Durante décadas, los arqueólogos pensaban que las tierras al norte del lago Mariout, en la actual región de Kom el-Nugus (Egipto), solo habían sido ocupadas durante el periodo helenístico, a partir del siglo IV a.C. Pero una serie de excavaciones recientes, dirigidas por el investigador Sylvain Dhennin del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), ha destapado una historia mucho más antigua y sorprendente: los restos bien conservados de un asentamiento urbano del Reino Nuevo egipcio, con más de 3.000 años de antigüedad, emergen ahora como un testimonio crucial sobre la expansión del poder faraónico en la costa mediterránea.
El hallazgo, publicado en la revista Antiquity y acompañado por una nota de prensa del propio CNRS, ha generado gran interés internacional. Y no es para menos. Bajo las capas de estructuras griegas y romanas, los arqueólogos encontraron un entramado urbano que remonta sus orígenes a la dinastía XVIII, una época dominada por nombres tan icónicos como Akhenatón, Nefertiti o Tutankamón. Lo que parecía ser una colina con una ciudad helenística, resultó ser la tapadera de una ciudad faraónica olvidada.
Entre el desierto y el vino real
Kom el-Nugus, situada a unos 43 kilómetros al oeste de Alejandría, se encuentra entre el mar Mediterráneo y el lago Mariout, sobre un promontorio rocoso. Hoy cubierta de huertos de higueras, esta región ha ofrecido sorpresas arqueológicas desde hace más de una década, pero el descubrimiento de este núcleo urbano del Reino Nuevo ha sido un auténtico punto de inflexión.
Los primeros indicios vinieron de una simple pieza cerámica: un sello sobre una ánfora que lleva inscrito el nombre de Meritaton, hija del faraón Akhenatón y de Nefertiti, y hermana o media hermana del célebre Tutankamón. Este hallazgo, en apariencia menor, apunta a que este asentamiento estaba vinculado a una finca real, probablemente dedicada a la producción de vino. La implicación es fascinante: el vino etiquetado con el nombre de una princesa podría indicar que el lugar no solo era un centro productivo, sino también un puesto avanzado de la administración faraónica, gestionado desde la corte o incluso parte del patrimonio de la propia familia real.
Todo apunta a que el vino era producido en estas latitudes gracias a un clima más húmedo que el actual, y que la ubicación —entre el delta y el desierto— era estratégica tanto para el cultivo como para el transporte fluvial y marítimo. La producción vitivinícola, bien documentada en otros puntos del antiguo Egipto, nunca antes había sido tan clara en esta región costera. Y si el vino era real, ¿quién lo protegía?

Templos, soldados y calles drenadas
Las excavaciones han revelado más que tinajas. Entre los restos, destaca un edificio monumental cuya huella se conserva en la roca madre, junto a varios bloques labrados y una estructura de entrada (un dromos) que se dirigía hacia el lago. Los arqueólogos sospechan que se trataba de un templo construido durante el reinado de Ramsés II, uno de los faraones más poderosos y longevos del Imperio Nuevo. Su iconografía aparece en varios fragmentos, incluida una representación del dios solar Ra-Horajti, el “Horus del horizonte”.
Junto al templo se hallaron también elementos que sugieren la existencia de capillas funerarias privadas, con inscripciones que mencionan a personal militar. Esto ha llevado a los expertos a considerar que el asentamiento pudo haber tenido funciones defensivas o administrativas. La presencia de soldados implicaría una planificación más amplia: no era solo una aldea o una finca de producción, sino una ciudad con componentes logísticos, religiosos y posiblemente estratégicos, en una región fronteriza entre el Egipto fluvial y la franja marítima.
Una de las sorpresas más reveladoras ha sido la organización urbana. Se descubrió una calle perfectamente trazada, con un sistema de drenaje que protegía las paredes de adobe de la erosión por el agua. Este detalle, aparentemente técnico, indica que no estamos ante una instalación improvisada. La ciudad fue planificada con cuidado, adaptándose al entorno y anticipando las inclemencias climáticas. La arquitectura, además, muestra sucesivas fases de ocupación y reconstrucción, lo que sugiere que la ciudad no fue efímera, aunque tal vez su uso fuera estacional.

Reescribiendo la historia del norte egipcio
Hasta este hallazgo, los historiadores situaban el inicio de la ocupación significativa de esta región en época griega, concretamente a partir del siglo IV a.C. Pero los restos de Kom el-Nugus desplazan esa cronología al menos mil años atrás. Esto implica una reevaluación profunda de cómo los faraones del Reino Nuevo extendieron su influencia hasta la costa mediterránea.
No se ha encontrado aún el nombre original del asentamiento, lo que añade una capa de misterio al descubrimiento. Pero lo que ya se sabe es que este núcleo urbano no era una excepción aislada. Podría haber sido parte de una red de puestos avanzados que articulaban el control del territorio y aseguraban las rutas de comercio y producción. La construcción de templos, la presencia de estelas con nombres reales, el trazado urbano y los hallazgos cerámicos apuntan todos a una ocupación significativa y con respaldo estatal.
La destrucción y el desmantelamiento posterior de muchas estructuras, especialmente a partir del periodo romano, explican por qué el asentamiento permaneció oculto tanto tiempo. Muchos de sus materiales fueron reutilizados en épocas posteriores, lo que dificulta la reconstrucción completa de su historia. Aun así, la conservación de algunas capas y su posición intacta entre estructuras helenísticas ha permitido este redescubrimiento que está revolucionando el conocimiento arqueológico del norte egipcio.

El futuro de Kom el-Nugus
Las excavaciones continúan y los arqueólogos esperan ampliar el área de estudio para descubrir más viviendas, estructuras religiosas y quizá inscripciones que permitan identificar el nombre del asentamiento. También se buscará comprobar si existían fortificaciones y edificios administrativos, lo cual confirmaría su papel como enclave militar o de control regional.
Lo que parece claro es que Kom el-Nugus ya no puede considerarse una simple ciudad helenística. Su historia comienza al menos un milenio antes, en el corazón del Reino Nuevo, y nos ofrece un nuevo mapa mental sobre cómo los egipcios del Imperio controlaban y gestionaban su territorio más septentrional.
En un momento en que la arqueología egipcia sigue desvelando capítulos perdidos de su milenaria civilización, este descubrimiento demuestra que todavía hay páginas por escribir… o por desenterrar.
Referencias
- Dhennin S. A new Ramesside settlement north of Mareotis Lake (Kom el-Nugus, Egypt). Antiquity. Published online 2025:1-7. doi:10.15184/aqy.2024.230
Cortesía de Muy Interesante
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