
Tel Aviv, Israel.
En todo conflicto bélico hay ganadores y derrotados, pero en el Medio Oriente los más absurdos resultados pueden convertirse en realidad. El 7 de octubre del 2023, el grupo terrorista Hamas lanzó un ataque sorpresivo sobre territorio israelí en un intento no por derrotar al ejército hebreo, sino con la intención de masacrar a la mayor cantidad de pobladores de ese país, y tomar todo tipo de rehenes vivos o muertos, para negociar su liberación a cambio de palestinos presos en cárceles israelíes.
La respuesta israelí fue contundente al grado de acabar con el grupo fundamentalista chiita Hizbollah en Líbano y permitir así la reconstrucción de ese país destrozado históricamente. También provocó el derrumbe del régimen sirio de la dinastía Assad y con ello abrir la posibilidad de una nueva relación de Siria con Occidente. Pero donde Israel quedó atrapado sin opciones de victoria o una salida digna fue en Gaza.
Fue en el mismo lugar desde el cual salió la operación terrorista de Hamas el 7 de octubre, donde Israel ha quedado empantanado en un callejón sin salida construido por la ineptitud del primer ministro israelí Binyamin Netanyahu y su terquedad por mantenerse en el poder a cualquier precio, sacrificado sin diferencia alguna a soldados israelíes, civiles gazatíes y rehenes del 7 de octubre que Hamas utiliza como sus últimas fichas de cambio.
En este escenario de miles de muertos por ambas partes tanto para Hamas como para Israel, la guerra constituye una derrota en ambos sentidos. Para Hamas, su estructura y liderazgos han sido eliminados y no constituye en este momento un grupo de poder legítimo, ni tampoco capaz de recuperar el territorio de Gaza. Para Israel, la protesta de la sociedad contra Netanyahu y su coalición de fanáticos, ha llevado a una confrontación interna sin precedentes en la historia del Estado judío.
El eventual aumento de la actividad militar en la Franja por parte de Israel sólo traerá consigo una mayor sufrimiento a los habitantes de la zona, así como un fuerte incremento en el número de soldados israelíes que fallecerían, y quienes hoy se cuestionan la validez de una operación de este tipo.
De esta forma, los dos grandes derrotados de la guerra iniciada el 7 de octubre de 2023 son Hamas y Netanyahu. El primero por lanzar un brutal ataque sin medir las consecuencias de la reacción israelí, y el segundo por su negligencia y soberbia al negarse a ver la evidente amenaza que representaba Hamas y su arsenal bélico. Hamas ha desaparecido como una alternativa viable para los palestinos, Netanyahu deberá hacer lo mismo por el bien del Estado de Israel.
@ezshabot
Cortesía de El Economista
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