Lo que la historia ocultó: las mujeres que cambiaron la ciencia y el arte sin que lo supieras

El pasado 5 de febrero, mujeres influyentes del mundo de la comunicación, la salud y la cultura se reunieron en un evento especial: la revista Mía celebraba su 40 aniversario y sus 2.000 ediciones, consolidándose como un referente en información y empoderamiento femenino. Durante décadas, la publicación ha acompañado a millones de mujeres con historias inspiradoras, consejos de bienestar y reflexiones sobre la evolución del papel femenino en la sociedad.

En este encuentro, una de las voces destacadas fue la de Sonsoles Ónega, periodista y escritora que ha logrado consolidarse como una de las figuras más influyentes de la actualidad. Con una carrera que abarca desde el periodismo hasta la literatura, Ónega ha sido testigo y protagonista de la transformación del papel de la mujer en la sociedad y la cultura. Durante su intervención, puso el foco en una realidad que persiste: el papel de las mujeres en la historia ha sido sistemáticamente invisibilizado.

Este fenómeno no solo ha afectado a escritoras y artistas, sino también a científicas cuyo trabajo ha quedado en las sombras de sus colegas masculinos. El llamado “Efecto Matilda”, acuñado por la historiadora de la ciencia Margaret Rossiter en los años 90, describe cómo muchas mujeres han visto sus logros (científicos) atribuidos a hombres, relegadas al pie de página de la historia.

Pero, ¿qué hay detrás de este silenciamiento histórico? Y más importante aún, ¿cómo podemos corregirlo?

Ciencia en la sombra: cuando ellas descubrieron antes que ellos

El olvido sistemático de las mujeres en la historia de la ciencia es más que una cuestión anecdótica. Durante siglos, su participación en disciplinas como la astronomía, la física o la medicina ha sido crucial, pero rara vez reconocida. Un ejemplo icónico es el caso de Rosalind Franklin, la química que proporcionó la famosa “Fotografía 51”, clave para descifrar la estructura del ADN, pero cuyo papel fue opacado por Watson y Crick, quienes recibieron el Nobel en 1962.

Rosalind Franklin, la científica clave en el descubrimiento del ADN cuyo trabajo fue ignorado durante décadas
Rosalind Franklin, la científica clave en el descubrimiento del ADN cuyo trabajo fue ignorado durante décadas. Foto: Wikipedia

El patrón se repite con Lise Meitner, la física que teorizó sobre la fisión nuclear, aunque su colega Otto Hahn fue quien recibió el premio. O con Jocelyn Bell Burnell, que descubrió los púlsares en los años 60 y vio cómo su supervisor se llevaba el reconocimiento.

Un estudio publicado en Social Studies of Science en 1993 documentó cómo, a lo largo de la historia, las mujeres han sido excluidas de los créditos científicos o sus descubrimientos han sido minimizados. En muchos casos, simplemente no se les permitió acceder a laboratorios o universidades, y cuando lo lograban, sus logros quedaban eclipsados por la firma de un hombre.

Incluso en el siglo XXI, la discriminación persiste. Un estudio de 2013 sobre publicaciones científicas encontró que tanto hombres como mujeres consideraban más sólidos los trabajos firmados por autores masculinos, una prueba de que los prejuicios de género siguen afectando la percepción del mérito académico.

El arte de resistir: creadoras bajo seudónimos y exclusión

El ámbito artístico y literario no ha sido ajeno a esta tendencia. Ónega mencionó en su discurso una larga lista de escritoras que tuvieron que ocultarse tras nombres masculinos para que su obra fuera publicada. George Eliot, Currer Bell, Isak Dinesen… nombres que escondían a mujeres con talento, pero que vivieron en épocas donde su género era un obstáculo para su reconocimiento.

Lo mismo ocurrió con la pintura y la música. Clara Schumann, una de las pianistas y compositoras más brillantes del Romanticismo, quedó relegada a la sombra de su esposo Robert, a pesar de que su obra fue tan innovadora como la de él. Y en el mundo del arte, Artemisia Gentileschi, una de las pocas mujeres pintoras del Barroco, tuvo que enfrentar prejuicios y un juicio por violación que intentó destruir su carrera.

