La historia del poder no se escribe solo con leyes o tratados. También se forja en los campos de batalla y en los mares donde ejércitos y flotas marcaron el rumbo de las civilizaciones. La manera en que se organizaron los soldados y marineros cambió el curso del mundo. Desde las falanges compactas de la Grecia clásica hasta los cañones de la Royal Navy, las innovaciones militares no fueron simples técnicas de combate: fueron motores de imperios.
Observar ese recorrido es descubrir cómo distintas culturas encontraron soluciones militares a problemas de supervivencia y expansión. Las ciudades-estado griegas, la maquinaria romana, las formaciones medievales y la supremacía naval británica comparten un hilo común: la capacidad de transformar la organización bélica en poder político y cultural. Los ejércitos no solo defendieron fronteras, también proyectaron modelos de sociedad.
Los hoplitas y el nacimiento de la polis armada
En la Grecia antigua, los hoplitas encarnaban una nueva forma de hacer la guerra. Ciudadanos-soldados, armados con lanzas, cascos y escudos, formaban la falange, un bloque compacto donde el valor individual dependía de la disciplina colectiva. La fuerza del hoplita estaba en la cohesión con su compañero.
Los historiadores señalan que esta táctica no fue solo militar, sino también social. El hoplita debía costearse su equipo, lo que vinculaba la defensa de la polis con la condición de ciudadano. Esa relación entre participación política y deber militar contribuyó al desarrollo de sociedades como Atenas y Esparta. La falange, más que un muro de bronce, fue un reflejo de la organización de la ciudad.
La disciplina de la falange permitió a los griegos enfrentarse a ejércitos mucho más numerosos, como se vio en las Guerras Médicas contra Persia. La victoria en Maratón o la resistencia en Platea demostraron que un ejército organizado podía alterar el equilibrio geopolítico. El orden colectivo se impuso a la fuerza bruta.
Las legiones romanas: la máquina de conquistar y gobernar
Si los hoplitas inventaron la cohesión, los romanos la perfeccionaron. Las legiones eran unidades profesionales, con entrenamiento intensivo y una logística impecable. La legión fue el instrumento con el que Roma pasó de ciudad-estado a imperio.
Cada legionario formaba parte de una maquinaria precisa. Sus armas, campamentos móviles y disciplina permitieron campañas prolongadas a lo largo de continentes. La legión no solo conquistaba: construía carreteras, fortificaciones y acueductos que aseguraban la romanización de los territorios. La guerra se convirtió en herramienta de integración cultural.
La flexibilidad fue otra clave. Frente a enemigos muy distintos —desde galos hasta cartagineses—, las legiones adaptaron sus tácticas, combinando infantería pesada, caballería y máquinas de asedio. Esa capacidad de adaptación, respaldada por una administración sólida, explica la longevidad del Imperio. Roma convirtió el ejército en una forma de Estado en movimiento.
De la pólvora a los océanos: la era de los imperios modernos
Con la Edad Media y la Modernidad, la pólvora transformó los ejércitos. La artillería derribó murallas que parecían eternas, y la caballería perdió protagonismo frente a la infantería armada con arcabuces y mosquetes. Las armas de fuego cambiaron las jerarquías del poder militar.
El siglo XVI abrió además la era de la expansión marítima. Los océanos se convirtieron en los nuevos campos de batalla. España y Portugal iniciaron el dominio de las rutas, pero fue la Royal Navy británica la que, con el tiempo, consolidó una supremacía global. Sus naves no solo protegían islas, escoltaban comercio y proyectaban poder en colonias lejanas.
La marina británica fue el pilar de un imperio que abarcó todos los continentes. La victoria sobre la Armada Invencible en 1588 o el control de rutas estratégicas en el siglo XVIII ilustran ese dominio. Quien dominaba los mares controlaba el comercio, y con él, el mundo.
El legado de tres mil años de guerras decisivas
De los campos de batalla de Maratón a las aguas del Atlántico, los ejércitos y flotas dejaron un rastro profundo en la historia. Cada innovación militar no solo cambió guerras: redibujó fronteras, influyó en la política y marcó culturas enteras. La organización militar ha sido una fuerza invisible en la construcción de civilizaciones.
