga tradición de canto.

-Sí, así es. Con los festivales de canciones que comenzaron a mediados del siglo XIX. Hay una característica muy diferente, diría yo, que unificaría el canto estonio –que depende mucho del repertorio– pero diría que comparado con el sonido de un coro de ópera italiano, el sonido coral estonio tiene menos vibrato y es más armónicamente directo en cuanto a la afinación.

-En los últimos años el repertorio coral se expandió hacia nuevas estéticas y técnicas. Desde tu experiencia, ¿cómo cambió la manera de concebir el coro como instrumento y qué desafíos plantea hoy para un conjunto profesional?

-Es una pregunta interesante, pero quizás no sea el más indicado para responderla, debido a que mi formación es principalmente en dirección orquestal. La dirección coral es algo que no ha entrado en mi vida, sino que ha sido algo con que he convivido toda mi vida por mi padre. Pero personalmente no lo he hecho mucho. Creo que va de la mano con todo aquello que supone un reto para las personas.

Los compositores buscan distintas maneras de expresar sus ideas, ya sea con el cuerpo humano, la voz o un instrumento, y exploran diferentes aspectos de cómo interpretarlo de forma menos convencional. Si la idea musical es sólida y la técnica la justifica, entonces los buenos músicos y las personas creativas encontrarán la forma de transmitir ese mensaje, sea cual sea su ámbito.

De Mozart a Pärt

El programa reúne obras de épocas y lenguajes muy distintos. Según Kaljuste, hay vínculos o afinidades entre Mozart y Pärt cuando se escuchan en continuidad: “En la primera mitad del programa están juntos, y la segunda parte está dedicada a Pärt. Creo que Mozart y Pärt se complementan muy bien, en el sentido de que, en primer lugar, tanto Mozart como Pärt son compositores cuya música es armónicamente simple y, al mismo tiempo, extremadamente difícil de interpretar debido a esa simplicidad”.

Y amplía: “Específicamente en este programa, hablan entre sí desde el punto de vista del Stabat Mater de Arvo Pärt, que es, por supuesto, la historia de la madre de Jesús llorando junto a la cruz de su hijo. Esta pieza, obviamente, es muy trágica y muy tranquila. Luego, Mozart con Ave verum corpus, para terminar esta primera mitad del programa, continúa con el mismo tema excepto que proyecta más luz, diría yo.

Prosigue: “Así que, de alguna manera, deja al público, espero, con cierta esperanza antes del intervalo. Y el arreglo para cuerdas del Adagio y fuga en do menor de Mozart, que abre el concierto, a veces tenemos que hacer cosas por razones prácticas, simplemente para encontrar la pieza musical que funcione, y en este caso la orquesta quería tocar algo por sí misma. Es una obra tardía de Mozart que, además, tiene un espíritu y un carácter muy dramáticos. Creo que prepara el terreno para toda la velada de una forma dramática que encaja perfectamente en el conjunto”.

-¿Qué dificultades enfrenta al dirigir la música vocal de Pärt?

-En cuanto a los desafíos de la dirección, quiero decir, si hablamos en términos técnicos, su música se centra principalmente en escuchar la voz y aplicar el carácter y las cualidades vocales de la voz humana tanto a los cantantes como a los músicos de la orquesta, porque la mayoría de las cosas que hace una orquesta –de hecho, todas las cosas que hace una orquesta– se basan en textos o canciones. Incluso en las piezas que no tienen texto. Siempre hay un texto subyacente. Por lo tanto, es muy importante que los instrumentos de cuerda tengan una actitud y mentalidad una disposición vocal al interpretar esta pieza musical.

Pero claro, en términos de entonación, debido al coral, la textura es muy simple, básicamente la armonía se basa en tríadas, todo el mundo tiene que tenerla en la oreja.

-Muchas piezas contemporáneas requieren un uso expresivo del espacio. ¿Cómo influye la arquitectura de la sala en la interpretación y qué decisiones toma en función de ella?

