
Hace un par de semanas, como uno de los cuatro jueces mexicanos de los World Car Awards -junto con Carlos Sandoval, Héctor Ocampo y Gerardo García-, tuve la oportunidad de manejar en California la nueva Hyundai Palisade Híbrida, en su versión Calligraphy. Qué buen producto tienen los coreanos: espacio, acabados impecables, equipo sobresaliente, ADAS… en fin, todo lo que uno espera del mayor y más costoso Hyundai con motor de combustión interna, que se une a un eléctrico para poner 329 HP en sus cuatro ruedas. Bajé de la Palisade, en la poco menos de una hora en que la conduje, feliz con lo que había sentido. Hasta que conduje la Ionic 9.
Pese a que son plataformas distintas, ambas comparten la carrocería y se ven muy parecidas. Las diferencias, sin embargo, son muy perceptibles a la hora de manejar. Primero, la presencia de una enorme batería en el piso de la Ionic 9 le confiere mayor solidez y una marcha más estable, suave y refinada. Luego, la potencia de la eléctrica puede llegar a 422 HP, algo que, con la aceleración inmediata de los eléctricos, resulta en mayor agilidad en arranques, aunque el peso se perciba en las curvas pese al más bajo centro de gravedad.
La autonomía de la eléctrica es de más de 800 kilómetros, mientras que la de la híbrida importa poco o nada, puesto que lo único que necesita para seguir caminando es una parada de cinco minutos en una gasolinera.
El silencio y la ausencia de vibraciones en la Ionic 9 también contribuyen bastante para que la estancia como pasajero o la presencia al mando resulten en una experiencia mejor que la de la Palisade. Comparadas, la Ionic se siente un vehículo actual, incluso futurista, mientras que la Palisade -una gran SUV comparada con sus rivales directos- parece ser parte del pasado. Sí, la experiencia de conducir o ser transportado en un vehículo eléctrico resulta tan superior a la de los de combustión interna que puede transformarse en una adicción para quien los pruebe.
Deseo y realidad
Pero una cosa es solo manejarlos; otra muy diferente es convivir con ellos. Si alguien te entrega un auto con poca gasolina, sabes que esto se resuelve en minutos. Con los eléctricos el panorama es tan distinto que Hyundai, al anunciar la Ionic 9 en su página de EUA, tiene que resaltar que esta usa una batería de 110 kWh, que puede cargarse de 10 a 80% en “solo” 24 minutos… si encuentras disponible un cargador ultrarrápido de 800 V. En México, por ejemplo, no hay. Los rápidos aquí son de 350 V y sí pueden ser compatibles con vehículos como la Ionic 9, gracias a su capacidad de ser cargada por uno de 800 V, pero el tiempo será mucho mayor.
Recientemente, en China, BYD nos hizo una demostración de carga con un Atto 8, que fue cargado en un cargador de 1000 V. Según el fabricante, carga 2 kilómetros de autonomía por segundo y puede llegar a 400 kilómetros en cinco minutos. Como ya dije alguna vez, la velocidad de carga, en la medida en que la batería se va llenando, disminuye considerablemente. El punto es que, si estamos lejos de tener cargadores de 400 V, más lejos aún estamos de los de 800 o 1000 V.
Cuando -y si- ese problema se resuelve, los eléctricos sustituirán a los de combustión interna simplemente porque son mejores: más rápidos, más silenciosos, más fáciles de mantener (porque tienen menos partes), más refinados. El tema es que el mundo apenas se está preparando para ellos. Los cargadores públicos aún son muy escasos, principalmente en América Latina, con excepción de Costa Rica y Uruguay. África también está muy lejos de estar lista para recibir a los autos eléctricos.
Los PHEV no me parecen buena solución, a menos que su uso sea solo urbano, ya que en carretera, si se quedan sin carga en la batería, tendrán un auto más pesado y con un motor más chico, que consume mucho más y con un desempeño muy inferior. Pasa algo similar con los de rango extendido. Yo, por ejemplo, ya me declaro listo para tener un híbrido normal, pero aún no para usar un eléctrico todos los días. Sin embargo, reconozco que tener en tu cochera una Cadillac Lyriq V para uso eventual, como me tocó recientemente, es un placer. Porque los eléctricos sí son mejores. Lástima que el mundo aún no está listo para ellos.
Cortesía de El Informador
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