El eco de esas transformaciones aún se percibe. El concepto de disciplina colectiva, la profesionalización del ejército o la importancia del control logístico siguen siendo pilares de las fuerzas armadas modernas. Lo que nació en la falange hoplita y se perfeccionó en la Royal Navy se refleja hoy en alianzas globales y ejércitos de alta tecnología.
La lección de tres mil años de guerras decisivas es clara: el poder militar no reside solo en las armas, sino en la capacidad de organizar y proyectar fuerza a gran escala. Así se forjaron imperios y se moldeó el mundo que habitamos.
«No tengo miedo de un ejército de leones guiado por ovejas; tengo miedo de un ejército de ovejas guiado por un león»
Alejandro Magno (356-323 a. C.), rey de Macedonia y conquistador del Imperio persa, creador de uno de los mayores imperios de la Antigüedad.

Elegidos para la gloria, Muy Historia – edición especial 73
Desde el filo de una espada hasta el rugido lejano de un motor blindado, la historia de la humanidad ha estado marcada por el enfrentamiento. «La guerra es la madre de todas las cosas», decía Heráclito, y aunque esa afirmación cause desasosiego, nadie puede negar su huella indeleble sobre civilizaciones, imperios y mitos. Bajo la batuta de Javier Ramos de los Santos recorremos la senda de los grandes ejércitos y guerreros que, a lo largo de los siglos —Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna—, forjaron y destruyeron mundos. Desde los disciplinados hoplitas griegos, que convertían la armonía en táctica de combate, hasta los temibles inmortales persas, sombra constante detrás de su rey, exploramos el arte bélico como un espejo de su tiempo.
La historia no es un desfile de batallas, sino un entramado humano donde conviven la gloria y la ruina. Roma no conquistó el mundo solo con legiones, sino con carreteras, hospitales y una disciplina capaz de transformar el miedo en victoria. Cartago desplegó elefantes como si fueran tanques de carne viva y Alejandro Magno no solo expandió un imperio: proyectó una idea. Atila, el «azote de Dios», no dejó tras de sí ciudades, sino advertencias. En estas páginas hallamos también las huellas de cuerpos de élite —como los medjay egipcios o los pretorianos romanos— y el eco de estrategias que aún se enseñan en academias militares. Y es que, la guerra, esa vieja conocida, adopta nuevas máscaras, pero sus preguntas siguen abiertas: ¿por qué luchamos?, ¿qué define a un guerrero?, ¿cuál es el precio de la victoria? Este número no pretende glorificar la violencia, sino comprender el papel de la guerra en nuestra historia. Porque, como escribió Clausewitz, «la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios». Y entenderla es, en cierto modo, entendernos.
Edad Antigua
Hace unos 4500 años surgieron en Mesopotamia, el Mediterráneo oriental, el valle del Indo y China las primeras sociedades complejas con poblaciones sedentarias organizadas en torno a tierras en las que se practicaba una intensa agricultura de regadío. En la protección y conquista de estas tierras está el origen de las primeras formaciones armadas cuando las poblaciones, que se autoabastecen y se fortifican, comienzan a crecer. Los primeros ejércitos de la Antigüedad no eran formaciones muy numerosas; servían a los soberanos como cuerpos de guardia personal, aunque no fue hasta bien entrado el Imperio Medio egipcio, entre 2055 y 1610 a. C., cuando los ejércitos incorporaron guerreros «profesionales», como es el caso de los mazoi, mercenarios nubios a las órdenes de los reyes de Menfis.
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Contenidos
- Edad antigua
- Hoplitas Griegos. valerosos y temidos
- Las falanges Macedonias que destruyeron el imperio Persa
- Legiones Romanas. la maquinaria bélica perfecta 56 pretorianos
- Hunos. el azote de Atila
- La edad media
- Las tropas de Qin Shi. el primer ejército profesional en China
- Mongoles. los soldados nómadas de las estepas
- Catafractos Bizantinos. la caballería pesada de élite
- Mamelucos. los esclavos soldados
- Los cristianos en las cruzadas. la conquista de Jerusalén
- Los arqueros Ingleses
- Almogávares. ¡desperta ferro!
- La edad moderna
- Oprichnina. el siniestro ejército de Iván el terrible
- Húsares: guerreros con alas
- Jenízaros. los temibles guerreros Otomanos
- Cuerpo de oficiales prusianos. el más letal de su época
- La royal navy. supremacía naval y militar
- Bibliografía

Cortesía de Muy Interesante
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