-La verdad es que aún no lo sé porque tengo que estar en la sala, sentir y escuchar atentamente cómo suenan la orquesta y el coro allí. Tenemos que estar siempre atentos a la acústica que nos rodea y ajustarla, pero no queremos que empiecen a hacer algo raro con sus instrumentos o voces que no suene natural. No hay un solo asiento en la sala que tenga las mismas cualidades acústicas para escuchar música que otro, y cuando la sala está llena de gente, todo cambia.

Fue una muy buena experiencia escuchar a este coro en una sala enorme. A principios de agosto fui a escucharlos tocar en el Royal Albert Hall, durante el Festival Proms de Londres. Es un espacio enorme, con capacidad para 5000 personas. El público en la sala se adapta a lo que se les presenta. Puede que sea un poco íntimo o muy fuerte, pero la gente simplemente se adapta. Creo que puede ser una experiencia diferente. Claro, quizás la música suene maravillosa en un lugar muy distinto, como una iglesia con buena acústica, pero también puede tener un efecto muy poderoso en una sala de concierto.

-Quizás en el teatro también se viva una experiencia casi religiosa.

-Traemos historias, dos historias que son, por supuesto, bíblicas, pero ambas son historias de ciertas personas del pasado, y es en eso en lo que nos centramos. La segunda parte del concierto empieza con una pieza coral a capela de Pärt, Which Was the Son of … repasamos a todos los padres, desde José, el padre de Jesús, hasta Dios. Y, por supuesto, el penúltimo padre antes de Dios es Adán. Luego, con Cantus in Memoriam Benjamin Britten llegaremos a Adam’s Lament.

-¿Cómo describiría la música de Arvo Pärt?

-Si pudiera describir brevemente la música vocal, al menos en relación a este programa específico, diría que hay tres estilos distintivos. El Stabat Mater es quizás el que demuestra más claramente el sistema de voz a dos voces que desarrolló el estilo Tintinnabuli. Es un uso armónico muy puro de la voz humana y también de instrumentos.

Luego, algo completamente diferente, tengo la sensación de que, al menos, al venir a Sudamérica, esta pieza será como una pequeña tarjeta de presentación de la música sacra al estilo gospel, o, más o menos, al estilo de la tradición musical de la iglesia occidental. Y también tiene ritmos muy funky, armonías también.

Y, luego, Adam’s Lament es una pieza dramática más extensa que tiene muchos más contrastes de diferentes maneras. La llamaría un mini oratorio, porque es una pieza poderosa y tiene una maravillosa línea dramática. Es muy exigente en términos técnicos; es muy exigente para cantar bien al unísono, la afinación tiene que ser siempre muy precisa porque esa es la belleza del sonido. La voz es lo más importante y cuando dos de ellas trabajan juntas en perfecta armonía, eso me lleva de nuevo a la comparación entre Mozart y Pärt, ambos son muy exigentes en ese punto.

-¿Cantó en un coro cuando eras niño? ¿Qué importancia tiene para usted que la comunidad se una a cantar en un coro no profesional?

-Sí. Canté en el coro de mi escuela de música. En aquel entonces, era parte de mi programa de estudios, ya que asistía a una escuela de música especializada en Estonia. Teníamos un coro bastante bueno.

Los coros, como parte de una actividad comunitaria, sin duda tienen su lugar, y uno muy positivo. Viniendo de Estonia, lo veo muy claramente, porque todavía tenemos el festival de la canción que reúne a miles de personas de Estonia y de todo el mundo. Son eventos siempre muy positivos. Tocan el corazón de muchísimas personas y les enseñan cómo ser y desenvolverse en la música, y también cómo reunirse y compartirlo todo. Así que, absolutamente, es una actividad muy saludable.

Ficha

Mozarteum Argentino, cierre 73° Temporada

Estonian Philharmonic Chamber Choir y Tallinn Sinfonietta

Director: Andres Kaljuste

Programa: Adagio y fuga en do menor, K. 546, W.A. Mozart; Stabat Mater, Arvo Pärt; Ave verum corpus, K. 618, W.A. Mozart; Arvo Pärt: Which Was the Son of …, Cantus in Memoriam Benjamin Britten, Adam’s Lament

Función: lunes 24 de noviembre a las 20

Sala:Teatro Colón.

Cortesía de Clarín



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