
Los libros de Barcelona son más que una lectura. Son un reconocimiento en la textura de una cubierta sobria, en la nitidez de una tipografía que no pretende llamar la atención, pero tampoco pasar desapercibida, en el orden secreto de una página que respira como si alguien hubiera calculado cada milímetro de silencio. Hay un modo de mirar -y de hacer- que atraviesa a la ciudad desde los días en que llegaron las primeras prensas hasta la actualidad, en la que Barcelona sigue siendo uno de los laboratorios editoriales más influyentes del mundo hispano.
Ese linaje gráfico viaja ahora a Guadalajara. En el Museo de las Artes (MUSA), en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), se inaugura “Los libros de Barcelona. Diseño y edición”, una exposición que reúne más de 300 piezas provenientes de editoriales, instituciones y especialmente del Museu del Disseny-Disseny Hub Barcelona, cuyos fondos y archivos permiten revisar, ordenar y pensar una tradición que rara vez se expone como historia en sí misma. La muestra es, ante todo, una invitación a mirar lo que, a veces, damos por sentado: que los libros también tienen un cuerpo, y que ese cuerpo -su forma, su piel, su voz visual- cuenta un relato paralelo al del texto.
Al frente del proyecto está Enric Jardí, diseñador gráfico nacido en Barcelona en 1964 y figura imprescindible en el panorama del diseño editorial en la ciudad: es un editor de imágenes que sabe reconocer el ADN visual de su ciudad. Su paso por distintas escuelas y países le ha permitido observar Barcelona desde dentro y desde fuera, razón por la cual asumió el encargo de comisariar esta exposición por parte del Museu del Disseny, tarea que lo llevó a revisar archivos, dialogar con instituciones y seleccionar obras capaces de transmitir no solo la calidad gráfica, sino el contexto cultural que las hizo posibles.
“Yo acepto con mucho agrado esta invitación y planteamos una exposición: ¿Cómo podemos enseñar los libros? ¿Cómo podemos enseñar la edición en Barcelona?”, comparte Enric Jardí, en entrevista con EL INFORMADOR.
“Entonces, yo lo centro en el tema del diseño. Barcelona es una capital editorial, también para Latinoamérica, donde buena parte de los libros españoles que se encuentran en librerías provienen de allí. Creo que esta exposición ayuda a mostrar un proceso poco conocido por el lector: todo lo que sucede antes de que un libro llegue a sus manos. Es una mirada pedagógica y curiosa”, agrega.
Un viaje en tres tiempos
La propuesta curatorial articula un recorrido por el pasado, el presente y el futuro del diseño editorial barcelonés. En las primeras salas, los visitantes encuentran piezas históricas que permiten observar cómo se fue afinando ese “tono” visual: desde libros antiguos y publicaciones modernistas hasta los catálogos experimentales de mediados del siglo XX. El tránsito hacia lo contemporáneo revela cómo, sin perder ese carácter de sobriedad elegante, las editoriales barcelonesas han incorporado nuevas materialidades, técnicas de impresión, formatos y tendencias internacionales.
Lo que surge de ese recorrido no es una identidad rígida, sino una conversación continua: Barcelona como un lugar donde se mezclan tradición e innovación, donde la página sigue siendo un territorio abierto al ensayo formal. La exhibición incluye obras de distintos sellos -desde editoriales históricas hasta proyectos independientes actuales- y muestra la diversidad de profesionales que intervienen en la elaboración de un libro. Esa mirada coral es clave: “los libros de Barcelona” no son solo los que se imprimen allí, sino los que han sido pensados desde su cultura visual.
“El diseño como tal no nace hasta el siglo XX. Pero el museo tiene un fondo importante de artes gráficas antiguas y objetos que no son diseño en el sentido moderno, pero sí artes decorativas o procesos previos muy vinculados al libro”, explica Enric Jardí.
“Lo interesante es que, en los inicios de la imprenta, el impresor era también editor, librero, distribuidor, corrector y encuadernador. Fabricaba los tipos, componía, corregía y vendía: lo hacía todo. Ese proceso hoy está completamente fragmentado, y era importante mostrarlo”, agrega.
“Dado que teníamos tres salas, planteamos un primer ámbito dedicado a la etapa prediseño, mostrando piezas del fondo del museo y algunas prestadas, incluyendo ejemplos de encuadernación lujosa del siglo XIX. Las otras dos salas están dedicadas a cubiertas de libros. No mostramos libros de arte, sino el libro corriente: novela, ensayo, lectura habitual. A finales del siglo XIX y en el siglo XX, el libro ya es un producto de consumo y necesita un envoltorio capaz de llamar la atención del lector. Ahí entra el diseño gráfico: fotografía, tipografía, ilustración. Reunimos cubiertas, originales y ejemplos de procesos de impresión, mostrando cómo se forma el diseño gráfico en Barcelona hasta llegar a los grandes nombres de la segunda mitad del siglo XX”.
La tercera sala muestra el siglo XXI: muchos más libros, como se ve hoy en una librería, en catalán y en castellano, ordenados con una intención pedagógica para mostrar estrategias de tipografía, color, fotografía y diseño de colecciones. Las tres salas forman un recorrido: del taller antiguo, más vacío, a la explosión de color y diversidad actual.
Un espejo transatlántico
La capital catalana ha sido, desde los orígenes de la imprenta en la Península, un punto de efervescencia editorial. No se trata solo de la concentración de sellos -que los hay y muchos-, sino de un ecosistema donde talleres, escuelas, diseñadores, impresores, libreros y tipógrafos han construido un lenguaje visual compartido.
Que esta muestra se presente en Guadalajara no es un gesto menor. La FIL, una de las ferias del libro más importantes de habla hispana, funciona como un punto de cruce entre dos escenas editoriales con historias paralelas y, al mismo tiempo, profundamente entrelazadas. México y Barcelona han compartido proyectos, autores, diseñadores, exilios y colaboraciones que han enriquecido el campo editorial en ambos lados del Atlántico. En este contexto, la exposición opera como un espejo que permite observar afinidades y diferencias: la manera en que Barcelona ha construido un lenguaje visual propio puede dialogar con la tradición gráfica mexicana, igualmente vibrante y diversa. La presencia del Museu del Disseny, junto con instituciones locales, subraya la importancia de pensar el diseño como parte de la cultura pública, no solo como un oficio técnico.
“Estoy emocionado de traer todo esto a Guadalajara. Me entusiasma mostrar esta otra faceta del libro, y estoy expectante por conocer la feria. Ya he estado en México un par de veces y siempre ha sido una experiencia muy buena. Además, en esta ocasión hice de comisario, algo que nunca había hecho, montando todo en remoto junto con el equipo local, que por lo que he visto es muy profesional. Estoy deseando ver el resultado final”, concluye Enric Jardí.
La memoria del diseño
- Charla: “Los libros de Barcelona. Dos orillas, una página: diálogo entre diseñadores”, con Enric Jardí, curador de la exposición “Los libros de Barcelona. Diseño y edición”, y Alejandro Magallanes, diseñador editorial e ilustrador.
Jueves 27 de noviembre, a las 18:00 horas, en el MUSA (Av. Juárez 975). Entrada libre.
- “Los libros de Barcelona. Diseño y edición” permanecerá abierta al público del 29 de noviembre de 2025 al 1 de marzo de 2026, en el MUSA.
Para quienes visiten la FIL, será una oportunidad no solo de revisar la historia visual de una ciudad, sino de repensar la relación íntima entre diseño, lectura y memoria.
CT
Cortesía de El Informador
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