En los tiempos en los que vivimos, la palabra “increíble” se ha vuelto lugar común. Basta revisar algunos de los hechos más recientes: la pandemia que encerró por meses, literalmente, a medio mundo; los chips instalados en los celulares con los que los israelíes abatieron de manera quirúrgica a miembros de Hezbolá; los taxis que se manejan solos y dejan con la boca abierta a los turistas de San Francisco. Para no ir muy lejos, los incendios apocalípticos que azotan por estos a California mientras que la nieve viste de blanco a estados cercanos.
La revista The Economist, con motivo del comienzo del 2025, hizo una selección de escenarios improbables pero posibles, que podrían cambiar la forma en que ocupamos el universo. Aquí algunos de ellos.
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¿Se podrá llamar a “casa” desde la luna?
En 2025, la Luna podría convertirse en el primer cuerpo celeste con conectividad móvil. Después de los primeros viajes que se hicieron a ella en los años 70, la Luna no había provocado tanto interés como ahora. En los últimos años, ya no solo gobiernos sino que empresas privadas han enviado toda suerte de robots, no todos con éxito, algunos se han estrellado contra la superficie o se han caído tras aterrizar. Cada vez viajan aparatos más complejos, algunos llevan vehículos exploradores, pequeños robots o cámaras y el vehículo principal transmite señales a la Tierra.
Y aquí es donde viene la novedad para 2025, una startup estadounidense, Intuitive Machines, planea lanzar un módulo de aterrizaje con una estación base celular 4G fabricada por Nokia. Este sistema permitirá que un vehículo y un pequeño robot se comuniquen entre sí y con la Tierra utilizando tecnología estándar de teléfonos inteligentes.
Este avance no solo abarata los costos de las misiones espaciales al utilizar tecnología comercial, sino que también prepara el camino para la próxima generación de exploradores lunares. Cuando los astronautas estadounidenses regresen a la superficie lunar, podrán usar 4G para comunicarse y “llamar a casa”. Si todo sale según lo planeado, la misión IM-2 de la NASA podría despegar en enero de 2025, marcando el inicio de una nueva era en la exploración espacial.
Los animales tendrán cuenta bancaria
Una iniciativa única, conocida como “dinero interespecies”, busca dar a los animales sus propios recursos financieros para promover la conservación y la biodiversidad. La empresa tecnológica Tehanu ha implementado un programa piloto con 19 gorilas de montaña en Ruanda, y planea expandirlo en 2025 a toda la población de gorilas del país.
El sistema utiliza sensores e inteligencia artificial para identificar las necesidades de los animales, como la eliminación de trampas o tratamientos veterinarios. Luego, se contrata a humanos cercanos para realizar estas tareas a cambio de un pago. Este enfoque no solo protege a los animales, sino que también genera empleo y transparencia en la conservación. Si los humanos pueden usar pagos digitales verificados por reconocimiento facial, ¿por qué no podrían hacerlo los gorilas?
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Juegos Olímpicos con doping
Un torneo deportivo peculiar podría debutar en 2025, se trata de los “Enhanced Games”, algo así como los juegos mejorados o potenciados, en los cuales se promueve y permite el uso de drogas y tecnologías para mejorar el rendimiento de cada deportista. Ya tienen inversionistas interesados y una alianza con la productora de Ridley Scott, para hacer una serie documental de 10 capítulos.
La idea es permitir que los atletas compitan sin restricciones, argumentando que supervisar el uso de sustancias es más seguro que su consumo clandestino. Sin embargo, el proyecto enfrenta críticas severas por parte de agencias antidopaje, que advierten sobre los riesgos para la salud de los deportistas. Sus creadores alegan que es peor el hecho de que el 44% de los atletas usen algún tipo de doping escondido. Una cifra que no dicen de dónde sale.
Aunque aún no se ha confirmado una ciudad anfitriona ni participantes, el evento plantea un dilema ético sobre los límites del deporte y la tecnología.
¿Armas nucleares en el espacio?