A pesar de los obstáculos, muchas lograron imponerse y dejar huella. Las mujeres no solo han sido creadoras, sino también las principales consumidoras de arte y literatura, como recordó Ónega. El 70% de los lectores de ficción son mujeres, y son ellas quienes llenan las salas de teatro y exposiciones. Sin embargo, los nombres femeninos siguen sin ser mayoría en los grandes premios literarios o en la programación de los principales museos.

Artemisia Gentileschi, la pintora barroca que desafió los prejuicios de su época y plasmó en sus obras la fuerza y la resistencia de las mujeres
Artemisia Gentileschi, la pintora barroca que desafió los prejuicios de su época y plasmó en sus obras la fuerza y la resistencia de las mujeres. Fuente: Wikimedia

¿Por qué las mujeres han tenido que elegir entre familia y carrera?

Uno de los puntos más llamativos del discurso de Sonsoles Ónega fue el dilema que ha acompañado a las mujeres a lo largo de la historia: la necesidad de elegir entre la vida profesional y la personal. Mientras que los hombres han podido compaginar sin trabas su desarrollo laboral con la paternidad, las mujeres han sido obligadas a escoger.

Ónega citó el caso de Virginia Woolf, Jane Austen o Louisa May Alcott, quienes nunca se casaron ni tuvieron hijos, en una época donde la vida doméstica era incompatible con la escritura. Pero esto no es solo un problema del pasado. Un estudio de la Universidad de Cornell reveló que las mujeres científicas que tienen hijos publican menos artículos y reciben menos financiación que sus colegas sin hijos o que los hombres en la misma situación.

El problema también se refleja en la política y otros ámbitos de liderazgo. Ónega recordó la imagen del primer gobierno paritario de España, donde las mujeres en altos cargos tenían menos hijos y estaban más divorciadas que sus colegas varones, quienes no habían tenido que sacrificar su vida familiar para llegar a la cima.

Jane Austen, la autora que revolucionó la literatura con sus novelas sobre amor e independencia en una época donde las mujeres apenas tenían voz
Jane Austen, la autora que revolucionó la literatura con sus novelas sobre amor e independencia en una época donde las mujeres apenas tenían voz. Fuente: Wikimedia

El futuro: reescribiendo la historia en clave femenina

El cambio ya está en marcha. Iniciativas como la de Maia Weinstock, que ha impulsado la edición de entradas de Wikipedia sobre mujeres científicas, buscan equilibrar la narrativa. También proyectos como el Premio L’Oréal-UNESCO “For Women in Science”, que desde 1998 ha reconocido a más de 132 mujeres investigadoras, incluyendo a siete que posteriormente ganaron el Nobel.

Sin embargo, aún queda camino por recorrer. Las mujeres representan menos del 35% de los investigadores en ciencia a nivel mundial, y siguen enfrentando barreras de acceso y reconocimiento. En la cultura, aunque su impacto como creadoras y consumidoras es innegable, el sesgo de género sigue afectando la visibilidad de sus logros.

Como concluyó Ónega en su intervención, “somos lo que somos en la actualidad gracias a los cientos de mujeres de las que no sabemos nada”. La historia ha dejado muchas voces en la sombra, pero el futuro tiene la oportunidad de hacer justicia.

Referencias

  • Oxford Bibliographies. Women, Art, and Art History: Gender and Feminist Analyses. Oxford University Press website. Consultado el 21 de febrero de 2025
  • McAndrew, S., & Widdop, P. (2021). ‘The man that got away’: Gender inequalities in the consumption and production of jazz. European Journal of Cultural Studies, 24(3), 690-716. doi:10.1177/13675494211006091
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  • O’Brien, Dave, Allen, Kim, Friedman, Sam and Saha, Anamik (2017) Producing and consuming inequality: a cultural sociology of the cultural industries. Cultural Sociology, 11 (3). pp. 271-282. ISSN 1749-9755
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Cortesía de Muy Interesante



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