La inteligencia humana se define como la capacidad de razonar, resolver problemas o aprender con relativa rapidez. Memorizar, comprender conceptos, debatir o almacenar conocimientos son algunas de las aptitudes que todos deberíamos realizar con relativa facilidad. Pero la comunidad científica ha recogido en sus estudios una tendencia preocupante.
La sociedad ha experimentado importantes cambios en los últimos 15 años. Europa, y gran parte del mundo, ha modificado sus hábitos, la forma de comunicarse e incluso la mentalidad. Una transformación que ha afectado directamente al cerebro humano. “Resultados recientes de importantes pruebas internacionales muestran que la capacidad de una persona promedio para procesar información, usar el razonamiento y resolver problemas nuevos ha estado disminuyendo desde mediados de la década de 2010“, advierte John Burn-Murdoch, jefe de datos del Financial Times.
Las horas que pasamos frente al ordenador o del teléfono móvil han aumentado notablemente. “La encuesta Monitoring The Future encuentra un aumento pronunciado en el porcentaje de personas que tienen dificultades para concentrarse o aprender cosas nuevas“, añade. El declive de la lectura y la tendencia de informarse con fragmentos cortos o de vídeo y renunciar a textos largos. “Los niveles de alfabetización efectiva disminuyen“, recuerda.
Peor situación en países ricos
Cada vez se evidencia una dificultad mayor de concentrarse y aplicar sus propias ideas. “Algunas de las estadísticas aquí son reveladoras: La proporción de adultos en países de altos ingresos que no pueden usar el razonamiento matemático en operaciones simples o que tienen dificultades para integrar múltiples fragmentos de información en un texto ha aumentado al 25%”.
Más allá del tiempo de uso en redes sociales, este experto en datos del Financial Times señala que el problema está en lo fácil e intuitivas que son ahora las tecnologías.“La forma en que usábamos los teléfonos inteligentes y las redes sociales a principios de la década de 2010 era diferente a la de hoy. El uso era mayoritariamente activo y autodirigido. Seguíamos utilizando el cerebro” recuerda.
John Burn-Murdoch señala que los algoritmos, los textos informativos cada vez más cortos y el volumen y frecuencia de las notificaciones en el teléfono móvil pueden ser algunos de los motivos que han llevado a este declive. “El uso pasivo y las interrupciones se han vinculado a efectos negativos en todo, desde nuestra capacidad de procesar información verbal hasta la memoria de trabajo y la autorregulación”.
Cortesía de El Periodico
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