Para muchos animales, incluidos los racionales, tumbarse al sol es uno de los pequeños placeres de la vida. Pero, por desgracia, este pasatiempo tiene un precio.
Si es algo que les sucede a los animales también, entonces, ¿por qué nunca vemos peces o elefantes con quemaduras solares?
“El sol ha estado siempre ahí y todas las especies se han visto expuestas a él”, comenta Karina Acevedo Whitehouse, epidemióloga molecular de la Universidad Autónoma de Querétaro (México).

Pelos, plumas y escamas: las primeras barreras naturales
Algunos de estos trucos son obvios: el pelo, la lana, las plumas y las escamas ayudan a crear una barrera entre los rayos solares y la piel. Estas adaptaciones son tan efectivas que solo fracasan cuando los humanos intervienen.
“Así que ha supuesto una presión selectiva y ha hecho que los seres vivos desarrollen diversos mecanismos para adaptarse”, añade Whitehouse.
Por ejemplo, los cerdos domesticados –genéticamente modificados para tener menos pelo– son más sensibles a los daños del sol que sus hermanos salvajes, los jabalíes.
Barro, polvo y piel gruesa: el escudo de elefantes y rinocerontes
Mientras, los animales que, de forma natural, tienen una piel sin pelo y sin escamas, deben buscar sus propios métodos para protegerse. Por ejemplo, elefantes y rinocerontes no solo exhiben una piel más gruesa, sino que regularmente se embadurnan con polvo o barro para crear un rudimentario escudo solar.
Algunas especies, por otro lado, producen crema solar con sus propias células.

Protector solar incorporado
Taifo Mahmud, biólogo molecular de la Universidad Estatal de Oregón (EE. UU.), ha descubierto unos genes en peces, aves, reptiles y anfibios que les permiten fabricar un compuesto llamado gadusol, que crea una protección frente a los rayos ultravioleta.
“La mayoría de los vertebrados, excepto los mamíferos, tienen genes para segregar gadusol”, indica el investigador.
Pero ¿por qué los mamíferos no? “Se cree que los primeros mamíferos eran nocturnos. Quizá, esa es la razón por la que perdieron la capacidad de producir gadusol. No lo sabemos con certeza”, admite Mahmud.
“Sería interesante averiguar –continúa– si la piel más gruesa o el pelaje fue desarrollado después”.
Hipopótamos y cetáceos: trucos únicos contra la radiación ultravioleta
A todo esto, los hipopótamos segregan un fluido color escarlata por sus poros que parece sangre. Pero no fue hasta 2004 que un grupo de científicos descubrió que este compuesto les protege de los rayos ultravioletas.
Otros animales centran sus mecanismos de defensa en las partes más vulnerables de su cuerpo.

Entonces, ¿se queman los animales por el sol? Sí. “Los mamíferos marinos, sobre todo, los cetáceos –ballenas, orcas, delfines– son un ejemplo, porque no tienen piel y no tienen escamas”, indica Whitehouse.
En muestras de piel tomadas de la espalda de estos cetáceos, la investigadora y su equipo han descubierto signos de quemaduras solares. Por otra parte, también hallaron que estos gigantes marinos poseen unos pigmentos especiales y duras capas de piel para contrarrestar la acción de nuestra radiactiva estrella.
Cortesía de Muy Interesante
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