Los fabricantes han llenado los vehículos con asistentes tecnológicos para evitar accidentes y mejorar la experiencia de conducción. Sin embargo, la realidad es que una gran parte de los conductores no entiende cómo funcionan, los usa de manera incorrecta o simplemente los ignora. Una investigación de J.D. Power revela que, sin una estrategia clara para educar a los consumidores, estas herramientas no alcanzarán su verdadero potencial, lo que pone en riesgo tanto la seguridad como el enorme presupuesto invertido por la industria.
La conclusión del estudio fue clara: la confusión sobre los Sistemas Avanzados de Asistencia al Conductor (ADAS) surge desde el momento en que el vehículo se compra. Los consumidores llegan al concesionario ilusionados con tecnologías como el frenado automático de emergencia o la advertencia y prevención de cambio de carri, pero salen con una idea poco clara sobre cómo y cuándo utilizarlas.
La mínima capacitación ofrecida por los vendedores complican el panorama. Otro factor que agrava la situación es que cada marca usa términos distintos para describir tecnologías ADAS que hacen exactamente lo mismo. Esto significa que dos autos con sistemas idénticos pueden tener nombres completamente diferentes, lo que deja a los conductores con la impresión de que manejan funciones únicas y exclusivas cuando no es así.
A esto se suma el tiempo limitado que los concesionarios, agencias o distribuidores realmente dedican a sus clientes para explicar estas características tecnológicas. El estudio señala que 40 minutos es lo ideal para capacitar a un cliente sobre su vehículo nuevo, pero en la práctica se invierte mucho menos, y casi nada se enfoca en las ADAS. El problema no termina con la entrega del auto.
Las actualizaciones de software añaden funciones nuevas o modifican las existentes sin ofrecer guías claras para comprenderlas. Para los conductores, la sensación de que su propio automóvil cambia con el tiempo sin explicaciones suficientes genera más dudas que confianza. J.D. Power advierte que si un propietario no usa estas funciones en los primeros 90 días, difícilmente lo hará después. Y eso significa que toda la inversión en seguridad, tecnología y desarrollo podría terminar desperdiciada.
Los autos modernos tienen cada vez más tecnología y sistemas ADAS.
Parece que la industria automotriz enfrenta un dilema: los vehículos son más inteligentes y tecnológicos que nunca, pero la curva de aprendizaje para los consumidores se vuelve cada vez más empinada. Si no se diseñan estrategias efectivas de capacitación y comunicación, los sistemas creados para salvar vidas podrían quedar olvidados detrás de menús complejos y nombres confusos. La tecnología avanza rápido, pero el entendimiento del conductor sigue atascado en primera.
Cortesía de Xataka
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