Ya no eres tan joven. Si creías que a tus 25 o 28 años aún perteneces a una “nueva generación”, es tiempo para que lo reconsideres. Simplemente, mientras la generación Z comienza a formar parte de fuerza laboral, más pequeños llegan al mundo o bien, se encuentran en sus primeros años de escolaridad. Esa es la generación Alfa.
Hijos de padres millennials. Tal como describe el profesor de economía de la Escuela de Negocios Cranfield de Reino Unido, Joe Nellis, la generación Alfa es aquella nacida a partir del 2010. El año en que Apple lanzó el primer iPad. En su mayoría hijos de la generación millennial, estos pequeños tienen una característica particular: son 100% digitales.
Ajenos a lo analógico. A grandes rasgos, así puede describirse los Gen A. En contraste con aquellos nacidos durante la década de los 60, niñas y niños que ahora mismo van a la primaria o secundaria crecen con un apego a los teléfonos inteligentes. Esta forma de ver el mundo, no solo comenzará a afectar sus experiencias, sino el modo en que se relacionan.
Por ejemplo, según arrojan desde McCrindle, compañía destinada a la investigación y análisis de datos, se les concibe con el título de “nativos digitales”. Esto dado que es la generación con mayor alfabetización tecnológica y dotada materialmente de este tipo de dispositivos.
“La gran mayoría nacerán en mercados emergentes y países en desarrollo, y es probable que tengan mejores perspectivas que sus padres y abuelos a medida que mejoren los niveles de vida en los próximos años”.
El futuro de la generación Alfa
Contexto familiar. Como explicó el psicólogo uruguayo Roberto Balaguer a la BBC, esta generación es criada, en mayor medida, por familias donde se desdibujan los roles parentales. Si comparamos las familias actuales con décadas anteriores, ahora las tareas del hogar se comparten más que nunca. El resultado: una prioridad al balance trabajo-vida.
Emociones. Aunque las conductas de “antaño” ya no se encuentran tan arraigadas entre ellos, Balaguer considera que a pesar de la atención por parte de sus padres la misma tecnología les impone una barrera emocional. Es decir, su entorno tecnológico puede resultarles en distanciamiento social. Esto sumado al confinamiento de la pandemia.
Llegada de la IA. Por otro lado, si bien tenemos que aceptar que las niñas y niños crecerán pegados a dispositivos tecnológicos, otro punto que se considera es cómo se integrará la explosión de la inteligencia artificial en aspectos como la educación, inteligencia emocional, aprendizaje y el crecimiento. Sin duda, una tendencia que abarcará los espacios educativos.
Tendencia de la inmediatez. Eso sí, otro gran bache que ya se asoma entre las infancias es la dificultad para concentrarse y su necesidad de que todo sea rápido. Acostumbrados a una constante conexión digital, esto puede resultar en problemas como falta de sueño, ansiedad, hasta la misma divagación mental y carencia de reflexión dado el escaso uso del lóbulo frontal.
Cortesía de Xataka
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