Conocí a Eli detrás de la barra del Pata Negra de la Cuauhtémoc hace poco más de 10 años, cuando en México no se hablaba de la coctelería como se habla hoy, y las cubas eran el camino de siempre.
Desde ahí se le sentía como una bartender diferente: risueña, dicharachera, chaparrita, de la gente… Nos reencontramos años más tarde, sólo que esta vez nos separaba la barra del omakase de tacos de Pujol.
Ahí estaba Eli con la mitad del pelo rapado y la misma sonrisa de siempre, ofreciéndonos pruebas de mezcales y raicillas con nombres y apellidos de pequeños productores.
Recuerdo que Andreia Morelli, queridísima amiga, brasileña, quedó sorprendida por el nivel de servicio y narrativa que ofrecía, recalcando que Eli Martínez personificaba exactamente “el poder de una mujer mexicana”.
El tiempo se encargó de reunirnos una y otra vez, cuestión que celebro y celebraré siempre. Eli tomó las riendas de Tlecán, mezcalería y cocktail bar, para diseñar la oferta líquida de un concepto prehispánico que ya era bueno, pero al que valía la pena imprimirle profundidad para que se sintiera genuino. Eli se hizo cargo.
“Me la he pasado hablando de México mucho antes de Tlecán”, recuerda. “Por lo menos llevo 10 años siendo juglar de todo lo que me maravilla de este país. La carta de Tlecán está construida alrededor de elementos que puedan mover la balanza del consumo de agave hacia otros estados como San Luis Potosí, Michoacán y Puebla”.
Cada mes, Tlecán presenta 13 destilados distintos. “No tenemos compromiso mas que con la tierra. A fin de cuentas, cuando pruebas agave, estás probando a lo que sabe el tiempo en un pedazo específico de tierra. Y en México, tierra tenemos un chingo”.
Eli me prensa del brazo con fuerza por unos 10 segundos. La tensión se va liberando al tiempo que se anuncia el ganador del Bartender’s Bartender Award en la reciente entrega de los North America’s 50 Best Bars, celebrados en Vancouver. Mientras se encamina al escenario, mexicanos, gringos y canadienses celebran gritando su nombre mientras se proyecta un video de ella hablando de ese México, el suyo.
La piel se eriza, el pecho se infla. El Bartender’s Bartender Award es el único premio que se vota entre los colegas de la industria. Es el premio de la gente. Que Eli y Tlecán hayan brillado esa noche habla del momento que vive México, su coctelería y sus destilados pero, sobre todo, de esa figura de mujer mexicana de la que hablaba Andreia: de la madre que vela por los suyos con amor, siempre empoderada, toda sonrisa, todo dar.
En el aeropuerto que nos llevará de regreso a México desde Vancouver, Eli me platica de su siguiente proyecto, que tiene que ver con pulque y antojitos de su natal Orizaba. Y yo, tan fan del pulque y los pambazos veracruzanos —pero más de ella— no puedo más de la emoción.
Cortesía de Chilango
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