En febrero de 2024, el presidente del comité de inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos advirtió que Rusia estaba desarrollando una nueva arma espacial que puede detonarse en órbita para destruir satélites. El artefacto no es del todo nuevo porque ya Estados Unidos y la Unión Soviética detonaron en 1960 armas nucleares y afectaron a los satélites y crearon pulsos electromagnéticos, eso fue antes de que este tipo de armamento fuera prohibido por el Tratado del Espacio Exterior de 1967. Si bien está prohibido no se descarta que pueda usarse como una amenaza estratégica.
Hoy, con miles de satélites en órbita, un ataque nuclear espacial sería devastador. Los escombros generados podrían inutilizar sistemas de comunicación y navegación, además de poner en peligro la vida de astronautas. Si Rusia concreta este proyecto en 2025, marcaría el inicio de una era donde la guerra en el espacio deja de ser ciencia ficción.
Descubrimientos literarios del pasado
Cuando el Vesubio hizo erupción en el año 79 d.C. y sepultó a Pompeya, los gases calientes llegaron hasta la biblioteca de una villa en Herculano, carbonizaron (y así preservaron) miles de rollos de papiro que contenían textos griegos y latinos. Todos los esfuerzos por desenvolver y leer físicamente los rollos, han fracasado, los pergaminos se desintegraban.
En 2023, los investigadores utilizaron una combinación de escaneo de rayos X e inteligencia artificial para revelar pasajes de texto dentro de un pergamino. Y un inversionista en tecnología ofreció un premio de un millón de dólares a cualquiera que pudiera decodificar los textos escaneados.
El texto resultó ser una obra desconocida de Filodemo, un filósofo griego que había vivido en Herculano. Y es solo uno de los muchos posibles tesoros literarios que podrían descubrirse a medida que se analicen más rollos.
¿Qué otras obras podrían descubrirse? The Economist responde: quizás un tesoro de la correspondencia de Julio César, dado que la villa perteneció a su suegro, o las tragedias perdidas de Sófocles o Esquilo; libros históricos desaparecidos de Livio; poemas desconocidos de Safo; el boletín de noticias diario del estado romano.
¿Estamos solos en el universo?
La creencia de que puede haber vida extraterrestre ha pasado de ser una burla en ciertos sectores, o un esfuerzo marginal en otros, a convertirse en una investigación científica seria.
La mayoría de estos esfuerzos se basan en el análisis de señales de radio, y se examinan datos de radiotelescopios en Australia, Sudáfrica y Estados Unidos en busca de signos de transmisiones extraterrestres (esencialmente, cualquier cosa que no parezca natural, como patrones extraños que se repiten regularmente). Otros enfoques implican buscar destellos láser (sobre la base de que los extraterrestres podrían usar luz en lugar de radio para comunicaciones de largo alcance), buscar el brillo revelador de posibles “esferas Dyson” (vastas estructuras en forma de conchas que los extraterrestres pueden usar alrededor de estrellas para capturar la mayor cantidad posible de su radiación), y analizar las atmósferas de los planetas alrededor de otros soles, miles de los cuales han sido descubiertos en los últimos años, en busca de evidencia de actividad biológica. ¿Podrían encontrar algo en 2025?
Una tormenta solar causa caos global
El sol tiene permanentes erupciones de plasma conocidas como eyecciones de masa coronal (CME), que pueden disparar miles de millones de toneladas de partículas energéticas al espacio. Si la Tierra se encuentra en el camino de tal erupción, y las partículas cargadas chocan contra la magnetósfera de la Tierra, el resultado pueden ser tormentas geomagnéticas y auroras ampliamente visibles. En el máximo solar, el pico de su ciclo de 11 años, el Sol puede producir dos o tres CME por día, en comparación con una por semana en el mínimo solar. Y el Sol se encuentra actualmente en su máximo solar en un ciclo inesperadamente activo, de ahí las inusualmente vívidas exhibiciones de auroras en mayo y octubre de 2024, con la aurora boreal visible hasta en el sur de Sicilia y Alabama.
