La politóloga y economista Aleksandra Tomanic, de 46 años, lleva una chapa en su abrigo donde se lee en inglés: “Que se joda el SNS”. El Partido Progresista Serbio (SNS, por sus siglas en serbio) es la formación de Aleksandar Vucic. Dirige el país desde 2014, primero como primer ministro y desde 2017 como presidente. Serbia, con 6,5 millones de habitantes, es un país clave para la estabilidad de los Balcanes: depende energéticamente de Rusia, pero aspira a ingresar en la Unión Europea, su principal socio comercial. Sin embargo, los peores momentos en el mandato de Vucic no guardan relación con Moscú ni con Bruselas, sino con dos empresas chinas que fueron las encargadas de renovar una estación de tren.
El 1 de noviembre del año pasado se desplomó la marquesina de la estación ferroviaria de Novi Sad, la segunda ciudad más poblada de Serbia. El accidente causó la muerte de 16 personas. Casi nadie apreció esa tragedia como un mero accidente, sino como el fruto de años de oscurantismo y malversación. Los estudiantes organizaron manifestaciones bajo el lema “La corrupción mata”. Un año después, el país se prepara para acoger este sábado una manifestación en recuerdo de las víctimas que prevén gigantesca. Ahora, los estudiantes exigen elecciones anticipadas. También acusan al Gobierno de recurrir a métodos cada vez más violentos para reprimir las protestas. Los siguientes comicios legislativos están previstos para 2027, año en que Serbia acogerá la próxima Exposición Universal.
Mientras tanto, el Parlamento Europeo aprobó una resolución el 22 de octubre pasado con 457 votos a favor y 103 en contra, con frases durísimas con el Gobierno de Vucic. El texto denuncia que “turbas progubernamentales y delincuentes condenados han sido protegidos por la policía durante contramanifestaciones violentas, mientras que personalidades de la oposición, estudiantes y diputados al Parlamento de Serbia han sido golpeados y secuestrados por policías de paisano”.
La resolución pone el foco en “las campañas de difamación contra los opositores y la propaganda contraria a la UE o prorrusa ampliamente difundida a través de los medios de comunicación que controla el Gobierno”. Y se condena el uso de “vigilancia ilegal contra los manifestantes, por ejemplo mediante el uso de Pegasus, Cellebrite y NoviSpy”. El Europarlamento también señala que “la presencia e influencia de China en Serbia han aumentado considerablemente en los últimos años a través de inversiones en infraestructuras a gran escala”. Y esto suscita “preocupación por la transparencia (…)”.

“¿Y de qué sirve esa resolución?”, preguntaba este miércoles en un café de Belgrado la politóloga Tomanic antes de viajar a Novi Sad, a 102 kilómetros de la capital serbia. “En realidad, la Unión Europea y Estados Unidos han dejado a los estudiantes solos. Francia está contenta porque ha vendido a Serbia aviones Rafale —12 aeronaves de combate por 2.700 millones de euros, en un acuerdo suscrito en 2024—. Y la Unión Europea también está feliz porque ha firmado en 2024 un acuerdo para que Serbia le suministre litio, con la presencia del entonces canciller alemán, Olaf Scholz”. El litio es una materia fundamental en las baterías de coches eléctricos.
La politóloga serbia cree que desde el extranjero cuesta percibir hasta qué punto el país está viviendo un cambio profundo. Recuerda que estos días están desarrollándose marchas de estudiantes que salen desde todos los puntos del país hacia Novi Sad. “Una de ellas salió desde Novi Pazar, que está en el sur de Serbia. Vienen caminando 16 días por los 16 muertos, hasta Novi Sad. Algunas de las estudiantes llegan con sus velos. Y fueron acogidas el martes entre aplausos en Belgrado. Eso, en Serbia es un gran cambio, porque se supone que si eres serbio eres cristiano ortodoxo. Esas personas marchan junto a veteranos de las guerras de los noventa. Son imágenes muy fuertes. Que nos hacen llorar a todos”. Tomanic ve en este gesto una superación por parte de las nuevas generaciones de años de enfrentamientos entre las comunidades religiosas del país.
El periodista Vojin Radovanovic, del diario Danas, cree que lo peor que puede ocurrir en la manifestación del sábado es que derive en violencia. “Mucha gente cree que sin violencia aquí no se consigue nada”, opina el reportero. “El presidente sabe manejarse en un contexto violento. Sin embargo, no sabe cómo afrontar las movilizaciones pacíficas”.
El gran héroe deportivo nacional, el tenista Novak Djokovic, se ha pronunciado a favor de las protestas y eso lo ha distanciado del Gobierno. Un serbio residente en Belgrado, que habla con la condición del anonimato, explica que tras un año de protestas, todo el mundo en Serbia sabe que el Gobierno de Vucic “tiene los días contados”. “Lo estamos viendo caer lentamente. Después de la manifestación del sábado, cuando Vucic siga en el Gobierno, vendrá una etapa de pesimismo. Pero es igual, se superará pronto. Y el presidente caerá”.
Tras las primeras protestas y huelgas en las aulas, estudiantes afines al Gobierno impulsaron la vuelta a clase. Pero eran minoritarios y cometieron el error de escribir una falta de ortografía en una pintada. Desde entonces, fueron bautizados como los chatsis, que sería el equivalente a decir palumnos, o un término semejante y sin sentido. Los estudiantes oficialistas recogieron el guante y ahora se hacen llamar a sí mismos chatsis, y han hecho camisetas donde apelan al orgullo de ser un palumno. Frente al Parlamento hay una gran avenida con tiendas de campaña ocupadas por chatsis. Pero este miércoles apenas se veían allí estudiantes oficialistas.
Y mientras tanto, la corrupción persiste. El ministro de Exteriores serbio, Marko Duric, reconoció en una entrevista con este diario el pasado septiembre: “Debemos hacer más para combatir la corrupción”.
La politóloga Tomanic explica que en su país este fenómeno va desde las grandes instituciones hasta los pequeños actos de la vida cotidiana. “Si quieres que un médico te atienda antes, tienes que pagarle. Si quieres conocer a un buen doctor has de pagar a un intermediario para que te lo presente. Las empresas europeas que operan en Serbia, también pagan”, asegura.
El sábado se espera una gran afluencia de manifestantes en Novi Sad. Tomanic cree que todo ese capital humano hay que aprovecharlo. Y que ni los estudiantes ni los partidos de la oposición están preparados para vencer en unas elecciones. “Ninguno de ellos tiene los medios para vigilar en cada uno de los centros electorales, la limpieza de los comicios. Si Vucic las adelantara puede que las ganase, porque él sí que tiene su maquinaria engrasada”, concluye.
Cortesía de El País
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