Además de producir espectáculos de luces, estas tormentas solares pueden causar apagones de radio de onda corta y perturbaciones en las redes eléctricas. En 1989, una tormenta solar dejó fuera de servicio la red de Quebec durante nueve horas, y una CME que estuvo a punto de tocar la Tierra en 2012 podría haber destruido una cuarta parte de los transformadores de alto voltaje de Estados Unidos, según un análisis. Las CME también pueden afectar a los satélites, al hacer que la atmósfera se hinche ligeramente, aumentando la resistencia a los que se encuentran en órbitas bajas. En febrero de 2022, una CME provocó la pérdida de 38 satélites.
La tormenta solar más poderosa registrada ocurrió en 1859. Las auroras fueron visibles incluso en Cuba, Jamaica y Colombia, y los telégrafos eléctricos en toda Europa y América quedaron interrumpidos.
Hoy, con la dependencia de tecnologías avanzadas, un fenómeno similar sería catastrófico, podría costar entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares, solo en Estados Unidos, según cálculos de ese país. A su vez restaurar las redes eléctricas y los servicios básicos podría llevar meses, mientras que miles de satélites quedarían inservibles.
Aunque la probabilidad de un evento similar es de solo 10% en esta década, los científicos advierten que debemos prepararnos para mitigar sus posibles efectos devastadores.
Pandemias: ¿la próxima gran amenaza?
Para algunos, una de las cosas sorprendentes de la pandemia de covid-19 fue la duración del intervalo después de la pandemia anterior en escala y gravedad comparables, que ocurrió en 1918. Fueron muchas décadas sin pandemias a pesar de que la población mundial se disparó durante el siglo XX, el hacinamiento aumentó, y el crecimiento de la aviación global hizo que fuera más fácil que nunca que los insectos se propagaran a través de las fronteras.
La gripe aviar, particularmente la cepa H5N1, es vista como un candidato potencial para la próxima pandemia. Desde 2020, esta variante ha infectado aves silvestres, mamíferos y humanos, extendiéndose a todos los continentes. Aunque los casos humanos han sido limitados, cualquier mutación adicional podría convertirlo en una amenaza global.
En 2024, Estados Unidos enfrentó dificultades para controlar un brote entre animales de granja, lo que resultó en algunos casos humanos, aunque sin muertes. La OMS ya incluye esta cepa en su lista de patógenos prioritarios, enfatizando la necesidad de vigilancia y preparación para evitar otra crisis sanitaria de proporciones mundiales.
Cambios en la circulación del Atlántico
La circulación meridional del océano Atlántico (AMOC) es un sistema crucial para el clima global, moviendo agua cálida hacia el norte y agua fría hacia el sur. Sin embargo, estudios recientes sugieren que esta corriente se está debilitando, y existe un 95% de probabilidad de que colapse entre 2025 y 2095 si continúan las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un colapso del AMOC podría tener consecuencias catastróficas: climas más fríos y secos en Europa, aumento del nivel del mar en la costa noreste de EE. UU. y sequías en África y América Central. Aunque el cambio climático es un proceso gradual, un colapso de esta magnitud sería abrupto y devastador, subrayando la necesidad de reducir las emisiones y monitorear estas corrientes clave.
Erupciones volcánicas: peligro subestimado
El mundo no está preparado para el impacto de una erupción volcánica de gran magnitud, según expertos. Eventos como la erupción de Tambora en 1815 enfriaron el clima global y alteraron la producción de alimentos. Hoy, una erupción similar podría interrumpir la aviación, las comunicaciones y el transporte marítimo durante meses o años.
Islandia, Italia, Indonesia y Filipinas son algunos de los puntos de preocupación para 2025. Sin embargo, los recursos dedicados a monitorear volcanes son mínimos en comparación con el riesgo de asteroides, a pesar de que las probabilidades de una gran erupción son mucho mayores.
Cortesía de El Colombiano
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